Home

Nación

Artículo

ASI FUE EL DESTAPE

SEMANA revela los increíbles detalles del conflictivo proceso que desembocó en la confesión de Fernando Botero.

26 de febrero de 1996


SI DURANTE EL PRIMER año de gobierno Fernando Botero tuvo la responsabilidad de 'niñerear' permanentemente a Santiago Medina para que no hablara, en el segundo año los papeles se invirtieron. Desde agosto de 1995, cuando el ex ministro de Defensa fue recluido en la Escuela de Caballería al norte de Bogotá la principal preocupación del Presidente era "niñerear" a Botero para que no hiciera lo mismo que Medina. Como no podía hacerlo personalmente les encomendó esta tarea a sus más cercanos colaboradores entre ellos su ministro del Interior Horacio Serpa Uribe y su ex consejero de comunicaciones Juan Fernando Cristo.
A partir de entonces, todos los días, a primera hora de la mañana, Botero recibía tres llamadas telefónicas: la primera, del presidente Samper; unos minutos después, la de Horacio Serpa, y la última, de Juan Fernando Cristo. Los tres le preguntaban por su estado de ánimo, por la familia, por los niños, y antes de despedirse le decían que no se preocupara que todo iba a salir bien. Con bastante frecuencia el Presidente le enviaba libros y algunos documentos importantes para que Botero los analizara y posteriormente le diera una opinión. "En otras palabras, querían hacerlo sentir importante y hacerle ver que todavía pertenecía al grupo de colaboradores del Presidente", dijo a SEMANA una de las personas más cercanas al ex ministro.
Pero las atenciones del alto gobierno para con Botero no se limitaban al registro telefónico. A diario recibía visitas de ministros y consejeros.
Una de las personas que más lo visitaba en la Escuela de Caballería era Serpa, con quien en la campaña electoral había tenido serias diferencias políticas. Los mensajes que le llevaba el ministro del Interior estaban encaminados a tranquilizarlo. Le decía que todos estaban con él y que las cosas iban a salir bien. Pero Botero no quería solidaridad sino resultados y salir pronto de la cárcel.
Frente a esta situación, el alto gobierno hizo saber a Botero que había una fórmula que les permitiría salir adelante. Dicho en otras palabras, el gobierno estaba j ugando todas sus cartas a la caída del fiscal Alfonso Valdivieso por parte del Consejo de Estado. De concretarse la salida del Fiscal, Samper y sus más cercanos colaboradores consideraban que de inmediato podrían agilizar los procesos contra Fernando Botero y sacarlo lo más pronto posible de la Escuela de Caballería. Todo esto sería posible siempre y cuando tuvieran a su favor la clección de un fiscal menos radical que Valdivieso. Durante varias semanas la Casa de Nariño le garantizó al ex ministro de Defensa que el Consejo de Estado se pronunciaría en contra de la continuación en el cargo de Alfonso Valdivieso. Sin embargo, a pesar del optimismo del gobierno, a finales de noviembre el organismo ratificó la permanencia del Fiscal en su cargo hasta agosto de 1998.
Cuando Fernando Botero conoció el fallo del Consejo de Estado y Valdivieso quedó ratificado llegó a la conclusión de que a partir de ese momento su futuro era incierto y que en su camino empezaban a formarse negros nubarrones. Botero tenia una buena relación personal con Valdivieso, pero le preocupaba el hecho de que el proceso se estuviera politizando, tanto que fuera imposible fallar en derecho un caso como el de él. Fue cuando tomó la decisión de contar toda la verdad. Era consciente de que esto implicaba riesgos enormes. Igualmente sabía que su vida cambiaría para siempre. Pero llegó a la conclusión de que no iba a seguir poniendo él solo el pecho por el gobierno.

