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"AQUI NO HAY CAPITALISMO SINO FEUDALISMO"

HERNAN ECHAVARRIA OLOZAGA -ENTREVISTA-

16 de junio de 1986

Hernán Echavarría Olózaga, conocido economista y hombre de empresa, fue recientemente condecorado por Incolda como administrador emérito. Esto sucedió apenas unas semanas después de que participara en un viaje, con una delegación de industriales, a Cuba y Centroamérica. Por considerar SEMANA interesantes las observaciones de los procesos de estas regiones por parte de un analista tan calificado como el doctor Echavarría, nuestro jefe de redacción y nuestro coordinador periodístico sostuvieron con él un diálogo, cuyos principales apartes son los siguientes:

SEMANA: Doctor Echavarríá, usted tiene fama de ser un capitalista bastante crítico del sistema. ¿Le parece acertada esta definición?
HERNAN ECHAVARRIA: No sé si como definición sea acertada. Pero no tengo ningún inconveniente en reconocer que el capitalismo es un sistema muy imperfecto. Es un régimen muy ineficiente y, sobre todo, muy egoísta.
S.: ¿ Y cómo aplicaría estos conceptos al capitalismo colombiano? H.E.: Para comenzar, habría que aclarar que en Colombia no hay capitalismo. Lo que hay es feudalismo.
S.: ¿En qué sentido?
H.E.: Existen ciertos requisitos para que un sistema pueda ser considerado capitalista. Uno de ellos es el mercado de capitales. Aquí ya no existe. En una época lo hubo, hace 40 ó 50 años, cuando se fundaron empresas importantes como Fabricato, Coltejer, las cervecerías, etc. Todas eran sociedades anónimas. Eso duró hasta 1979, cuando la sociedad anónima prácticamente desapareció.
Se las cogieron unos tres o cuatro ricos y el gobierno no fue capaz de controlar ese fenómeno. Como consecuencia, hoy en día en Colombia no existe el mercado de capitales.
S.: ¿Entonces fuímos capitalistas y retrocedimos?
H.E.: Es que Colombia no solamente es feudal por el problema del mercado de capitales. Lo es más por que la clase dirigente está interesada sólo en invertir en la tierra y no en otras cosas. Y esa es la característica principal del feudalismo.
S.: Pero, es que desarrollar el sector agrícola no necesariamente es feudal.
H.E.: Es que la mayoría de estas inversiones no se hace para desarrollar el sector agrícola, sino para valorizar las tierras, sin ponerlas a producir.
S.: Usted habla como si hubiera muchas tierras ociosas, pero según el ex presídente Carlos Lleras, en Colombia ya no quedan tierras buenas.
H.E.: Yo creo que él está equivocado. Por ejemplo, en el mismo seminario en el que él afirmó eso, los representantes de la Federación de Cafeteros dijeron que en Colombia había 4 millones de hectáreas disponibles para sembrar café y que está sembrada solamente una cuarta parte. Uno viaja por las sabanas de Bolívar, del Magdalena, etc. y ve que todos esos son charrascale con una cabeza de ganado aqui o allá. En cualquier pueblo, todas las mangas alrededor del área urbana generalmente pertenecen a algún comerciante o profesional que es el rico de la región y que no las cultiva, pues lo que está esperando es su valorización.
S.: Entonces qué se puede hacer, ¿la reforma agraria?
H.E.: Sí, pero yo no creo que obligatoriamente tenga que hacerse expropiando. Desde hace años yo creo que lo que se debe hacer es establecer un impuesto sobre la tierra catastral sin mejoras.
S.: O sea, gravar al que no produce.
H.E.: Hoy en día se grava la producción. Si usted tiene dos predios contiguos de igual calidad, uno explotado y otro sin explotar, el catastro del explotado es el doble o el triple del que está sin explotar. Un catastro inteligente debe tener en cuenta el valor de la tierra y no su productividad. El día que pongan ese impuesto, o se trabaja la tierra, o hay que venderla porque si no, de dónde sale la plata para pagar el impuesto.
