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El voto en blanco podría dar sorpresas en las próximas elecciones presidenciales.

1 de junio de 1998

El voto en blanco podría dejar de ser un desconocido para convertirse en un hecho político con identidad si en las próximas elecciones presidenciales se cumplieran las encuestas y se llegaran a depositar 12 millones de votos, como lo han estimado los analistas políticos. De acuerdo con la última encuesta de SEMANA contratada con Invamer Gallup, un 6 por ciento votaría en blanco en la primera vuelta y un 10 por ciento en la segunda, lo que arrojaría un total de 700.000 y un millón de votos en blanco, respectivamente, cuando en las elecciones presidenciales de 1990 y 1994 esta votación no superó la cifra de 80.000.
Porque el voto en blanco puede llegar a convertirse en una cifra apetitosa a esta campaña presidencial le han aparecido _además de los 13 candidatos_ grupos de estudiantes que quieren liderar en el país una masiva votación en este sentido. Ninguno de estos grupos cuenta con un estructura organizada y menos con recursos para mover a la ciudadanía, pero su aparición significa un interés por participar en política y buscar alternativas distintas dentro del sistema. Uno de ellos, llamado Voto Nuevo Milenio, propuso votar en blanco y acompañar la inconformidad con ocho puntos para "exigirle al Estado mediante referendo".
Este intento ha sido entendido por algunos como una actitud oportunista que pretende adueñarse de los votos en blanco para luego respaldar con ellos una propuesta específica. Sin embargo Sergio Ardila, uno de los integrantes del grupo, explica que ellos no tienen interés alguno en robarse los votos sino en "darles un horizonte". Otro grupo de estudiantes de distintas universidades del país, por el contrario, considera que éste no puede tener propuesta alguna y, según explica Iván Becerra, de la Universidad de los Andes, el único interés de ellos es lograr que tenga relevancia política y generar un análisis de las causas del voto en blanco. A estos intentos aislados y con pocas posibilidades de proyección se suman el Partido Comunista y líderes de izquierda que quieren invitar a la gente a votar en blanco para estas elecciones.
Más allá de las diferencias de interpretación, lo cierto es que el voto en blanco no tiene dueño. Lo que estos grupos esperan es que sea considerado como una alternativa, porque la teoría les dice que un mandatario no puede ser indiferente a un gran número de ciudadanos que no comparten sus ideas.
Para los más optimistas, el aumento de la votación en blanco puede significar una repolitización del país y también una voz de aliento en el sentido de que demostraría que los ciudadanos están expresando algún tipo de inconformidad. Sin embargo otros analistas sostienen que la situación del país en este momento es muy compleja y que, como diría el dicho popular, "el palo no está para cucharas". Por eso piensan que una masiva votación en blanco no significará políticamente gran cosa y que, por el contrario, sí podría restarle legitimidad al próximo presidente que, de entrada, prácticamente enfrentará la tarea de reconstruir el país.
Además, quienes tienen la mayor posibilidad de votar en blanco son los electores que forman parte de la franja de opinión. Así, los actuales candidatos a la Presidencia enfrentarán el reto de convencer a ese porcentaje de votantes que hasta el momento han expresado en las encuestas su intención de votar en blanco. Antanas Mockus ya empezó cuando dijo que "votar en blanco es como girar un cheque en blanco".
Lo único cierto hasta el momento es que este aumento en la intención de votar en blanco hará muy difícil, por no decir imposible, que algún candidato presidencial gane en la primera vuelta, pues para ello debe obtener la mitad más uno del total de la votación y a la hora de calcular el total se tienen en cuenta los votos por todos los candidatos más los tarjetones que tengan marcada la casilla en blanco.

La otra cara
En Colombia el voto en blanco no ha sido significativo y muy pocos analistas políticos le han dedicado tiempo. Este se entiende como una expresión de inconformidad con los candidatos mas no con el sistema. Pero en un país donde la abstención ha sido tradicionalmente alta, es este fenómeno político el que se ha entendido como manifestación de inconformidad y el que ha sido motivo de análisis por parte de los académicos. Tanto es así que en las pasadas elecciones para Congreso, en el caso específico del Senado, los votos en blanco duplicaron la votación más alta obtenida por algún candidato, que en esta oportunidad le correspondió a Ingrid Betancourt, y hasta el momento pocos tienen claras las razones que llevaron a cerca de 350.000 personas a votar en blanco para el Senado.
Un número similar de votos en blanco se había presentado recientemente en 1990, cuando en la consulta para realizar la Asamblea Nacional Constituyente cerca de 350.000 personas votaron en blanco y más de cinco millones a favor, y en 1991 cuando el 8,4 por ciento de la votación para Senado, cerca de 450.000 votos, fue en blanco.
Lo que sí ha quedado claro en las dos últimas elecciones de alcaldes, y gobernadores y Congreso es que el volumen de sufragios ha aumentado y que todo indica que el voto en blanco no tiene ningún interés por quedarse atrás.