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¡ATENTADO!

La bomba era chambona pero las intenciones de derribar el avión presidencial eran serias.

24 de marzo de 1997

Poco antes de las 9:30 de la noche del pasado 12 de febrero el noticiero CM& interrumpió la programación de la Cadena 1 de televisión y lanzó un extra informativo. El periodista Yamid Amat dijo que hacia las dos de la tarde de ese día el avión presidencial que transportaba una pequeña comitiva encabezada por el jefe de Estado, Ernesto Samper, para presenciar el partido de fútbol entre las selecciones de Colombia y Argentina, había sido objeto de un atentado cuando aterrizaba en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla.No obstante la gravedad de la noticia muy pocos medios de comunicación recogieron la versión de CM&, pese a que Amat acompañaba a Samper cuando ocurrió el incidente. En los periódicos de circulación nacional el hecho sólo apareció registrado en páginas interiores. La primicia periodística fue desvirtuada luego parcialmente por el comandante de la II Brigada del Ejército, general Rafael Ruiz, quien declaró que en efecto un petardo de bajo poder había explotado a cuatro kilómetros de la cabecera de la pista del aeropuerto unos tres minutos antes de que aterrizara la aeronave. El oficial descartó la gravedad del ataque porque en su concepto el Ejército tenía pleno control de la zona.Al día siguiente, sin embargo, el propio presidente Samper trató de revivir el hecho cuando en una corta declaración a la agencia de noticias Reuters dijo que la carga explosiva estaba compuesta por 20 kilos de dinamita que detonaron cuando el avión realizaba las operaciones de aproximación final sobre el aeropuerto de la capital del Atlántico. El Presidente sostuvo que, después de una visita al lugar de los hechos, los investigadores concluyeron que se trató de "un posible atentado". El primer mandatario agregó que "la verdad es que los que íbamos en el avión no sentimos nada raro. El piloto vio el hongo producido por la explosión y eso lo llevó a tomar la decisión de cobrar altura". Pero ni siquiera la versión presidencial bastó, porque ese mismo día desde Barranquilla el general Ruiz negó que la seguridad del primer mandatario estuviera amenazada tras el estallido del petardo. Al mismo tiempo habitantes de Malambo, caserío situado cerca del lugar de la explosión, dijeron que se escuchó un fuerte ruido que hizo temblar los vidrios de las casas. "Cuando salí a ver qué pasaba vi en el monte una columna de humo", declaró Tomasa González, vecina del sector. Igualmente, uno de los controladores del aeropuerto dijo que desde la torre de control vieron lo ocurrido, pero pensaron que había explotado una de las polvorerías de Malambo. En los días siguientes el tema del supuesto ataque al avión Fokker 001 se convirtió en la comidilla de las reuniones sociales, donde fue ridiculizado el incidente pues a nadie le cabía en la cabeza que un rudimentario petardo de escasos cuatro kilos de dinamita, activado a cuatro kilómetros de la pista de un aeropuerto, pudiera hacer volar en mil pedazos la aeronave presidencial.
La investigación
La historia parecía haber llegado a su fin. No obstante, un documento reservado sobre el caso conocido por SEMANA el jueves, y una decisión de la Fiscalía General de la Nación contra un funcionario de la Aeronáutica Civil de Barranquilla tomada el viernes, demostrarían que las autoridades ya tienen la certeza de que la explosión ocurrida poco antes del aterrizaje sí tenía el poder suficiente para dañar la aeronave, que no se trataba de un simple petardo sino de una bomba con carga dirigida y que era un plan bien concebido desde el punto de vista estratégico.El primer informe oficial elaborado por los organismos de seguridad del Estado contradice las cifras entregadas hasta ahora sobre la localización de la bomba, la cantidad de dinamita empleada, la trayectoria del avión y el tiempo transcurrido entre el momento de la explosión y el paso de la aeronave.El documento dice que el artefacto explosivo fue detonado a las 2:10 de la tarde del 12 de febrero en la finca de Nica y Francisco Varela, a 13 metros de la malla donde están ubicados el marcador interior y las luces de aproximación al aeropuerto.
Los terroristas colocaron la carga a 2.200 metros del sitio donde comienza la pista de aterrizaje, por donde pasa el avión 30 segundos antes de tocar tierra. El artefacto estaba ubicado en línea recta con el VOR, es decir, la radioayuda de aproximación al terminal. Estas mediciones de los expertos dejaron sin piso las declaraciones del general Ruiz a la prensa Igualmente, la investigación señaló que cuando la aeronave pasara por el lugar donde fue colocada la bomba llevaría una velocidad de 245 kilómetros por hora y se encontraría a una altura entre 150 y 200 metros.
CONTINUA...
Por entre un tubo
