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Antonio Navarro, el primero en subirse al ring

Con un año y tres meses de anticipación el exsenador llega de primero a la puja por la Alcaldía de Bogotá. Así está haciendo la campaña que inició esta semana.

3 de agosto de 2018

Antonio Navarro es padre e hijo de la Constitución de 1991. Recién reintegrado el M-19 a la vida civil, representó con Carlos Pizarro el optimismo del mayor cambio institucional asociado a un proceso de paz. Desde entonces, este ingeniero se ha mantenido vigente en todas las esferas de la política nacional sin caer en la política tradicional. Ha sido de la AD-M19, del Polo, Independiente y de la Alianza Verde. No se le conoce un solo escándalo.

A pesar de haber hecho parte del Ejecutivo, como ministro de Salud de César Gaviria, y de pasar por la administración de Bogotá como secretario de gobierno de Gustavo Petro, Navarro es recordado por sus gestiones al frente de Pasto y de la Gobernación de Nariño. De esa ciudad salió con 80 por ciento de popularidad en 1998 y en el departamento terminó su mandato en 2011 con más del 70 por ciento de apoyo. Fue gobernador en la era Uribe y a pesar de estar en la otra orilla ideológica, nunca tuvo el más mínimo encontronazo con el mandatario.

En esta oportunidad, después de tener un papel activo en la campaña presidencial, primero como precandidato de la Alianza Verde, después como vocero de Fajardo y finalmente como escudero de Petro en segunda vuelta, esta semana comenzó su propia correría por la Alcaldía de Bogotá.

El exsenador se encontró su estrategia hace unos meses, cuando tomándose un tinto en una cafetería de Bogotá, aceptó la invitación que le hizo una mesera para almorzar en su casa. Desde entonces ha desayunado, almorzado, comido y tomado onces en 50 casas diferentes, con personas de todas las localidades que lo invitan por Twitter. “Aprovecho ese uno-a-uno para enterarme de los problemas barriales, locales, inmediatos”, asegura.



Convencido en la descentralización a la que dio vida la Carta Política con la que él nació en la vida pública, su meta es recorrer las 116 Unidades de Planeamiento Zonal (UPZ) que tiene Bogotá, con el fin de hacer un mapa de necesidades detallado que refleje los problemas que afectan a cada localidad. Su punto de partida fue San Cristóbal y tiene calculado que recorrerá las otras 115 de aquí a diciembre. Esa es la razón que, según él, lo llevó a anticipar tanto su campaña, basada en el compromiso de poner en marcha presupuestos participativos.

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En los temas macro de Bogotá aún no quiere pronunciarse pues asegura que “todavía le falta tiempo a Enrique Peñalosa y hay que ver qué tan avanzado deja todo”. Se refiere a lo que pueda pasar con TransMilenio por la Séptima, el metro, y la reserva Van Der Hammen. Sin embargo, preferiría el metro subterráneo al elevado y que este se hiciera por el eje de la carrera 11.

Su campaña es austera. Tiene un equipo de tres personas que trabajan ad honorem y paga los 100 km diarios de gasolina que se gasta con los ahorros del Senado. Como hasta ahora no tiene contendores claros, su campaña es tranquila. Pero esa calma podría romperse a finales de año, cuando los Verdes entren a definir cómo escogen el aspirante a la Alcaldía. Es casi seguro que Navarro tenga que enfrentarse con Claudia López por el aval. Es solo cuestión de que pase la consulta anticorrupción de la cual es vocera y termine su doctorado para que se repita un fragmento del cuadro de las presidenciales dentro de la Alianza Verde.

Navarro sabe que ese no será un reto fácil, pues la exsenadora tiene una enorme capacidad mediática y mucha fuerza en Bogotá. Sin embargo, es incierto cuál será el resultado de una consulta que requiere millones de votos para superar el umbral. Y en el mundo político, Navarro es visto como un ser conciliador, con un perfil radicalmente opuesto al estilo confrontacional de López. Según los políticos ahí está su gran potencial. Ni en el uribismo, ni en Cambio Radical, ni en la izquierda, genera resistencias.


Eso puede ser positivo para su campaña en una ciudad que ha mostrado que vota en contravía del sector político que gobierna a nivel nacional. Pero también en la que cada vez las propuestas alternativas y de izquierda tienen más fuerza. En primera vuelta presidencial en Bogotá ganó Fajardo, y en la segunda Petro. Navarro y Claudia estuvieron en las dos campañas y ahora, además de competir entre ellos –vía consulta o encuesta—deberán poner a prueba su capacidad de consolidar puentes con el Polo, el petrismo, y lo que año y medio después quede del fajardismo.

En política, no siempre el que se lanza primero es el más exitoso. Pero Navarro insiste en que recorrerá toda la ciudad y que su estrategia de consolidar apoyos “de abajo hacia arriba” será exitosa. Tiene un espíritu tranquilo y la claridad de que, por ahora, aprovechará al máximo su soledad en el ring.