Home

Nación

Artículo

C O N F L I C T O

Arauca, al límite

En la disputa por las regalías petroleras las Farc reemplazaron al ELN en las continuas voladuras del oleoducto. El departamento no aguanta más., 46576

9 de julio de 2001

Algo va a pasar en Arauca. Lo saben los habitantes de la capital que se reúnen en las últimas horas de la tarde a hablar en la plaza principal, mientras los pajaros revolotean y chillan sobre el palo de mango que está en frente de la catedral. También lo presienten los campesinos que este mes empiezan a recoger la cosecha de 4.000 hectáreas de coca, los vaqueros que arrean ganado hasta Cravo Norte para despacharlo por río hasta el Meta, los contrabandistas de cerveza y refrescos venezolanos y el alcalde de Tame, quien desde el mes pasado abandonó su municipio por las amenazas de muerte de las Farc. Hay una calma chicha, una sensación de aguas mansas a punto de estallar. El ambiente está pesado y las primeras lluvias de la intensa temporada invernal que se avecina lo cargan de presagios.

Motivos de tensión hay de sobra. A mediados del mes pasado Carlos Castaño de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), anunció en una entrevista en el diario español El Mundo que iba a enviar 300 hombres a Arauca para combatir contra los guerrilleros del ELN y de las Farc. El aviso puso paranoica a la gente, y más aún cuando los guerrilleros empezaron a asesinar selectivamente a personas que señalaban como auxiliadores de las autodefensas. El ELN también les recomendó a los comerciantes abstenerse de negociar con gente ajena a la región. El miedo colectivo que provocaron estos hechos violentos se sumó al temor de los araucanos a una crisis económica departamental por cuenta de la abrupta disminución de los ingresos por regalías petroleras.

En marzo recibieron 380 millones de pesos por este concepto, menos del 1 por ciento de lo que les llegaba normalmente y un monto igual al presupuesto de 1984, antes de que se comenzara a explotar el yacimiento millonario en Arauca. Pero esas eran liquidaciones de regalías sobre petróleo producido con anterioridad. Porque desde hace más de 100 días no se bombea ni una gota de petróleo por el oleoducto que va desde el campo de Caño Limón, el segundo más importante de Colombia, hasta Coveñas, como consecuencia de los atentados terroristas. Rara vez se había dejado de producir por tanto tiempo. En 2000 el oleoducto fue volado en 98 ocasiones, la mayor cantidad de ataques que se habían registrado en un año desde 1986, cuando el ELN inició su campaña ‘Despierta Colombia… nos están robando el petróleo’. En lo que va corrido de 2001 este registro de voladuras está a punto de ser superado, lo mismo que la paciencia de las autoridades locales. “La acción de fuerza contra el oleoducto no es ilimitada, la población será juez de lo que pase”, le comentó a SEMANA el gobernador Federico Gallardo.

El país, el departamento, los municipios y la compañía Oxy han perdido millones de dólares a raíz de estas acciones y el consecuente cese de la actividad petrolera. De todos los afectados, en el corto plazo, los que van a llevar la peor parte son los araucanos. “La gente está hasta la coronilla y está rogando que pase algo para que cambie la situación”, le dijo a SEMANA una fuente en Arauca que pidió no ser identificada por cuestiones de seguridad. ¿Cuál situación? Una sui generis porque en este departamento llanero nada es lo que parece, lo que se ve no es tan importante como lo que no se ve y todo el mundo sabe lo que sucede entretelones pero nadie lo comenta por miedo a las represalias. Su realidad puede explicarse con las palabras del siquiatra Carl Jung: “El hombre se acostumbra a todo, siempre y cuando alcance el apropiado grado de sumisión”.