Establecida esta primera parte de la historia, los investigadores enfilaron sus baterías a averiguar por la verdadera potencia de la bomba. Y en este aspecto se llevaron más de una sorpresa. De acuerdo con el informe conocido por SEMANA, los terroristas emplearon un tubo de PVC, de gran diámetro, y lo enterraron a 1,80 metros de profundidad. Una vez examinaron los restos de la bomba que quedaron diseminados en el sitio de la explosión, los expertos establecieron que el tubo fue llenado con cerca de 40 kilos de dinamita amoniacal. Además, en la parte superior del artefacto los terroristas colocaron objetos metálicos de forma piramidal y rodamientos de vehículos.
Según las pesquisas, los delincuentes emplearon 150 metros de cable, los que fueron instalados a una batería de 1,5 voltios, con la que activaron la carga. El terrorista se ubicó a unos 100 metros del lugar de la explosión, debajo de una especie de cambuche, desde donde divisaba los aviones que se aproximaban al aeropuerto (ver fotografías).
Con base en los elementos descubiertos en el lugar de la explosión, los investigadores concluyeron que los terroristas construyeron una bomba dirigida que habría producido efectos letales si hubiera dado en el blanco.
Estas conclusiones de las autoridades sobre el atentado y el daño real que habría causado la bomba fueron confrontadas por SEMANA con algunos peritos en la materia, quienes coincidieron con los investigadores. Al respecto el capitán Saúl Pertuz, uno de los más reconocidos expertos en estas materias y quien tuvo a su cargo la investigación del atentado contra el avión de Avianca en 1989, sostuvo que el ataque sí era en serio.SEMANA le mostró las fotografías del lugar y el veterano piloto no pudo evitar su sorpresa. "Lo que más me impresiona es que la carga fue colocada justo en el eje del centro de la pista, es decir, que la dinamita estaba colocada en una perfecta línea recta hacia la pista de aterrizaje. Eso hacía más efectivo el ataque". Pertuz agregó que, una vez activada, la carga explosiva podría alcanzar una altura cercana a los 400 metros con una expansión entre 20 y 40 metros (ver ilustración). "Por lo que veo, la construcción, el ingenio, el concepto de la bomba, es de personas que saben de eso. El escenario de tumbar un avión de esta manera es altamente viable. Así habría podido causar los destrozos necesarios para alcanzar y penetrar el fuselaje del avión. Si esa penetración se producía en áreas vitales era muy posible que derribaran el avión".
Luego de observar las fotografías del lugar el experto dijo que una acción de esas dimensiones no se podría dar sin información suministrada por personas que conocieran desde adentro el itinerario del avión.Y estas frases de Pertuz parecieron premonitorias porque el viernes al mediodía la Fiscalía General de la Nación ordenó la captura de uno de los tres controladores aéreos que ese miércoles 12 de febrero trabajaban en la torre de control del aeropuerto. De acuerdo con una fuente consultada por SEMANA, el funcionario de la Aerocivil deberá explicar algunas inquietudes que tienen los investigadores con respecto a su comportamiento. Entre otras cosas porque, según las indagaciones, el día de los hechos el controlador, cuya identidad no fue suministrada, inexplicablemente duplicó su horario de trabajo. La orden contra controlador aéreo se sumó a la captura, el 16 de febrero, de Tito Jesús Mora, presunto miembro de la columna urbana Kaleb Gómez Padrón, del ELN, que opera en la zona. Agentes del DAS lo localizaron en un suburbio de Barranquilla y le encontraron documentos que lo vincularían como posible cómplice de la planeación del atentado.
¿Por que falló?
Terminada la primera fase de la investigación y con dos personas señaladas como sospechosas, los organismos de seguridad del Estado se dieron a la tarea de investigar por qué falló el ataque si estaba tan bien planeado.Aun cuando en este sentido no existen razones contundentes, los investigadores creen que pese a la cuidadosa preparación del plan hubo falta de pericia en su ejecución. Así, los expertos creen que no son la misma persona la que colocó e instaló la bomba y la que la hizo detonar. Al respecto existe información de inteligencia según la cual el artefacto fue colocado la noche anterior, pero "quien llegó a activar la carga se encontró con unos arbustos que le impedían la visión de un punto de referencia que le sirviera al terrorista para tener éxito en el atentado".
En resumen, las personas que montaron la carga explosiva en cercanías del aeropuerto de Barranquilla tenían claramente la intención de asesinar al Presidente de la República. Existen pruebas contundentes de que se trató de una operación riesgosa, que demandó esfuerzos y meticulosidad, como para llegar a la conclusión de que se trató de un simple golpe publicitario.Sin embargo, aunque la intención fuera seria no quiere decir que fuera del todo viable. Todos los aviones en el mundo que han sido objeto de ataques terroristas fueron derribados por una bomba dentro del avión o por un misil antiaéreo. Quienes llevaron a cabo el atentado contra Ernesto Samper estaban tratando de hacer algo que nadie hasta ahora ha podido lograr en ninguna parte del planeta: tumbar un avión en pleno vuelo con una carga explosiva desde tierra.