S.: Con todo respeto, esto suena un poco simplista. ¿Acaso la reforma agraria puede limitarse a un impuesto?
H.E.: Yo le he dado muchas vueltas a la cuestión. Y, aunque suene muy sencillo, nunca he llegado a nada más concreto, que en mi opinión pueda tener verdaderos efectos.
S.: Usted estuvo recientemente en Cuba. ¿Qué impresión le dejó ese viaje?
H.E.: Es indudable que ha habido grandes progresos. Lo que más me impresionó es que el sistema tiene realmente un criterio claro sobre sus prioridades. Cuando deciden mejorar la situación de la canasta familiar, la educación, la salud, etc., ponen todo el peso del Estado hacia esa dirección, hasta que resuelven esos problemas. No les importa mucho que queden rezagados otros sectores, pues ellos saben que no alcanza para todo.
S.: ¿ Y usted cree que se requiere un sistema comunista para imponer ese tipo de prioridades?
H.E.: No. Yo creo que bajo un régimen capitalista también se pueden determinar prioridades. Sin embargo, hay que reconocer que en Colombia no hemos sido muy buenos para eso. O si no, qué sentido tiene que se hayan hecho inversiones gigantescas en un aeropuerto como el de Rionegro, mientras dejan morir el Hospital de San Vicente de Paul. Los antioqueños están muy orgullosos de su aeropuerto, ¿pero cuántos viajan en avión? Compare usted esta cifra con la de los que se enferman, y hay que reconocer que la cosa no tiene mucho sentido.
S.: Entonces, ¿funciona más el comunismo que el capitalismo?
H.E.: No. Aunque es indudable que ha habido un progreso considerable, hablando usted con la gente se da cuenta de que algo falta en Cuba. Nosotros nos encontramos accidentalmente un par de muchachas muy simpáticas, por ahí de unos 25 años. Una era técnica en grúas, la otra técnica en maquinaria industrial. Después de tomarse unos cocteles con nosotros y de hablamos de todos los logros de la revolución, nos dijeron al final algo inesperado: que ellas y la mayoría de la juventud, si les abrieran las puertas, se irían. Que no les faltaba nada, pero que se sentían en el colegio. Ese pudo haber sido un encuentro excepcional, pero sin duda alguna es muy indicativo.
S.: Más sorprendente tal vez que el hecho de que se quieran ir de Cuba, es que dos muchachas de 25 años sean técnicas en grúas y maquinaria industrial.
H.E.: Esa es de las cosas que más admiro yo de la revolución cubana. Se ha hecho un esfuerzo increíble por tecnificar la sociedad. Un esfuerzo no sólo superior al que se ha hecho en Colombia, sino que probablemente supera al de los Estados Unidos.
Mientras que nosotros nos la pasamos produciendo caballeros de universidad, que no saben hacer nada y a los que después no podemos conseguirles trabajo, ellos orientan a su juventud hacia cosas prácticas y eficientes.
S.: Usted había estado en Cuba hace casi 25 años. ¿Han cambiado mucho sus impresiones de la revolución entre ese viaje y el de ahora?
H.E.: Bueno, yo siempre he respetado mucho a los comunistas. Desde que leí a Marx cuando estudiaba en Londres. Es gente estructurada que sabe para dónde va. No están interesados en robarse unos cuantos pesos. Tienen una doctrina que es el desarrollo y lo logran a un costo que yo no soportaría, como es la ausencia de libertad, pero lo logran. Por lo tanto, yo no es que dudara que el comunismo produjera el desarrollo. Lo que dudaba es que los cubanos se pudieran volver comunistas, y en ese punto sí tengo que admitir que me equivoqué.
S.: En general, no refleja usted mucho optimismo. Si el capitalismo no funciona, ni el comunismo tampoco, entonces ¿cuál es la conclusión?
H.E.: Que es una vaina.--