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¡Al fin buenas noticias!

La sobrecogedora visita del papa Francisco, el cese al fuego con el ELN, el posible sometimiento del Clan del Golfo a la Justicia y hasta el partido de la selección fueron un bálsamo frente al pesimismo que se había tomado al país.

9 de septiembre de 2017

Hasta la semana pasada, las palabras pesimismo, derrotismo e incertidumbre podían agrupar los sentimientos que se habían apoderado de buena parte del país en los últimos meses. Y no era para menos. Los numerosos escándalos de corrupción como el de Odebrecht, el de los Ñoños y el de los expresidentes de la Corte Suprema de Justicia tenían indignados a los colombianos. A esto se sumaba el tema de los impuestos, que independientemente de si están justificados, se habían convertido en una obsesión.

Antes de todo esto no faltaban problemas. La polarización política, el acuerdo de paz con las Farc y el deterioro de las finanzas familiares a raíz de la desaceleración de la economía, entre otras razones, han sembrado nubarrones sobre la confianza del país y sobre su futuro.

De ahí que la cascada de buenas noticias en la última semana cayó como un bálsamo que por ahora les ha cambiado el chip a los colombianos. Sin duda, la peregrinación del papa Francisco por el país no ha sido el gran acontecimiento de la semana, sino del año. Sus palabras sencillas, pero profundas y directas sobre la realidad nacional, la reconciliación y la justicia social calaron en el grueso de los colombianos, sin importar si son católicos o no.

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Seguramente desde la visita de Juan Pablo II o las manifestaciones contra las Farc y el secuestro, Colombia no había registrado movilizaciones como las que congregó el sumo pontífice. Si a las calles salieron más de un millón de personas a verlo pasar, muchos millones más lo vieron por televisión.

En un país acostumbrado más a la crítica que al elogio, no es exagerado afirmar que la visita papal fue impecable. El presidente Santos, quien con frecuencia es dado a la hipérbole, estuvo sobrio y mesurado. La organización y la logística estuvieron a la altura de la ocasión. Aunque se mencionó mucho la palabra paz, no hubo explotación indebida ni excesos de ninguna clase.

Casi como si la llegada de Francisco hubiera alineado todos los astros, hubo en la última semana otros hechos positivos que pasaron casi desapercibidos por el tsunami papal. El más importante, tal vez, fue el anuncio del cese bilateral del fuego con el ELN anunciado el pasado lunes. La noticia sorprendió a muchos colombianos, ya que el viernes 1 de septiembre, fecha en que finalizaba otro ciclo de conversaciones en Quito, las negociaciones con ese grupo guerrillero habían llegado a un punto muerto. Incluso, los expertos pronosticaban el inminente fin de los diálogos con el ELN iniciados el 7 de febrero de este año.

Teniendo en cuenta que este grupo guerrillero en sus 50 años de vida nunca había decretado un cese de hostilidades, que lo hubiera hecho es un paso significativo hacia una posible paz integral. De acuerdo con el anuncio, el cese comenzará el 1 de octubre y se extenderá hasta el próximo 12 de enero, pero podría ser prorrogado en la medida en que se cumpla y las negociaciones avancen sobre los demás puntos. Por una parte el ELN se comprometió a suspender el secuestro, los ataques a la infraestructura, a no sembrar minas antipersonal y a no ingresar a sus filas guerrilleras menores de edad. Por su lado, el gobierno se compromete a proteger a líderes sociales, a prestar servicio de salud a los presos de esa guerrilla en las cárceles y a la vez acercarlos a sus familias.

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Lo más sustancial de lo acordado es que por primera vez los elenos se comprometen a no secuestrar, un punto al que no habían querido renunciar desde que se iniciaron las negociaciones y que por razones ideológicas no estaban dispuestos a abandonar sino cuando firmaran la paz.

Otra noticia igualmente inesperada provino de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, jefe del Clan del Golfo, quien le planteó al gobierno su intención de someterse a la justicia junto con su organización criminal. En un video difundido por las redes dijo: “Quiero manifestarles que, como estado mayor, nos encontramos más unidos que nunca con la voluntad firme de que en Colombia se consolide la paz duradera para todos. Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia respetamos los procesos de paz que están en marcha y los que se están consolidando. Queremos ser parte del fin del conflicto para llegar al desarme total de todos los grupos armados del país”.

Por el tono, el contenido y el uniforme de Otoniel es claro que pretende vender la imagen de su grupo no como una organización criminal, sino como uno de los actores del conflicto. Eso no va a ser fácil, pues, en el fondo, como ha dicho el gobierno, se trata de bandas criminales dedicadas al narcotráfico, al asesinato y a la extorsión. Además, este tipo de sometimiento colectivo de organizaciones criminales no está previsto en la legislación, como lo advirtió el fiscal general, Néstor Humberto Martínez. Sin embargo, aunque todavía no es una realidad, es claro que el gobierno va a buscar las vías para desarmar a un grupo que hoy por hoy es la mayor amenaza de los colombianos por sus casi 3.500 integrantes y su presencia en 19 departamentos.

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El clan actualmente controla casi la mitad del negocio del narcotráfico, ejerce una presión oscura en importantes zonas de las costas del Pacífico y el Caribe y ha demostrado una capacidad de terror en zonas como Urabá, Chocó o algunos municipios de Córdoba y Sucre. Los habitantes de estos lugares han tenido que responder a los llamados de paros o cese de actividades hechos por Otoniel y su gente. Lo anterior hace pensar que este proceso de sometimiento no será nada fácil y se convertirá en un reto para el Estado.

Pero no todas las buenas noticias fueron de orden público. El deporte también parece haber recibido la bendición papal. Después de un melancólico cero a cero con Venezuela en las eliminatorias hacia el Mundial de Rusia, muchos anticipaban una derrota ante Brasil, el gigante histórico del continente en materia de fútbol. Sin embargo, la selección dirigida por José Pékerman nunca dejó de tener fe.

El Metropolitano de Barranquilla fue una auténtica caldera, no solo por el clima, sino por el empuje de la gente. Colombia empezó ordenada y controlaba a su rival, pero en un momento de duda Brasil metió el primer gol y la angustia se apoderó de los hinchas. Sin embargo, en el segundo tiempo el equipo sacó su orgullo y un cabezazo de Falcao García empató el juego luego de una gran jugada de James Rodríguez y un centro de Santiago Arias. Ese gol no solo significó el estar un paso más cerca de Rusia, sino que fue un premio a la perseverancia de Falcao, quien ha vuelto a sus días de gloria para mostrar que se equivocaron los que pronosticaron su declive después de su ausencia en el Mundial de 2014.

Otro hecho importante, que por lo ocurrido casi que se volvió de nicho, fue el desempeño de los ciclistas colombianos en la Vuelta a España. En particular el más

destacado fue Miguel Ángel López, Superman, quien a sus 23 años demostró que es uno de los mejores escaladores del mundo y se perfila, según los especialistas, para estar en el podio de las grandes vueltas en el futuro.

Como dice el refrán, “una golondrina no hace verano”. Igualmente, una semana de buenas noticias no soluciona los problemas coyunturales y estructurales que la antecedieron. Ni la polarización se va a acabar, ni los impuestos van a bajar, ni la corrupción va a desaparecer. Pero la visita del papa deja en los colombianos, aunque sea transitoriamente, un estado de ánimo distinto y por lo menos una ilusión.