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ASI SE ATRAVESO MAUSS

CON BASE EN VERSIONES DE LA FAMILIA DE LA VICTIMA Y DE LAS AUTORIDADES, SEMANA REVELA COMO LA INTEVENCION DE MAUSS Y DE LA EMBAJADA ALEMANA PUDO ENREDAR Y ENCARECER EL SECUESTRO DE BRIGGITTE SCHOENE.

6 de enero de 1997

Durante varios días de reportería y tras una serie de consultas con la familia Schoene y las autoridades, SEMANA reconstruyó la versión de lo que, según ellos, ocurrió entre el 15 de agosto y el 16 de noviembre. Esta historia, altamente comprometedora para Mauss e incluso parala embajada de Alemania, va a ser tenida en cuenta por la Fiscalía en el proceso que se acaba de iniciar.La fría noche del jueves 15 de agosto, Brigitte Schoene y su pequeño hijo de 5 años descansaban en su casaquinta localizada en un lujoso condominio ubicado en el municipio de Llanogrande, a pocos minutos de la ciudad de Medellín. El silencio de la noche fue cortado de un tajo. Ocho hombres, con sus rostros cubiertos, fuertemente armados y algunos de ellos portando brazaletes del ELN, irrumpieron en la casa de la familia Schoene. Sin mediar palabra ingresaron a los cuartos de la casa y sacaron de sus camas a la empleada doméstica, a Brigitte y a su hijo. Luego los subversivos requisaron la propiedad y se apoderaron de valiosas joyas. Segundos después, uno de los hombres se dirigió a la señora Schoene y en tono enérgico le dijo: "Esto es un secuestro. Todos ustedes se van con nosotros".
En la mañana del 16 de agosto los secuestradores le comunicaron a Brigitte que por cuestiones de seguridad ella sería trasladada de lugar y que su hijo, la doméstica y el celador serían puestos en libertad. En medio del llanto y el dolor ella se despidió de su hijo. Pero durante los tres meses que estuvo secuestrada siempre la acompañó la angustia y el temor de que sus captores no hubieran devuelto al pequeño. Sólo faltando dos semanas para la liberación el alma le volvió al cuerpo cuando un día escuchó por la radio que su hijo se encontraba junto a su padre.
Esa mañana del viernes 16 de agosto las malas noticias no sólo fueron para Brigitte. Su esposo, Ulrich Schoene, que se encontraba en Valencia, Venezuela, en asuntos de negocios, llamó a eso de las 7 de la mañana a su casa pero nadie respondió al teléfono. Unas horas después el señor Schoene fue informado oficialmente por las autoridades colombianas de que su esposa había sido secuestrada. Para él se iniciaba una carrera contra el reloj en busca de lograr su liberación. Para Brigitte era el comienzo de un viacrusis que soportó durante tres meses. Ninguno de ellos llegó a imaginar que en su camino se atravesaría Werner Mauss, el superagente alemán que terminó por convencer a Schoene de que él era la persona indicada para lograr la liberación de su esposa, pues tenía los contactos suficientes en Colombia que le permitirían realizar ese trabajo.
Los primeros contactos
A su regreso a Colombia el señor Schoene inició una serie de contactos con la Policía Metropolitana y la compañía inglesa Control Risk, experta en el tema del secuestro, que había sido contratada por la Basf Química, compañía de la cual Schoene había sido su presidente en Colombia durante varios años. Durante esas reuniones acordaron que toda la información que se conociera sobre el caso de la señora Brigitte sería compartida con el fin de no entorpecer la investigación.Las primeras noticias que tuvo el señor Schoene sobre su esposa aparecieron semana y media después de su secuestro. Un hombre, que se identificó como 'Jorge', llamó a la casa de la familia Schoene. Les dijo que Brigitte se encontraba bien y que si querían volverla a ver tenían que pagar una suma de mil millones de pesos. Las conversaciones con 'Jorge' fueron frecuentes en las siguientes semanas. El tema de conversación siempre fue el mismo: el pago del rescate.