CAMBIO DE ESTRATEGIA
A partir de la ratificación de Valdivieso, Botero comenzó a considerar que era hora de diseñar una nueva estrategia frente a la situación que estaba viviendo. Esta tenía como primer objetivo un distanciamiento gradual de Samper y un lento acercamiento a la Fiscalía. Desde comienzos de diciembre del año pasado las visitas a la Escuela de Caballería no se limitaban a los altos funcionarios de Palacio. El desfile incluía a los más cercanos amigos de Botero, periodistas y hasta destacados dirigentes empresariales.
A todas esas personas Botero, conocido por ser un hombre que no da un solo paso sin haberlo meditado y consultado cientos de veces, comenzó a manejar un lenguaje que al principio muy pocos entendieron. Hablaba de la falta de solidaridad. Hablaba de su extrañeza por el hecho de que la primera dama, Jacquin Strouss de Samper, no había llamado ni una sola vez a su esposa, María Elvira Quintana, desde el momento en que había sido detenido en la Escuela de Caballería. Hablaba de la angustia de su familia, pues había dos bloques: uno conformado por su padre y esposa, que estaban de acuerdo en que lo mejor era contar todo. Y el otro, su madre y hermanos, quienes tenían muchas reservas sobre esta posibilidad. Quienes lo visitaron por esos días encontraron a un Botero entregado a la lectura de libros que narraban los dramas personales de hombres públicos como Richard Nixon.
Por aquellos días el gobierno de Samner comenzó a escuchar rumores de que el exministro había decidido alejarse del Presidente. El fantasma de Santiago Medina empezó a recorrer los pasillos de la Casa de Nariño. Frente a este hecho buscaron diversas fórmulas para tranquilizarlo. El primer paso que dio el gobierno fue condecorarlo e invitar a Palacio a su esposa, María Elvira Quintana para que recibiera la condecoración.
El segundo paso del gobierno consistió en hacerle saber a Botero que estaban dispuestos a dejar volar el globo del famoso narcoproyecto, con el cual prácticamente quedaba sin piso jurídico el proceso 8.000 y que estuvo a punto de ser aprobado por el Congreso de la República. Ese fue uno de los temas que el presidente Samper y su ministro del Interior, Horacio Serpa, le plantearon a Fernando Botero en la famosa reunión que tuvieron en la Escuela de Caballería el domingo 10 de diciembre del año pasado. La ausencia del ministro Serpa el día en que un grupo mayoritario del Senado aprobó el 'narcomico' hizo pensar a muchos que efectivamente el gobierno estaba tratando de cumplirle a Botero.

LOS SECRETOS DEL 10
La tormenta que alcanzó a desatar el Senado amainó al día siguiente cuando la Cámara enterró el narcoproyecto. Sin embargo, rayos y centellas cayeron cuando el ex ministro tuvo conocimiento de que altos funcionarios de Palacio lo culpaban de impulsar la aprobación del narcoproyecto y que desde su sitio de reclusión había llamado por teléfono a varios parlamentarios para que votaran a favor. "Cuando se enteró de que el gobierno andaba regando esos rumores, Fernando Botero se ind¿gnó de tal manera que a muchos de sus más allegados les llegó a decir quepor fin había entendido que no existía ninguna lealtad por parte de Samper y sus antiguos compañeros de campaña", dijo una de las personas más cercanas al ex ministro.
De una manera más franca y con un lenguaje menos cifrado, Fernando Botero contó a varias personas intimidades de la famosa reunión del día 10 con el presidente Samper. En un principio el encuentro con el Presidente y Horacio Serpa se tenía programado en la habitación que ocupa el ex ministro en la Escuela de Caballería. Pero minutos antes de la llegada del Presidente le informaron que la reunión sería en una de las oficinas del comando de la Escuela. El cambio de sitio le hizo sospechar que la conversación con el Presidente iba a ser grabada. Durante 45 minutos le repitió a Samper que no hablaría de ningún tema mientras no salieran de ese lugar. Samper se disgustó ante el cuento de los micrófonos es condidos, pero tuvo que ceder y salir del recinto. Fue así como Samper, Botero y Serpa recorrieron las instalaciones de la Escuela durante más de una hora. Botero le reclamó al primer mandatario que el gobierno no estaba haciendo nada para solucionarle su problema, que todo se había quedado en promesas, que él estaba preso, pagando una culpa por los tres. Y le dijo además que no estaba dispuesto a continuar detenido indefinidamente sin que existiera una posibilidad de salida. Al final de la reunión Botero le dijo al Presidente que lo disculpara por sus reclamos tan airados pero que le pedía que entendiera que estaba muy nervioso por su situación.
Desde ese momento las estrategias de ambos bandos cambiaron. El gobierno comenzó a visitar con más frecuencia a Botero y a hacerlo cada vez más partícipe de las decisiones que se estaban tomando en Palacio. Botero, a su vez, fue más generoso y amable con sus visitantes para que ninguno de ellos supiera que ya había tomado una determinación: hablar ante la Fiscalía.

