JUSTICIA
El almuerzo secreto del poder
En un gran almuerzo se reunieron las cabezas de la Justicia y los organismos de control con el presidente Duque. En un ambiente muy cordial hablaron de temas muy espinosos como la fuga de Santrich, la JEP, la extradición y la reforma que vendrá para la Justicia.
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Al mediodía del miércoles, dos mil taxistas marchaban furiosos hacia el edificio de la Procuraduría, en el centro de Bogotá, protestando contra el impacto de la revolución digital en su negocio. Mientras tanto, las cabezas del poder judicial se abrían paso en medio del caos para llegar al mismo destino, lo mismo que el presidente Iván Duque con su esquema de seguridad. A pesar del desorden todos llegaron para un almuerzo confidencial donde, paradójicamente, discutieron entre otros temas la necesidad urgente de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar la administración de justicia
El procurador Fernando Carrillo había convocado el almuerzo con una condición exótica: sin protocolo, secretarios ni asistentes. Todos aceptaron el formato y nadie faltó. En el propio despacho del jefe del Ministerio Público –en el piso 25– instalaron una mesa redondo y solo un mesero de encargó de atender a los comensales: tres mujeres y siete hombres, todos con el pasaporte oficial de los más altos dignatarios del Estado.
Discutieron la necesidad urgente de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar la administración de justicia.
Primero llegó el presidente de la Corte Suprema, Álvaro García. Luego la cabeza de la JEP, Patricia Linares, seguida por Lucy Jeannette Bermúdez, presidenta del Consejo de Estado. Después se sumaron la presidenta de la Corte Constitucional, Gloria Ortiz, el fiscal encargado Fabio Espitia, el contralor Felipe Córdoba, y el presidente del Consejo Superior de la Judicatura, Max Flórez. Duque llegó de último. Antes de pasar a manteles comentaron el reciente fracaso de la selección en la Copa América y alguien señaló con ironía que los taxistas en paro eran la mejor solución a los típicos trancones bogotanos, pues mucha gente no sacaba el carro.
Ya a la mesa, Carrillo y el viceprocurador, Juan Carlos Cortés, dieron un breve saludo y sin más surgió el gran tema político-judicial del momento: la fuga de Jesús Santrich. Duque dijo que ya consumada la burla del exguerrillero a la Justicia lo más importante sería que el Estado –como un todo– lograra materializar el mensaje de que a quien obra bien, le va bien, y quien mal, mal. En ese punto el presidente de la república entregó una de las grandes sorpresas del encuentro. Duque señaló que en sus recientes declaraciones sobre el caso Santrich había tratado de “ser cauto”, y que lo había hecho por respeto a las cortes y en general en atención a la autonomía de la rama judicial. Y causó sensación cuando dijo, en tono amable, que ya estaba muy claro que la JEP hacía parte de la arquitectura institucional del Estado. “Y yo soy el primer interesado en que la JEP tenga éxito”, agregó. Esa afirmación llamó la atención de más de un comensal pues todos recordaban las críticas reiteradas de Duque al tribunal de paz, y las recientes afirmaciones del uribismo a favor de derogar la JEP.
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Patricia Linares, a su turno, señaló que sentía un ambiente renovado con relación a la pugnacidad de tiempo atrás. “No me quiero ni imaginar lo que hubiera sido el tema de la ida del señor Santrich, seis meses atrás…”, anotó la presidenta de la JEP. La magistrada celebró que también ante la Fiscalía General había ahora una mejor coordinación. Precisamente, apenas unas horas antes, la JEP y la Fiscalía habían emitido un comunicado conjunto para informar sobre un mecanismo convenido para que los militares presos por delitos relacionados con el conflicto puedan obtener libertad anticipada y condicionada.
Junto al presidente de la república, Iván Duque, a su derecha, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Álvaro García; el fiscal general encargado, Fabio Espitia; el viceprocurador, Juan Carlos Cortés; la presidenta del Consejo de Estado, Lucy Jeannette Bermúdez; el procurador general, Fernando Carrillo; el contralor, Felipe Córdoba; la presidenta de la JEP, Patricia Linares, el presidente del Consejo Superior de la Judicatura, Max Flórez y la presidenta de la Corte Constitucional, Gloria Ortiz.