Mecha de la crisis

Arauca vivió durante años en una situación anormal de sumisión. Mientras las regalías regaron generosamente las arcas del departamento a nadie le importó que de cuando en cuando los elenos volaran el oleoducto o que la clase política local quedara atrapada, igual que una mosca en una telaraña, en su órbita de influencia. Fuentes del sector petrolero y del departamento coinciden en que por casi una década el ELN vivió de la producción petrolera. Bien fuera por la extorsión directa a los contratistas que participaban en esta actividad o por la presión que ejercía para la asignación de las regalías y la distribución de los puestos burocráticos. “Los elenos bendicen, presionan y toman cuentas. Son verticales en esto”, le contó a SEMANA un político araucano retirado.

El Estado cerró los ojos a este fenómeno. Las Farc, en cambio, decidieron participar en la repartición de esta torta a como diera lugar. Lo primero que hicieron fue crear una estructura regional similar a la del ELN. Con los frentes 10, 45, 56, 28 y la compañía Alfonso Castellanos crearon el Minibloque Oriental: 850 hombres al mando de ‘Grannobles’, el hermano del ‘Mono Jojoy’. Esta estructura recogió recientemente al comandante y a los 40 sobrevivientes de la columna móvil Arturo Ruiz, la que salió de la zona de distensión hacia el Catatumbo y fue diezmada por tropas del Ejército en Santander.

A partir de 1997 las Farc demostraron su poder militar en el departamento por medio de ataques a la fuerza pública y voladuras del oleoducto. Con los primeros demostraban su poder ante el Estado y con las segundas obligaban al ELN a negociar con ellos. La lógica de las Farc al respecto es simple y no admite discusión: quien tiene el dominio territorial y militar debe tener también el político y económico. El tira y afloje entre los dos grupos se ha mantenido desde entonces. El año pasado, cuando el precio internacional del crudo superó los 36 dólares por barril, el afán de las Farc por participar de las regalías se exacerbó. Redoblaron sus acciones terroristas contra el tubo y lograron, por primera vez en la historia, que el campo petrolero parara absolutamente durante casi un mes. El ELN, para no demostrar su debilidad militar, se adjudicó los atentados y asumió su costo político.

En noviembre pasado, con la captura en Bogotá de ‘El Chino’, identificado como el comandante del bloque Domingo Laín, los elenos de Arauca recibieron un golpe contundente. ‘El Chino’ era el amo y señor de esta región fronteriza, todas las decisiones trascendentales para la vida del departamento pasaban por sus manos. El daño estaba hecho. En su reemplazo fue designado ‘Pablo’. Entre ese momento y 2001 hubo una especie de acuerdo entre los dos grupos que se rompió a partir del segundo mes del año. Los ataques al tubo se reanudaron con una violencia y una sevicia inusitadas.

Los guerrilleros no sólo lo hacían explotar sino que minaban el terreno para retrasar las reparaciones o emboscaban con cilindros de gas a los soldados que llegaban a prestar seguridad . En febrero se bombearon a través del oleoducto sólo 50.000 barriles, en marzo, 9.000. “Nadie estaba preparado para lo que se vino. Es necesario cambiar de estrategia”, dijo una fuente de Ecopetrol.



Estrategia de tregua

El 16 de abril los elenos secuestraron en la carretera a 34 trabajadores del campo de Caño Limón. Tres días después los entregaron en la zona rural del municipio de Arauquita en un acto presidido por el comandante ‘Guillermo’, miembro de la dirección nacional del ELN, y por ‘Pablo’. Ambos explicaron las razones de su organización para volar el oleoducto y se atribuyeron todos los ataques que habían ocurrido desde febrero. El 8 de mayo, durante la sesión de clausura de la Asamblea Departamental, el gobernador Gallardo le pidió al ELN que cesara sus acciones terroristas, que los tenían quebrados, sin regalías.