PRIMER ENCUENTRO
A mediados de diciembre la estrategia trazada por Fernando Botero comenzó a caminar. El ex ministro decidió enviar un guiño al Fiscal, en el cual le decía que estaba dispuesto a colaborar con la Fiscalía, pero que tenía que ser bajo la más absoluta reserva. Y para mantener el secreto era imposible que Botero saliera a la Fiscalía o que los fiscales fueran a la Escuela de Caballería. Entonces decidieron que su médica de cabecera solicitara un permiso a la Fiscalía para que se le practicaran algunos exámenes de rigor en una de las clínicas de Bogotá. Sin embargo la 'cita médica' se llevó a cabo con el vicefiscal, Adolfo Salamanca.
En esa reunión, que duró un par de horas, el ex ministro de Defensa dejó en claro que quería ampliar su indagatoria con el fin de que el país conociera la verdad de lo que ocurrió en la campaña electoral y le dijo a Salamanca que la actual crisis que vive el país lo llevó a tomar esa decisión. Al final de la reunión Botero señaló que estaba dispuesto a realizar la diligencia judicial a partir de enero pues, por las fiestas navideñas, diciembre no era el mes más indicado para ello. La Fiscalía, por su parte, dejó en claro que no podía existir ningun tipo de acuerdo previo y que la unica valorización que realizaria seria la de su confesión.

También Botero entró en contacto con la embajada de Estados Unidos a la cual le hizo saber que quería conservar su visa en ese país. El embajador Myles Frechette le contestó que Estados Unidos no podía aceptar ningún tipo de negociación, pero en la medida en que la Fiscalía colombiana avalara su testimonio el Departamento de Estado tendría eso en consideración.
Mientras tanto el gobierno de Samper estudiaba nombres para el cambio de gabinete ministerial. El domingo 17 de diciembre, una semana después del encuentro Samper-Botero, el entonces secretario general de la Presidencia, Juan Manuel Turbay, junto con Juan Fernando Cristo, visitaron en las horas de la noche a Botero en su sitio de reclusión. La reunión era para informarle al ex ministro el cambio de gabinete y para consultarle si estaba de acuerdo o no con los candidatos que se habían estudiado. Igualmente le manifestaron que el Presidente le mandaba a decir que el Ministro de Justicia sería nombrado única y exclusivamente por Botero, y que el reemplazo de Ramiro Bejarano en el DAS también sería de la cuerda boterista.
Al día siguiente el presidente Ernesto Samper almorzó en la casa privada con Gloria Zea. Ella dejó en claro a Samper que su hijo Fernando no estaba molesto y que el incidente del domingo 10 había sido por esas cosas del encierro. Samper le contestó que el impasse estaba superado y le mandó a decir a Botero que le enviaría a Juan Manuel Turbay con una máquina de escribir y el formato del decreto para que personalmente pusiera el nombre del Ministro de Justicia.
Ante el ofrecimiento, Botero le hizo saber al alto gobierno que él prefería recomendar dos candidatos | para el Ministerio de Justicia. Sus nombres fueron aceptados, pero inexplicablemente ninguno de ellos fue nombrado. Ese gesto lo interpretó Botero como otra de las malas jugadas del gobierno.