Duque recalcó que trabajar de forma coordinada sería aún más crucial en los meses venideros. Dijo saber que próximamente empezarían a llegar “oleadas de paramilitares” extraditados por haber cumplido su pena en Estados Unidos, y que seguramente se iban a meter a los grupos criminales. Y que los que tienen procesos pendientes en Colombia tratarían de buscar ser admitidos en la JEP. Linares señaló que el fenómeno ya se siente. Señaló que dado que el 6 de septiembre vence el plazo para que los terceros se sometan, tienen ya peticiones de todo tipo de personajes que pretenden lograr los beneficios judiciales de la justicia transicional. “Estamos revisando con toda atención –dijo Linares– cada escrito que llega”. Ya bien avanzado el almuerzo, pasadas las dos de la tarde, llegó la ministra de Justicia, Margarita Cabello Blanco. La exmagistrada venía de Cali y su vuelo había tenido un serio retraso. Todos creían que no alcanzaría a llegar y el mesero incluso ya había retirado su silla. Pero lo logró, y de inmediato se incorporó a la charla. Su tema, por supuesto, la reforma a la Justicia que el prepara el Gobierno. La ministra y Duque explicaron que no tenían en mente “una reforma sino muchas, y a distintos niveles”. Dijeron que impulsarán reformas constitucionales, de leyes estatutarias y administrativas internas del poder judicial. E insistieron en que el paquete de ajustes debe romper el esquema de islas ajenas con instanciasdesintegradas o sin la debida coordinación. La ministra señaló que está trabajando para articular a las facultades de derecho en su propósito de una Justicia altamente calificada. El fiscal Espitia aplaudió esa idea y dijo que como profesor sabía que el gran talento está en universidades y que lograr reclutar los mejores para la rama tendría un impacto clave.
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Sobre el asunto de la reforma a la Justicia la mayor novedad vino de Carrillo. El procurador lanzó una propuesta que todos aceptaron de inmediato. El jefe del Ministerio Público explicó que para no fracasar una vez más como ha ocurrido en los últimos lustros, había que impulsar una reforma que invierta la pirámide. Es decir, que no ajuste la cúpula de la rama (como los requisitos para ser magistrado) sino que atienda las necesidades de la gente.Carrillo contó que con miras a ese objetivo ya tenía bastante adelantada la iniciativa de una consulta ciudadana apoyada en las nuevas tecnologías. Dijo que justo el día anterior había tenido una maratón de reuniones con una misión internacional del Banco Interamericano de Desarrollo, y con la ministra de las TIC. Todo con el objetivo de hacer, en tres meses, una consulta que abarque cuando menos el 4 por ciento de la población. “Hay que meterle ciudadanía: al campesino le interesa es que le solucionen el problema de lindero, al señor el lío con su vecino, a la mujer un acceso eficaz para denunciar la violencia intrafamiliar… problemas que nunca ha tocado una reforma judicial”.La idea gustó y todo indica que entre septiembre, octubre y noviembre se harán 32 foros departamentales y 5 regionales usando alta tecnología para que cualquier persona pueda aportar ideas o señalar qué es lo que más demanda de la Justicia. Luego el desafío será canalizar “de abajo hacia arriba” esos insumos para redactar un proyecto que irá al Congreso en diciembre. De otra parte el procurador insistió –y los comensales estuvieron de acuerdo– en la necesidad de avanzar hacia el expediente digital, un propósito que acumula 52 intentos fallidos. La magistrada Ortiz señaló que, por ejemplo, eso tendría un efecto benéfico ante el alud de tutelas que llegan a la Corte Constitucional.
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Hacia las tres de la tarde el encuentro terminó por la agenda de cada invitado. Al momento de la despedida, Duque tranquilizó a la magistrada Linares por el anuncio del DNP de recortar el 30 por ciento del presupuesto a la JEP. “No se preocupe, que eso yo lo arreglo”, dijo el presidente. Luego estrechó con calidez la mano de cada comensal y a las mujeres les dio un beso apurado, “tengo que ir a Bucaramanga, muchas gracias”. No tocaron tres temas espinosos en el almuerzo –tal vez ese silencio sea mucho más elocuente–: la terna para fiscal, la inminente extradición de Andrés Felipe Arias, y la vieja idea de reformar la JEP.