Home

Nación

Artículo

Paola tenía 31 años. | Foto: Archivo particular

BOGOTÁ

La muerte le llegó a Paola en una intervención estética clandestina

La mujer de 31 años cayó en las manos de un falso médico y fue la primera víctima de esta práctica ilegal en el 2016. El aumento de glúteos que buscaba hacerse derivó en una grave infección.

10 de marzo de 2016

Las aparentes ventajas de rapidez, efectividad y bajo precio atrajeron a Paola Andrea Aguilera a tomar una decisión con la que quería mejorar su apariencia: en un centro de estética se haría aumentar los glúteos y así cambiaría esa parte del cuerpo con la que no se sentía conforme.

Con apenas 31 años, era una ibaguereña atractiva, de grandes ojos color café y cabello largo y castaño. Además, madre de dos hijos. Pero cometió el error de confiar en un hombre que, sin estudios que acreditaran su labor, realizaba lo que se supone que son complejas intervenciones estéticas.

Paola se ganaba la vida como comerciante independiente y estaba ilusionada con la cirugía, según cuentan sus amigos. Eligió hacerse el procedimiento luego de las festividades de fin del 2015, quizá con la ilusión de que este sería un año diferente.

La atendió Charlie Gil Roa (de 39 años de edad), quien el día de la intervención, el fatídico 8 de enero pasado, convenció a Andrea de que le podría hacer la delicada operación sin mayores complicaciones.

Pero la verdad era otra. No conforme con que el tratamiento sería realizado con biopolímeros, elementos completamente contraindicados para procedimientos de esta envergadura, Gil tampoco era la persona que usualmente los ejecutaba en ese centro de estética.

Según averiguaron las autoridades, el hombre realmente es un comerciante dedicado a vender productos estéticos y no el médico experto que aparentó ser. El mismo día que intervino a Paola, ella empezó a sentirse mal. Mareos y dolor la acompañaron en las primeras horas, tras la intervención.

Con el paso de los días el sufrimiento aumentó. El 13 de enero la mujer ingresó a la sala de urgencias de la Clínica de Occidente en Bogotá acompañada de sus familiares. Pero ya era demasiado tarde: una bacteria había infectado varios órganos de su cuerpo, entre ellos el estómago y los riñones.

Poco pudieron hacer los médicos y el 25 de enero Paola falleció. Eso sí, antes de morir alcanzó a hacer la denuncia a la Policía y señaló quién había sido el responsable de su desgracia.

Tras el deceso, los investigadores de la Policía iniciaron las pesquisas para dar con el paradero del falso médico. En las primeras indagaciones encontraron que Charlie Gil no sólo se hacía pasar como médico, sino que, además, durante varios meses realizó múltiples intervenciones quirúrgicas de manera ilegal.

En un allanamiento que realizaron la Fiscalía y la Policía al centro estético se hallaron equipos para cirugía estética y medicamentos de uso restringido, que ahora servirán como prueba para que Gil responda ante la Justicia por el delito de homicidio.

El hombre, finalmente, fue capturado el 21 de febrero por la Policía en el barrio Galán, en el suroccidente de la capital.

La jefe del grupo de delitos sexuales de la Sijín, capitán Diana Carolina Guzmán, que adelantó la investigación, les recomendó a las mujeres no realizarse procedimientos en centros de garaje. “Ponen en riesgo su vida ya que no son personas idóneas las que realizan las intervenciones”, advirtió.

Consecuencias

Para las mujeres que se realizan estos procedimientos hay dos consecuencias: las médicas y las legales. Para el cirujano plástico Cristian Suárez, miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, es claro que los biopolímeros no se deben usar y, de hecho, están prohibidos por el Invima.

“Los biopolímeros no se pueden poner en el cuerpo. Su componente principal es silicona industrial y le mezclan muy poco ácido hialurónico, que es muy costoso (…). Las consecuencias son irreparables para las pacientes y no hay un procedimiento que lo pueda reversar”, explicó el especialista.

A este problema se agrega que, en la totalidad de los pacientes, hay consecuencias que se ven a los cinco o diez años, cuando ya existen complicaciones degenerativas en las zonas en las cuales se aplicaron los procedimientos.

Como si fuera poco, Suárez denuncia que a Colombia están llegando médicos con títulos de países de la región, como Perú y Argentina, donde a los profesionales de la medicina se les otorgan diplomas como cirujanos plásticos tras un curso de apenas 15 días.

Para los miembros de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, las mujeres en ninguna circunstancia deben someterse a este tipo de procedimientos en las manos equivocadas, que atentan no sólo contra la salud, sino también contra la integridad y -no en pocos casos- también la vida.