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ANGUSTIAS DE UN GANADOR

Hay algo de injusticia en lo tortuosa que ha resultado esta campaña para Ernesto Samper.

27 de junio de 1994

HAY DOS FORMAS DE VER EL RESULTADO de Ernesto Samper en las elecciones del domingo. Una es la del candidato liberal que no logró despertar el entusiasmo de su partido. La otra, la del candidato que durante dos años estuvo 10 ó 15 puntos por debajo de su rival en las encuestas, y en los últimos tres meses consiguió remontar esa diferencia y obtener un triunfo. Su victoria en una segunda vuelta depende de cuál de estos dos puntos de vista sea el acertado.

La campaña samperista tuvo que superar toda clase de obstáculos. En primer lugar, el desgaste del Partido Liberal en el gobierno. El hecho de que el presidente César Gaviria termine su administración con prestigio personal no significa en forma alguna que lo mismo suceda con el liberalismo. Aunque les esté yendo bien, los colombianos quieren siempre algo diferente. Por otro lado, se confirmó que la maquinaria liberal existe hoy mucho menos de lo que se dice. Porque la verdad es que sólo funciona de manera eficiente en las elecciones parlamentarias, cuando en cada región hay un cacique jugándose el pellejo. Sin este factor, el liberalismo es como la religión católica: tiene muchos más bautizados que practicantes.

La campaña samperista estuvo caracterizada, además, por una cadena de errores y por dos aciertos. Los errores fueron episodios ya olvidados, como la ambivalencia del candidato frente al proyecto de reforma a la seguridad social, la solicitud al presidente Gaviria de que retirara del gabinete a los ministros de la Nueva Fuerza Democrática y otros incidentes de mecánica política de esta naturaleza. Algunos consideran incluso contraproducente haber sacado a los ex presidentes en masa a mover el trapo rojo en la semana anterior a las elecciones. Aparte de eso, Samper tuvo el problema de que, siendo un hombre joven y formado en el sector privado, nunca fue percibido como la renovación del liberalismo, sino como el símbolo de la politiquería tradicional. Y él, en su afán de corregir esa sensación, se distanció de los caciques y perdió la solidaridad que ellos hubieran podido darle.

Los dos principales aciertos fueron la escogencia de Humberto de la Calle como compañero de fórmula y el triunfo en el debate por televisión. La selecciòn de De la Calle mostró en Samper una capacidad de sortear situaciones críticas, pues un error en ese momento habría sido fatal. Por otra parte, su triunfo frente a Pastrana en ese debate fue más importante de lo que se ha creído hasta ahora. Es muy probable que la victoria de Samper en Bogotá se deba al movimiento del voto de opinión en esa oportunidad. Al fin y al cabo, pese a haber sido muy tarde en la noche, la capital fue la única ciudad donde casi todo el mundo vio el enfrentamiento televisado. El gran palo de estas elecciones fue la derrota de Pastrana en Bogotá, pues antes del debate el ex alcalde aparecía como dueño de la capital en todas las encuestas.

El desafío de Ernesto Samper de ahora en adelante es aumentar el porcentaje de liberales que voten por él en la segunda vuelta. El domingo obtuvo cerca del 75 por ciento de los militantes de su partido. Barco y Gaviria habían conseguido el respaldo de más del 80 por ciento. Esos cinco ó 10 puntos de diferencia son fundamentales el 19 de junio.

También podría contar con la mayor parte de los seguidores de Antonio Navarro, quien obtuvo alrededor de 220.000 votos. Navarro no ha indicado todavía si apoyará a alguien para la segunda vuelta, pero aunque no lo haga parece mucho mas lògico que sus adeptos, que son de izquierda, se inclinen más a votar por un candidato de centro que por uno de derecha. Pero ninguno de estos factores individualmente será decisivo en una contienda electoral que se ha caracterizado por su volatilidad.

Lo paradójico de todo esto es que el liberalismo está en la elección más reñida de su historia reciente con un candidato que es considerado uno de los mejores exponentes de su generación. Por su trayectoria y experiencia, Ernesto Samper es uno de los colombianos más preparados para ejercer la Presidencia de la República. Sin embargo, tiene un problema que deberá superar para la segunda vuelta: la imagen.