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"Los osos agradecen seguir siendo osos": directora del Humboldt

Brigitte Baptiste considera positivo que se haya negado el hábeas corpus al oso Chucho de Manizales. Aunque considera importante avanzar en los derechos de la naturaleza, considera que la antropomorfización no es la solución jurídica adecuada.

19 de agosto de 2017

Desde hace un par de meses, el oso de anteojos Chucho se encuentra en el epicentro de una amplia discusión sobre los derechos de los animales en Colombia.

A partir del momento en el que el abogado Luis Domingo Maldonado intentó frenar su traslado de la reserva de Río Blanco en Manizales al zoológico de Barranquilla a través de la figura jurídica conocida como habeas corpus, las cortes encargadas de estudiar el caso han emitido diversas opiniones sobre la forma en que se deben proteger sus derechos.

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El último capítulo de la saga jurídica ocurrió el miércoles 16 de agosto, cuando la sala laboral de la Corte Suprema de Justicia negó el procedimiento jurídico que le había sido concedido unas semanas antes. En su sentencia, el magistrado Fernando Castillo Cadena consideró que el hábeas corpus era un mecanismo creado para defender los derechos de los individuos y que por lo tanto no aplicaba para los animales. Con lo cual, decretó de facto la permanencia de Chucho en el zoológico de Barranquilla.

Sin embargo, nuevamente algunas voces se elevaron en contra de lo que consideraron como una afectación para el oso que pasó de una situación de semilibertad a la de cautiverio. Mientras que del otro lado se posicionaron los que estimaron que era mejor que el oso estuviera bien alimentado y se encontrara en compañía de otros miembros de su especie.

En medio del barullo, la voz de Brigitte Baptiste, bióloga y directora del Instituto Alexander Von Humboldt sorprendió cuando trinó "Habeas corpus no califica para animales. Oso agradece seguir siendo oso y quedar en manos sensatas".

Para Semana, Brigitte aceptó contestar algunas de las preguntas sobre los derechos de los animales que han surgido a partir del caso de Chucho y de los bandos que quieren decidir sobre su destino.

SEMANA: Su trino indica que usted concuerda con la decisión de negar el hábeas corpus al oso chucho, ¿cree que hay que evitar la antropomorfización de los animales?

Brigitte Baptiste: La situación es realmente muy interesante porque el oso al haber nacido y vivido toda su vida en cautiverio, realmente comparte unos atributos humanos muy particulares. Es un oso semi doméstico, semi silvestre y ese es un estado intermedio para el cual la normatividad tiene que desarrollar unos principios intermedios.

Es por ese motivo que el concepto de hábeas corpus no debe ser transferido de manera automática a un animal, así esté parcialmente humanizado. El oso comparte por su condición histórica derechos que nosotros mismos le hemos atribuido o imbuido en su condición de cautividad, pero no son plenos, no lo hacen humano.

Y yo si creo que la línea entre lo humano y lo animal, que es la cultura, es muy importante y por ese motivo creo que habría que desarrollar, si es necesario, nuevos mecanismos de protección para su bienestar. Pero no se puede avanzar en el sentido de convertir a los animales en humanos.

De hecho, parte de mi posición tiene que ver con la misma noción de diversidad. El derecho trata de generar perspectivas unificadoras de los derechos y eso hace que a menudo se pierdan las cualidades diferenciales de los objetos de la ley. Curiosamente, dentro de lo humano tratamos de reconocer la diversidad, los derechos étnicos, los derechos de género, los derechos de personas en discapacidad con lectures específicas para cada uno de esos grupos y en cambio, ahora estamos tratando de generalizar normas humanas para todos los seres vivos. O ese es el riesgo, no es que esté todavía sucediendo.

SEMANA: Parecería que el caso de Chucho ha cristalizado la opinión de una corriente social a favor de humanizar a los animales y concederle cada vez más espacios y derechos culturales. ¿Qué opinión tiene de ese movimiento?

B.B.: Indudablemente estamos pasando de un momento de biofilia a un momento de zoofilia; y no me refiero con esta última palabra a temas de sexo con animales, sino a temas de afecto profundo y relacionamiento íntimo con nuestras mascotas. Yo no puedo opinar sobre si está bien o mal hacer fiestas para los perros y los gatos, pero indudablemente esta humanización de las mascotas trae consecuencias culturales importantes.

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SEMANA: ¿Debe adaptarse el derecho a esos cambios o debe ser una barrera que delimite los contornos de esa transformación?

B.B.: Por supuesto el derecho debe adaptarse a esas condiciones, por más extrañas que parezcan. Allí hay un espacio de difusión en el que no soy experta, pero indudablemente (el caso de Chucho) genera contradicciones entre lo silvestre, los derechos de la fauna y la flora en su contexto ecológico más convencional y los derechos de la fauna y la flora en contextos más antropomorfizados o en contextos culturales en los que incluso los árboles urbanos, por ejemplo, comparten derechos.

Históricamente es muy interesante estudiar la construcción de los atributos culturales de la fauna y de la flora, hay muchos estudios que en distintas culturas reconocen el proceso de introgresión de los árboles ancianos o los animales que se convierten en símbolos históricos... Pero ya cuando la conexión vital se convierte en un tema de emocionalidad personal y grupal... creo que tanto la psicología como la sociología aún deben trabajar para entender nuestras raíces o las raíces del animalismo contemporáneo.

SEMANA: Una de las bases de la argumentación del hábeas corpus era el hecho de que en otros países se hayan concedido derechos más amplios a los animales y a la propia naturaleza, ¿usted considera que Colombia está rezagada al respecto?

B.B.: Los derechos de la naturaleza han ido evolucionando y me parece que es un espacio muy fecundo de innovación jurídica. Ahora el río Atrato tiene derechos, hemos construido agencias para los ecosistemas, pero allí hay una ruptura entre los territorios, los sitios sagrados, la construcción de sentido a una escala más compleja y la aplicación del derecho de los sujetos que, como Chucho, quedarían en el medio. Me gustó mucho la sentencia, no soy experta en el tema, pero creo que hay que pensar con cuidado qué queremos hacer con los derechos de los animales.

Si detallamos cuales son nuestras preocupaciones y sobretodo si las documentamos y tratamos de llenarlas de contenido científico, eso nos puede ayudar mucho. Lo que demuestra ese debate es que el oso Chucho, pese a lo que hagamos, a las maromas que hagamos, no tiene voz propia. Debe ser representado por humanos.