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Algunos vecinos no respetan los planos presentados y añaden detalles que no pasan por el visto bueno de la Junta Local de Patrimonio ni por el Ministerio de Cultura.
Algunos vecinos no respetan los planos presentados y añaden detalles que no pasan por el visto bueno de la Junta Local de Patrimonio ni por el Ministerio de Cultura. | Foto: Construcción Barichara

Santander

Barichara: construcciones modernas levantan polémica por no conservar estándares de patrimonio

Este municipio santandereano debe cuidar su arquitectura, que le da la categoría patrimonial. Una denuncia sobre la falta de rigurosidad en las obras alerta para que los controles sean más estrictos.

4 de abril de 2021

Barichara es la joya del turismo santandereano, por sus calles empedradas y casas blancas de paredes de tapia que se mantienen intactas después de 316 años de historia, pasan cada año miles de turistas que se enamoran con la arquitectura antiquísima. Ahora muchos quieren quedarse en ese pequeño paraíso de calor abrasador y, de paso, lo echan a perder.

Barichara es un Bien de Interés Cultural de carácter Nacional desde 1978. Por eso, cada construcción en el casco urbano debe contar con una vigilancia expedita. Sin embargo, en los últimos meses un puñado de ciudadanos foráneos han encontrado la manera de hacerle el quite a la veeduría. El abogado y especialista en Derecho Urbano, Oscar Jahir Hernández Rugeles, tiene a su cargo dos procesos en los que las viviendas de sus defendidos se vieron afectados por vecinos pese a que estos presentaron los planos ante la Junta Local de Patrimonio, que debe consultar con el Ministerio de Cultura la vialidad de las obras y, entonces, autorizar las licencias de las mismas.

Hernández detalla que en uno de los casos, el vecino construyó una casa con el visto bueno de patrimonio, pero la construyó completamente diferente a los planos: en lugar de construir su muro propio, se paró sobre el muro de su apoderado, levantando un segundo piso sin permiso, “colocó vidrios cuando en el manual de arquitectura de Barichara se establece que esto tiene que ser en madera”.

Y, como si fuera poco, al vecino le dio por las construcciones modernas, lo que levantó ampolla en el pueblo, y especialmente en esta época en la que Barichara corre un riesgo bastante de alto de quedarse sin agua. “El señor construyó una piscina”, que puede tener una media aproximada de sesenta metros cuadrados.

Hernández Rugeles asegura que varias personas afrontan el mismo problema. Son familias que llegaron de otras ciudades y que se han visto afectadas porque los vecinos que construyeron no cumplieron a cabalidad con los planos arquitectónicos aprobados. “He notado durante el último mes algo muy particular y es que la mayoría de gente que está afectada, diría que 6 de las 10 familias con las que he hablado, son extranjeras y se pierden en la burocracia al momento de ir a quejarse a la alcaldía”.

Plan de manejo y protección

El alcalde del municipio, Alfonso Rodríguez Patiño, reconoció que a Barichara ha llegado mucha gente interesada en comprar terrenos para construir. Pero que este es un tema que requiere una vigilancia estricta que no solo pasa por la administración municipal, sino por la lupa nacional a través del Ministerio de Cultura. “Este es el único municipio del país que tiene un plan de protección especial para la construcción a través del Ministerio de Cultura, y tiene una Junta Local de Patrimonio que es el que aprueba todas las licencias de construcción”, explicó Rodríguez Patiño, aclarando que el problema no se trata de falta de controles.

La ruta para sacar la licencia de construcción puede tomar entre dos o tres meses: “Una vez se tiene la aprobación del Ministerio, Planeación expide la licencia. Con el inicia el proceso de construcción, y la Secretaría de Planeación verifica que la construcción se haga con los planos establecidos. Son temas que se manejan con mucha disciplina hasta ahora”.

Sobre la obra en la que hay piscina, el alcalde dijo que “posiblemente sí tiene un problema ahí sobre un muro. Pero son esos gajes que se dan dentro del proceso constructivo donde alguien puede cometer algún abuso de su vecino”.

