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"Busco prontuarios, no hojas de vida"

Con trabajo y deporte, en menos de un año el empresario venezolano Alberto Vollmer ha sacado de la delincuencia a 75 jóvenes. Visitó Colombia para exponer su proyecto.

4 de abril de 2004

Un revólver Smith & Wesson calibre 38. Eso era todo lo que buscaban 'Currutaco' y 'Cara de León' una noche de marzo del año pasado cuando asaltaron al celador de la hacienda Santa Teresa, un alambique donde se produce tanto ron como para emborrachar a todo Venezuela. Necesitaban esa arma con urgencia porque estaban metidos en una guerra a muerte entre bandas del municipio Revenga, a sólo dos horas de Caracas. Una población donde la pobreza contrasta con la opulencia de la hacienda Santa Teresa, y donde para 2003 se contabilizaban hasta cinco muertos semanales fruto de la violencia callejera.

Alberto Vollmer de Marcellus, presidente de la empresa ronera, pasaba la mayor parte del tiempo pensando en cómo hacer más dinero, pero también lo desvelaban los indicios de que alrededor de su emporio se incubaba una bomba social. Dos años atrás, 480 familias habían invadido un enorme terreno de su hacienda. Ahora el atraco que hicieron 'Currutaco' y 'Cara de León' le confirmaba la gravedad del problema.

Como los dos cacos ya estaban en manos de la Policía, el empresario se las ingenió para que los dejaran libres, pero bajo su custodia. Tenía la opción de tratarlos con violencia, pues la rabia no era poca. Sin embargo, Vollmer tenía otra idea en la cabeza: darles una oportunidad, tal vez la única que los dos pandilleros tuvieran en su vida.

La propuesta era clara: durante tres meses vivirían en un campamento de la empresa, trabajando en el campo. A cambio, tendrían comida, acompañamiento sicológico y educación. Y tres veces por semana, agotarían toda su adrenalina en el rugby, un deporte rudo que enseña el valor del trabajo en equipo. Superado ese período, tendrían un empleo en la empresa. Si no aceptaban la propuesta, los dos malandrines se irían para la cárcel. Por supuesto aceptaron.

Una semana después, 'Currutaco' y 'Cara de León' estaban tan contentos que trajeron a toda su banda, 22 muchachos, todos interesados en la nueva vida que les ofrecía Vollmer.

Así comenzó Alcatraz, un proyecto por el que han pasado en un año 75 jóvenes, y en el que también se han involucrado las familias de los muchachos.

"Yo no busco hojas de vida sino prontuarios", dice Vollmer, pues los pandilleros más peligrosos tienen más liderazgo en las calles e integrarlos a Alcatraz es garantía de seguridad. Los hechos le dan la razón. En los últimos ocho meses, el municipio de Revenga sólo ha reportado dos homicidios.

Para Vollmer, este no es un asunto de filantropía sino de negocios. Si hay seguridad en su ciudad, habrá más inversión, más mercado y, en consecuencia, más ganancias. Su apuesta es probar este camino, ya que la represión no ha dado buenos resultados.

Durante un año, Alcatraz sólo le ha costado a Ron Santa Teresa 135 millones de pesos y en cambio le ha significado un ahorro importante en gastos de seguridad.

¿Es aplicable un modelo como el de Alcatraz en Colombia?

Vollmer cree que sí. Por eso la semana anterior se reunió con desmovilizados de todos los grupos armados, con funcionarios de la Alcaldía de Medellín, con el Alto Comisionado de Paz y con el presidente Álvaro Uribe para contarles que, guardadas las proporciones, un proyecto como el suyo debería probarse en el país. Si es que los empresarios deciden meterse en el negocio de la paz.