Con inusitada rapidez los elenos acataron el llamado del mandatario local y declararon una tregua a la infraestructura petrolera entre el 14 y el 25 de mayo. Los araucanos recibieron con resignación el anuncio. Diez días de regalías eran mejor que nada. Las Farc aprovecharon el momento para demostrar de una vez por todas su poderío a los elenos, a los gobernantes locales y al país entero. Un militante de esta organización le dijo a la prensa local que “si los elenos paraban en las voladuras ellos le darían el doble de dinamita al oleoducto durante esos 10 días”. No eran amenazas. En 48 horas llevaron a cabo cinco atentados.

El ELN intentó retomar el control de la situación con el anuncio de que extendería la tregua hasta el 4 de julio próximo. Las Farc respondieron con un atentado el 31 de mayo y otro el pasado 6 de junio. No los han reivindicado pero todo el mundo sabe en Arauca quiénes son los responsables de estos hechos. En este estado de cosas el gobernador Gallardo piensa que “si las Farc querían demostrar fuerza ya lo hicieron. Que demuestren ahora cuál es su contenido político, que digan qué es lo que quieren”. Los araucanos conocen la respuesta a este interrogante pero no se atreven a comentarlo en voz alta: las Farc quieren participar de las regalías y correrle de una vez por todas la butaca al ELN.

En esta guerra por el poder regional todos pierden. El terrorismo ha impedido este año el bombeo a través del oleoducto de 13 millones de barriles de crudo, que hubieran dejado 140.000 millones de pesos en regalías, el 47 por ciento de las cuales hubieran terminado en Arauca. Las Farc han tensionado tanto la cuerda que si la rompen deberán atenerse a las consecuencias. Con sus ataques de los últimos meses lograron ganarse la animadversión de los araucanos, que las Fuerzas Armadas consideraran que la zona ya no era de prioridad secundaria sino primordial, y llamaron en exceso la atención del gobierno nacional y de sus aliados estadounidenses, por ser una empresa de ese país la que está paralizada hace más de tres meses. Una cosa eran los ataques esporádicos del ELN para hacerse oír y otra muy distinta paralizar toda la infraestructura petrolera del departamento. Eso sin hablar del incremento en las hectáreas cultivadas con coca que tiene preocupados también a los funcionarios de antinarcóticos.

Es claro que la situación ya desbordó a los mandatarios locales y que al gobierno le llegó la hora de actuar. Se ha demorado en tomar una decisión porque nadie entiende cómo una Nación con un déficit fiscal considerable, con dificultades serias para financiarlo, al mismo tiempo deje que se pierdan sin preocupación unos 286 millones de dólares, que es lo que han dejado de percibir el gobierno nacional, el departamento y los municipios en lo que va del año. Pero las acciones que emprenda el gobierno no pueden ser pañitos de agua tibia. La falta de presencia del Estado en Arauca no es sólo en materia de seguridad, sino también en asesoría y control para que las regalías se inviertan en progreso económico y social y no se sigan desviando para alimentar la guerra o la corrupción en el mejor de los casos. Algunos funcionarios están hablando de replicar una especie de Plan Colombia, que combine la acción militar efectiva y legítima que le quite el control a la guerrillas con la inversión social que le dé alternativas económicas a los pobladores. También se escuchan propuestas audaces como, por ejemplo, que se estimule la conversión del ELN en Arauca a movimiento político —pues de hecho ya tiene muchos vínculos con alguna política local— para que participe activamente en la transformación social y económica del departamento con los recursos de regalías que aún llegarán por unos pocos años más, y en cambio se persiga a quienes insistan en la vía armada con eficacia.

Los mandatarios locales, Jorge Cedeño, alcalde de la capital, y el gobernador Gallardo, coinciden en que la salida militar puede agravar el problema antes que solucionarlo. Prefieren que se respalden iniciativas suyas como la creación de proyectos de cadenas productivas para reactivar la economía local.

Todas, sin embargo, son soluciones de mediano plazo, pero el tiempo se agotó y el dinero ya dejó de entrar. Por eso, los araucanos están esperanzados en que este invierno pase algo que le dé una vuelta de 180 grados a su situación, que se despejen los miedos, porque como van, van muy mal.