En ese tire y afloje del pago del rescate, el señor Schoene logró convencer a su interlocutor de que sólo podía pagarles la suma de 250.000 dólares por la liberación de su esposa. 'Jorge' le contestó que esa cifra estaba muy lejos de lo requerido por ellos, pero que, como en todo negocio, podían llegar a un acuerdo. En este tiempo Schoene también mantuvo comunicación directa con los funcionarios de la embajada alemana en Bogotá, quienes siempre mostraron interés por conocer la suerte de Brigitte.El 14 de septiembre Ulrich Schoene recibió una llamada personal de Vurweck Borwert, quien en ese momento se encontraba a cargo de la embajada de Alemania en Bogotá. Borwert le manifestó a Schoene que ellos tenían una persona con mucha experiencia en el manejo de secuestrados y que le podía garantizar la liberación de su esposa Brigitte. El embajador encargado le pidió que viajara de Medellín a Bogotá el lunes 16 de septiembre con el fin de llevar a cabo una reunión con ese personaje.Schoene aceptó la propuesta de Borwert y acordó que ese día viajaría a Bogotá. En la tarde se reunió con el embajador encargado y el hombre a quien le iba a presentar. Después de unos minutos de conversación Borwert sugirió que sus dos invitados se reunieran a solas y que para mayor comodidad lo hicieran fuera de las instalaciones de la embajada, para lo cual ofreció el préstamo de su carro oficial.Minutos después los dos hombres abordaron el vehículo y se desplazaron hacia una cafetería localizada a pocas cuadras de la sede diplomática. "Yo tengo una información muy interesante para usted", le dijo el misterioso hombre a Schoene. Y agregó: "Yo trabajo para una organización que presta sus servicios en favor de los secuestrados. En este trabajo hemos logrado la liberación de 87 personas en diferentes partes del mundo y mi labor la he desarrollado en países con graves problemas en el tema del secuestro. He trabajado especialmente en Colombia y lo he hecho con la plena autorización del gobierno alemán". Durante toda esta presentación Schoene permaneció en silencio. "Mi nombre es Jürgen Seidel y por orden de altos funcionarios del gobierno alemán he realizado una serie de investigaciones sobre el caso de su esposa Brigitte. Mis informantes me han dicho que ella se encuentra en poder de un grupo paramilitar y que su estado de salud es delicado. Según esas informaciones, ella está muy mal porque la tienen encadenada y si usted no hace algo pronto las cosas se van a complicar". Schoene le manifestó a su interlocutor que desde el mismo día del secuestro de Brigitte él había tomado la decisión de que las autoridades colombianas manejaran el caso. Le comentó que ese trabajo se había realizado con la asesoría de Control Risk y que los resultados habían sido hasta el momento exitosos.Seidel lo interrumpió para preguntarle cuánto dinero estaba dispuesto a pagar por el rescate de Brigitte. El contestó que una cifra no superior a los 250.000 dólares. Seidel soltó la risa. "Perdóneme señor Schoene, pero usted está equivocado. Mis informaciones revelan que la banda que tiene en su poder a su esposa va a exigirle a usted un pago entre 1,2 y 1,5 millones de dólares". Guardó silencio por unos segundos y luego vaticinó: "Mire, señor Schoene, déjeme decirle lo siguiente. Yo hablé con algunos contactos del grupo guerrillero del ELN y ellos me aseguraron que no tienen a su esposa. Ella está secuestrada por los paramilitares y va a ser muy difícil que usted, junto con la Policía y Control Risk, logren liberarla. En cambio con mi experiencia le puedo garantizar que en menos de dos semanas yo puedo lograr su liberación. Yo lo único que le voy a exigir es un dinero con el cual cubriría algunos gastos que voy a tener para desarrollar mi trabajo. Piénselo muy bien y en tres días nos volvemos a comunicar". En la mañana del jueves 19 de septiembre Seidel se comunicó con Schoene. Fue una conversación breve y escueta: "Mire, señor Seidel, quiero informarle que no me interesa su propuesta. He tomado la decisión que el caso de mi señora sea manejado por las autoridades colombianas. Quiero pedirle que no se meta en este caso. Muchas gracias por su interés, hasta pronto".