Parte de la importancia patrimonial en esta localidad radica justamente en su arquitectura y por ello la insistencia en su cuidado y conservación. No en vano, en 2015 el Ministerio de Cultura emitió la resolución 688 con el ánimo de contar con una ruta de trabajo que permita la protección del municipio. El documento, presentado como Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico de Barichara, es el que da los lineamientos que la Junta de Patrimonio y la alcaldía deben tener en cuenta al momento de otorgar licencias. Y más allá, la vigilancia que se debe tener sobre las obras.

El artículo 121 del plan plantea un seguimiento semestral, con el que la alcaldía “(...) velará por el cumplimiento de las acciones establecidas en la presente resolución y elaborará y enviará semestralmente, independientemente de los mensuales de concesión de licencias, un informe al Ministerio de Cultura, que contenga los avances en la ejecución del PEMP”.

La junta la integran, entre otros, representantes de los artesanos, comerciantes, maestros de construcción, comunidad de Barichara, de la alcaldía, el Ministerio de Cultura. Desde la percepción de Hernández Rugeles, la construcción en Barichara explotó y “están sacando licencias pero no están haciendo el control urbanístico”.

El alcalde resaltó que los procesos de edificación en Barichara tienen muchos ojos puestos encima, y por eso hay control estricto. Aunque evitó hablar con exactitud del número de licencias que se otorgan anualmente, dijo que en promedio mensual se reciben entre ocho y diez.

Sobre la construcción de la piscina que no se contempló en los planos y que pudo haber sido llenada con agua de Barichara, el mandatario local dijo que “la alcaldía está en el proceso para que se adelante la sanción o se corrija el inconveniente”. Y sobre el agua explicó que es un bien que en el municipio se cuida, “se reguló desde hace muchos años en el Concejo y lo volvimos a reafirmar: está prohibido el uso de agua de consumo tanto para piscinas como para la construcción”.

En Barichara, Santander, la construcción debe respetar un manual de construcción patrimonial que se vigila desde el Ministerio de Cultura. | Foto: Karen Salamanca

Justo para las labores de construcción, el municipio dispuso de un tanque especial en la quebrada Barichara, donde los conductores se acercan para surtir los carrotanques, pues el agua de esta quebrada no es apta para el consumo. Para las piscinas, el agua se lleva desde San Gil, que es un municipio cercano, “aquí no se permite el llenado de una piscina con agua de consumo porque el agua de consumo es muy poquita, sería un pecado permitir que esa agua se utilice para cosas suntuarias”, dijo el alcalde.

La escasez de agua es una de las preocupaciones más grandes que tienen en Barichara, el concejal Milton Chaparro dijo que es así desde hace mucho tiempo en las épocas de verano, pues esta situación se repite sagradamente y no hay soluciones a la vista. El concejal recordó que en noviembre de 2019, “el presidente Iván Duque vino al municipio en los talleres Construyendo País y se comprometió de que en el mes de mayo de 2020 ya tendría que haber un plan de acción y le encargó la tarea a los ministerios de Medio Ambiente y Vivienda, pero a la fecha no ha pasado nada”.

El carácter patrimonial de Barichara es un atractivo turístico, pero también una tentación para quienes quieren desarrollar sus proyectos urbanísticos de modernidad. A finales de 2015, SEMANA denunció cómo en 2011 el alcalde de entonces, Israel Agón (y quien repitió el cargo en el periodo 2016-2019), lideró un proyecto para darle lotes a 221 familias de escasos recursos y cinco años después ninguno había recibido las escrituras. El exmandatario se encuentra actualmente detenido en casa por cárcel. e.

En este abril, la Asamblea Departamental sesionará en el municipio para abordar el problema del agua. Aunque en la agenda no está contemplado el asunto de las construcciones ilegales, ya hay una comitiva organizada en el pueblo para no dejar pasar la oportunidad.