EL DISEÑO DE LA ESTRATEGIA
A pocos días de la Navidad el ex ministro hizo saber a la Fiscalía que continuaba firme en su decisión de colaborar con la justicia. Entonces optó por encerrarse en su cuarto para estudiar cada paso que iba a dar antes del día de su declaración ante los fiscales sin rostro. Lo primero que hizo fue contratar a la prestigiosa firma americana Peter Hart, especializada en asesoría política y encuestas, que había trabajado en los inicios de la campaña presidencial cuando el entonces candidato Ernesto Samper, en compañía de Fernando Botero, Roberto Posada García-Peña y Julio Andrés Camacho, se reunieron en España con el fin de diseñar el modelo de campaña que llevaría a Samper a la Presidencia.
Botero acudió a Peter Hart para que lo asesorara en una estrategia de imagen sobre cómo manejar la situación que iba a afrontar ante los medios de comunicación una vez él comenzara su ampliación de indagatoria. Denunciar a su antiguo jefe era una decisión muy difícl para Botero, pero una vez tomada quería asegurarse que le creyeran. La asesoría, que tuvo un costo de 55.000 dólares, incluyó una serie de encuestas telefónicas en las principales ciudades Bogotá, Medellín y Cali, en las cuales se le preguntaba a la gente cuál de las siguientes frases tenía un mayor impacto ante la opinión pública. En las muestras se incluyeron tres alternativas: a) El presidente Samper planeó, ordenó y ejecutó el ingreso de los dineros del cartel de Cali; b) El presidente Samper ordenó el ingreso de los dineros del cartel de Cali y, c) El Presidente sí sabía de los dineros del cartel de Cali. Tabuladas las encuestas la de mayor aceptación fue la pregunta.
La firma americana también le recomendó la elaboración de un resumen sobre el documento que el ex ministro le entregaría a la Fiscalía como parte de su ampliación de indagatoria, el cual sería enviado a los medios de comunicación. Otra de las recomendaciones de la firma fue la contratación de un vocero (spokes- man) para aclarar cualquier inquietud o duda que dejara su testimonio ante el público. Este nombramiento recayó en el prestigioso abogado Fernando Londoño Hoyos.
Así como Fernando Botero es un hombre metódico y racional, también es supersticioso. Por esto antes de fijar la fecha para hablar se mandó a hacer la carta astral con una experta en el tema. Ella, después de un detallado análisis de los astros, concluyó que el mejor día de enero para el ex ministro era el 22. Y por esa razón decidió ampliar su indagatoria el lunes 22 de enero de 1996.
El último cabo suelto que tenía Fernando Botero era a qué medio colombiano le iba a dar la exclusiva de sus explosivas declaraciones. Después de estudiar y meditar las diferentes alternativas optó que el medio más eficaz era la televisión y que tenía que ser un noticiero en la franja de las 9:30 de la noche. Con esta decisión tomada tenía dos alternativas: QAP o CM&. Una de las razones que lo llevó a escoger a este último fue que el gerente general de QAP, Julio Andrés Camacho, es el mejor amigo del Presidente.

LOS ULTIMOS TOQUES
Una vez que Fernando Botero dsó todo el engranaje publicitario, dedicó su tiempo a uno de los temas que más lo había desvelado desde el momento en que tomó la decisión de colaborar con la justicia: la seguridad de su familia. Después de mucho pensarlo habia llegado a la conclusión de que, una vez hablara, su esposa e hijos correrian demasiado peligro y que para mayor tranquilidad lo mejor era que estuvieran fuera del país. Por esa razón inició una serie de contactos mediante terceras personas y el Departamento de Estado en Washington. La propuesta que hizo llegar el ex ministro fue muy clara: a cambio de colaboración, protección para la familia. Parte de estas gestiones estuvieron a cargo de la propia Fiscalía y algunas de las diligencias las hicieron miembros del clan Botero.
Faltando cinco días para ampliar su indagatoria las cosas con los americanos ffe complicaron. En una reunión que sostuvo la madre del ex ministro, Gloria Zea, con el embajador Myles Frechette, en la que el diplomático le contó cuál era la situación de toda la familia ante las autoridades de su país y en la que se comentó, inclusive, de la vigencia de las visas, se presentó un incidente. Gloria Zea aspiraba a que una vez que Fernando Botero terminara la ampliación de su indagatoria saliera del pais protegido por el gobierno estadounidense. Frechette le dijo que eso era imposible, pues el proceso estaba en manos de la Fiscalía y era ésta la llamada a decir qué sería de la suerte jurídica del ex ministro. No podía haber acuerdos previos. Después de muchas consultas el problema se solucionó y, horas antes de que Botero hablara, sus dos pequeños hijos salieron del País. Fernando Botero inició la ampliación de su indagatoria el pasado 22 de enero a las cuatro de la tarde ante la comisión de fiscales sin rostro. Y aunque parezca increíble, mientras muchas personas conocian en detalle lo que Fernando Botero iba a hablar, el unico que nunca contempló esa posibilidad fue el propio Presidente Samper, quien sólo vino a enterarse a las 7 y 30 de la noche de que el ex ministro habia ampliado su indagatoria ante la Fiscalia. Unos minutos después, Botero concedió sus dos primeros reportajes: uno a Jorge Ramos, de la cadena Univisión, y el otro a Yamid Amat. El resto es historia.