Días difíciles Ulrich Schoene estaba convencido de que el capítulo de Seidel estaba cerrado. En los días siguientes tuvo nuevas conversaciones con el embajador (e) Borwert, a quien le contó su decisión. Este no estuvo de acuerdo pero le dijo que mantuviera contacto con la embajada para que ellos conocieran de primera mano la forma como se iba desarrollando el proceso de la señora Brigitte.Pero con los días las cosas se complicaron. Schoene perdió contacto con 'Jorge'. Este no volvió a llamarlo. Pasaron casi cuatro semanas sin que él y las autoridades supieran de la suerte de Brigitte. En medio del desespero Schoene recibió una llamada que lo sorprendió. Al otro lado de la línea Seidel lo saludó con un gran alborozo. "Ahora sí sé dónde está su señora. Quiero confirmarle en un cien por ciento que ella está en poder de una banda de delincuentes".Schoene no podía creer que otra vez estuviera en comunicación con el hombre a quien le había pedido que no se metiera en el caso y en el cual confiaba muy poco. Sin embargo, en esos momentos, cuando había perdido el contacto con el grupo que tenía secuestrada a su esposa, Seidel aparecía como una especie de tabla de salvación."Señor Schoene, para que usted esté tranquilo y podamos saber en qué estado se encuentra la señora Brigitte necesito que me suministre tres preguntas sobre su esposa, para enviárselas por intermedio de un contacto que conseguí, y si las responde sabremos que se encuentra viva".Hacia finales de octubre Schoene se comunicó de nuevo con Vurweck Borwert, a quien manifestó que no tenía otra salida distinta a la de trabajar con el hombre que él le había presentado. Le pidió el favor de que los comunicara lo más pronto posible. Fue así como el miércoles 30 de octubre Seidel volvió a comunicarse con el esposo de Brigitte. El había elaborado tres preguntas. La primera tenía que ver con el lugar donde su pequeño hijo había aprendido a nadar. La segunda estaba relacionada con la fecha y el pueblo donde había nacido Brigitte. Y la tercera que se le ocurrió fue más anecdótica: qué flores había en la sala de su casa el 15 de agosto, día en que ella había sido secuestrada.Brigitte recuerda, entre risas y burlas, que cuando sus captores le hicieron conocer el cuestionario de supervivencia ella no había tenido ningún problema en responder las dos primeras preguntas. Pero con la tercera las cosas se le complicaron. En sus últimos tres meses de vida lo único que había hecho era llorar por la tortuosa vida que llevaba como secuestrada y por su angustia de saber si su pequeño hijo había regresado a casa o también estaba en poder de la guerrilla.
