RELATOS
Los desgarradores testimonios de los jóvenes del Bronx
El robo, la prostitución y la drogadicción se convirtieron en el refugio de los menores de edad que fueron rescatados de una de las ollas más grandes del país.
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A sus 15 años, Martín* es adicto a las drogas y robar se le había convertido en rutina. Es un niño rescatado del Bronx, donde encontró la familia que nunca tuvo. Un entorno de bandidos, adictos al bazuco y prostitutas.
Las autoridades lo hallaron en una calle del Bronx durante el megaoperativo del pasado 28 de mayo en ese oasis del crimen. Lo entregaron al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y en sus primeras declaraciones dejó claro que sabía poco de sus padres.
“Yo vivo con una amiga. No sé nada de mi mamá. Me sé el teléfono de mi papá, yo hablé con él y le dije que estaba en un centro de emergencia”, les dijo a los funcionarios del ICBF a los pocos días de ser rescatado de una de las ollas más grandes del país.
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“Consumo marihuana todos los días. Me la venden en el Bronx, pero no sé cómo se llaman los que me la entregan. Además, robo celulares en Soacha, el Tunal y en el norte de Bogotá”, relató.
Martín estudió hasta quinto grado. Comenzó a consumir drogas cuando tenía 13 años y a pesar de que intentó regresar al colegio, no tuvo la voluntad de seguir estudiando. En cambio, eligió vivir en esa selva de cemento de ubicada en el corazón de Bogotá, donde recibió una puñalada en la cara por intentar robarse una gorra.
El drama Martín no es inusual, como muestra el relato de Daniel*, de 16 años. A diferencia de Martín, él trabajaba para los temidos ‘Sayayines’. Según él, le debe la vida a uno de ellos, que lo apadrinaba y lo cuidaba en el Bronx.
“El ‘Saya’ a veces me mandaba a las piezas con plata y a sacar la droga porque él estaba muy ocupado (...) Yo me gané la confianza de él”, le contó al ICBF.
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En su testimonio agregó: “Los ‘Sayas’ torturaban a los que robaban dentro de la ‘Ele’. Un día torturaron a un policía, le quitaron los dedos y el man gritaba que a los sapos (policías) los picaban y los pegaban con cemento en las paredes. Yo vi todo eso”.
Cada nueva declaración de un menor parece más dramática que la anterior. A los pocos días de la intervención del Bronx el exdirector del CTI, Julián Quintana, había asegurado a medios de comunicación que en ese lugar había prostitución infantil. Sus afirmaciones fueron soportadas en varias revelaciones que hicieron varias menores al ICBF.
Uno de esos casos es el de Laura*, de 14 años. Ella se prostituía desde hacía siete meses y también era expendedora de “marihuana, pepas, perico y popper en el Bronx”. Por esta actividad, según contó, ganaba 230.000 pesos mensuales.
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“Yo consumía marihuana cada cuatro días en cantidades pequeñas. Ejerzo la prostitución en el centro porque necesito conseguir plata. Gano 35.000 pesos por 15 minutos”, dijo. Y cuando el funcionario del ICBF le preguntó para ella qué era la prostitución, respondió: “Se hace estando en la esquina y ahí llegan los señores y preguntan que cuánto cobra uno un rato para entrar a la residencia. Uno entra y se desnuda en el baño y el señor se quita sólo el pantalón, se coloca el preservativo y después pasa lo que tiene que pasar y ya”.
Un relato similar al de María*, quien desde que vive en la calle tuvo relaciones con hombres y mujeres para conseguir vicio y plata. “A mí me violaron cuatro ‘Sayas’ cuando tenía 13 años (…) Yo me prostituía en el Bronx, en la ‘Ele’, en San Bernardo y en la esquina de la calle 19 con Caracas. Parece que tengo una enfermedad por eso, me han llevado al médico para hacerme unos exámenes a ver qué sale”, narró.
Estos testimonios se derivan de la información que recopiló el ICBF después de recuperar a 134 menores de la olla que hace unos meses intervino el CTI en conjunto con la Policía y el Ejército. Las declaraciones serán utilizadas para algo más que establecer los perfiles de los jóvenes.
Según fuentes cercanas a la Fiscalía, los desgarradores relatos fueron trasladados al ente acusador para investigar los casos, reparar a las víctimas, resarcir sus derechos y para utilizarlos como “prueba contundente en contra de los cabecillas de la organización criminal de los ‘Sayayines’”, el brazo armado del Bronx.
“Se va a hacer una segunda etapa y esos testimonios, más los que falta recoger, van a ayudar a la entidad para tener un acervo probatorio mucho más fuerte en contra de esos delincuentes para cuando sean capturados”, dijo esa fuente a Semana.com.
¿Qué ha pasado con los menores desde el día en que fueron rescatados del Bronx? Según una fuente oficial, de los134 jóvenes, 81 permanecen en manos de el ICBF en diferentes programas.
Explicó que para cada caso se destinó a un defensor de familia con un equipo interdisciplinario que analizó la situación de ellos y definió cómo se restablecían sus derechos.
“Buscan en la individualidad de cada menor para fortalecer esas carencias que dieron lugar a que ellos llegaran a un lugar como el Bronx. También averiguan cómo fortalecer sus proyectos de vida”, aseguró.
Según el funcionario, casos tan aberrantes como la presencia de menores de edad en un entorno como el Bronx se deben a la inestabilidad en los hogares y a la irresponsabilidad de los padres.
Una prueba de ello es el testimonio de Clara*, de 15 años, quien aseguró que empezó a ir al Bronx desde los 11 años para consumir marihuana porque tenía muchos problemas con su familia.
“Mi mamá trabajaba mucho y no estaba en la casa; mis hermanos mayores me maltrataban, me pegaban y me ofendían”, aseguró. “El problema duro empezó este año, empecé a quedarme por fuera de la casa. Antes del operativo duré dos meses metida allá”. Sólo entonces pudo salir de ese infierno de concreto en el centro de Bogotá.