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Borracho elegido

Tenga cuidado: las autoridades distritales no perdonan ni una cerveza si la prueba lo señala. Así se está desterrando el sangriento binomio alcohol-volante en la capital

18 de mayo de 2002

Siempre alegan que son inocentes quienes caen en los retenes de alcoholemia que la Policía Metropolitana viene instalando en los alrededores de las zonas de rumba de Bogotá. Pero, más que el tufo suavizado por los chicles, es el grado de alcohol en la sangre la pistola humeante que detectan tanto el alcosensor como el profesional de Medicina Legal que revisa con ojo clínico a los conductores. Si la prueba da positiva aplican los castigos. Después vienen las excusas: "Sólo me tomé una cervecita".

Entre febrero y abril de este año han sido 1.332 los conductores retenidos por manejar con tragos. Se han vuelto tan estrictos los controles que muchos se cuestionan si a la Alcaldía se le está yendo la mano y si los policías más que borrachos están buscando sobornos.

Pero lo cierto es que simplemente los parámetros cambiaron. La pregunta que todos se hacen es: ¿cuánto puedo tomar sin que la prueba dé positiva? La respuesta de Javier Hernández, secretario de Tránsito de Bogotá (STT), es contundente: "Nada. Si va a tomar la recomendación es que no maneje". Esa es la actitud firme que las autoridades capitalinas han adoptado para combatir las muertes, lesiones y accidentes que provocan los conductores embriagados.

Y ha dado resultados. Mientras que en 2001 el alcohol estuvo presente en 1.716 accidentes en las calles bogotanas, el año pasado fueron 1.522. Además, tanto una resolución de Medicina Legal como el nuevo Código Nacional de Tránsito han dado nuevas herramientas a las autoridades para controlar esta problemática. Medicina Legal disminuyó de 50 a 40 el mínimo de miligramos de etanol en la sangre para que la prueba sea positiva. Como no todo el mundo procesa el alcohol de la misma forma es difícil calcular cuánto se puede tomar para evitar la sanción ya que una persona en ayunas que se ha tomado una cerveza puede registrar más grados que otra recién comida. De ahí la recomendación del secretario de Tránsito.

Por su parte, el Código endureció los castigos a los infractores: una multa de 343.000 pesos y la retención de la licencia de conducir entre ocho y 12 meses. Mientras mayor sea el grado de alcohol el pase se puede suspender hasta por una década.

A esto se le suma que la STT y la Policía aumentaron este año de cuatro a 12 los retenes en sitios clave, como el Parque de la 93, la Zona Rosa y Venecia. La mano dura se extiende también al dispendioso procedimiento para recuperar el carro retenido. Además, si el conductor está realmente embriagado debe cumplir con 40 horas de trabajo comunitario.

Ante la dureza de las multas muchos temen el auge de los sobornos para evitar que se lleven el carro. Aunque no ha habido aumentos en las quejas la STT -pese a su rezago tecnológico- está separando los procedimientos -detención, grúa, 'patios'- para darle transparencia al trámite.

Nadie duda del peligro que acarrea manejar con tragos. No obstante, los colombianos suelen celebrar todo con alcohol. Por tal razón la Alcaldía acompaña las multas drásticas y el endurecimiento de la prueba con campañas en los medios de comunicación, como el del 'Conductor elegido'. "Existe un cambio cultural en entender las consecuencias de mezclar alcohol y manejo pero falta mucho", afirma el secretario Hernández. Si los bogotanos aceptaron ponerse el cinturón y detener el auto ante una cebra es posible que aprendan a entregar las llaves si toman. Así sea "sólo una cervecita".