El domingo 3 de noviembre el embajador encargado Vurweck Borwert se comunicó con Schoene para informarle que Seidel le había llevado las respuestas del cuestionario. Al escuchar las respuestas entendió que su esposa estaba viva. Antes de colgar Borwert le insistió que con Seidel tendría la garantía de que su esposa iba regresar muy pronto.Dos días después, el 5 de noviembre, Seidel llamó a Schoene y concretó las exigencias que él tenía para trabajar en la liberación de su esposa. Lo primero que le dijo fue que él no trabajaba para personas naturales sino para empresas. La segunda condición que le impuso fue que tanto él como su pequeño hijo tenían que salir de Colombia. También le solicitó que a partir de ese momento tenía que dejar de lado el trabajo que había desarrollado con la Policía Metropolitana y Control Risk. Schoene se limitó a decirle: "Si esas son sus condiciones yo qué puedo hacer. Las voy a cumplir". Rumbo a AlemaniaEl miércoles 6 de noviembre Schoene y su hijo abordaron en el aeropuerto Eldorado de Bogotá un avión de Lufthansa rumbo a Alemania. Dos días después Seidel se comunicó con Schoene. Se identificó con el nombre de Werner Mauss y le suministró un número telefónico por medio del cual iban a mantener línea directa hasta el rescate de su esposa. "Señor Schoene, le voy a dictar una carta para que usted la redacte, la firme y me la envíe por fax. La carta tiene que decir que usted me da plenos poderes para representarlo en la negociación de la liberación de su esposa y que está dispuesto a cumplir con todas y cada una de las exigencias que ellos hagan".Unos días después, el viernes 8 de noviembre, Mauss llamó a Schoene para comunicarle que realizaría un viaje relámpago a Colombia y que a su regreso le traería noticias. El lunes 11 de noviembre Mauss llamó de nuevo a Schoene y le dijo: "Ya todo está solucionado y le prometo que antes del 23 de noviembre su esposa será liberada".
Regreso a casa
El jueves 14 de noviembre llovía a cántaros en la selva del suroriente antioqueño. Brigitte se encontraba derrumbada por el cansancio y las largas caminatas a las que había sido sometida por sus captores. Esa mañana fría llegó al refugio un joven guerrillero, vestido al estilo Che Guevara, que ella nunca había visto y quien le prometió que el sábado 16 de noviembre sería dejada en libertad.La promesa se cumplió. Ese sábado en la madrugada sus captores le ordenaron que empacara sus cosas porque había llegado la hora de partir. Recorrieron durante siete horas una inhóspita trocha que los llevó a los límites de Cocorná. Allí tenían que cumplir una cita con otro grupo de hombres, quienes se encargarían de llevarla hasta donde se encontraba su esposo.Pero sólo hacia las 8 de la noche se logró el contacto. En un viejo jeep llegaron cuatro hombres. El conductor, que hacía las veces de baquiano, un cura y una pareja de alemanes. Eran Werner Mauss y su esposa Michaela. "En nombre de la cancillería alemana vengo junto con mi esposa a rescatarla. Voy a llevarla donde su esposo y su hijo que se encuentran en Alemania".
Después sacó de una bolsa una muda de ropa y le pidió que se cambiara. Antes de partir Brigitte se dirigió a sus captores y les dijo: "Hasta nunca jamás". Segundos después partieron. Gastaron dos horas y media para llegar al aeropuerto de Rionegro, Antioquia. Por el camino Mauss le dijo a Brigitte que en el terminal aéreo los esperaba un avión charter que los llevaría a Cartagena, de ahí a Caracas y luego a Alemania. Ella preguntó por su pasaporte y él le contestó que no se preocupara. "Señora Brigitte, por su seguridad a partir de este momento su nombre será Bárbara Baum".
A las once y media de la noche llegaron al aeropuerto. Todo parecía estar bajo control. Pero las cosas se complicaron. Los funcionarios de inmigración empezaron a hacer preguntas. Los hombres del Gaula, encabezados por el coronel Santoyo, que ya estaban sobre la pista de Mauss, arribaron al aeropuerto y en una operación relámpago lo detuvieron. Mauss, que hasta ese momento había tenido sangre fría para enfrentar la situación, se descompuso. Tomó su celular y se comunicó con Carlos Villamil Chaux, a quien le rogó que se comunicara con la embajada alemana para solucionar el impasse. Cuando los hombres del Gaula lo llevaban detenido junto a su esposa, se jugó la última carta: tomó su celular, marcó un número y comenzó a gritar "¡Aquí está el embajador! ... ¡aquí está el embajador!... ¡aquí está el embajador!". El coronel Santoyo cogió el celular, miró a Mauss fijamente a los ojos, y lo apagó.