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Gracias al modelo de comercio justo, desarrollado por Cacao de Colombia, los cultivadores tumaqueños han mejorado la calidad de su producto, aumentado sus ingresos y accedido a mercados internacionales.

DESARROLLO

El cacao le compite a la siembra de coca en Tumaco

Con el apoyo de la empresa privada y de organismos internacionales, el grano se podría convertir en la punta de lanza para luchar contra los cultivos ilícitos.

3 de octubre de 2016

"Acudir al creador, y pedirle que siempre nos dé las fuerzas y las energías para enfrentar toda la violencia que existe en Tumaco”. Eso dijo Gustavo Mindineros, un cacaotero tradicional que ha luchado durante años para que los afros de esa área sigan sembrando cacao y no sucumban a la tentación de la coca.

Cuenta que su comunidad ha vivido de este grano durante más de medio siglo, pero que hace 15 años los precios bajaron, lo que causó una profunda crisis económica por la cual “muchas familias se desplazaron a las ciudades y otras comenzaron a cultivar coca para sobrevivir”. Sin embargo, tanto él como algunos de sus amigos no se rindieron ante la tentación del dinero fácil, y, convencidos de que este fruto es “el pasado, el presente y futuro del desarrollo productivo de Tumaco”, han mantenido sus cultivos. De esta manera fundaron Cortepaz, una asociación campesina de la cual Gustavo es el representante legal.

La lucha no ha sido fácil. A la falta de presencia institucional y de apoyo económico, Gustavo y sus compañeros han sufrido las presiones y amenazas de los grupos armados que se encuentran en la región para que no busquen alternativas distintas de la coca. “Nuestro trabajo ha sido difícil. Hacer que nuestra gente recupere confianza en el cultivo ha puesto en riesgo nuestras vidas, pero lo importante es que siempre hemos mantenido la fe en el cacao”, expresa Gustavo.

Pero ¿cómo recuperar la fe cuando cultivar coca es más rentable y menos azaroso? Por una feliz coincidencia, todo se alineó para que este grano volviera a ser atractivo para algunos de los campesinos de Tumaco. Hacia 2011 Gustavo y sus compañeros buscaban la manera para mejorar los ingresos de los cultivadores, y se toparon con Cacao de Colombia, una empresa de chocolates que por la época buscaba varios tipos de cacaos de calidad.

Fundada en 2009 por Carlos Ignacio Velasco y otros emprendedores, Cacao de Colombia exporta chocolates hechos con fruto de alta calidad y aplica un modelo de negocios muy exitoso en la industria cafetera, conocido comúnmente como cafés de comercio justo. Este consiste en promover la diferenciación del grano por su origen, asegurarle al productor acceso a mercados de alto valor y ofrecerle una garantía de compra a precios rentables.
En esa búsqueda de cacaos de origen, Gustavo y Carlos entablaron una relación que ha producido grandes beneficios para ambos. Los cacaoteros tumaqueños mejoraron la calidad del grano, gracias al acompañamiento técnico suministrado por Cacao de Colombia, además de asegurarles un mercado y un precio estable.

Fruto de esa alianza, Cacao de Colombia sacó un producto que el año pasado ganó un galardón en el Salón del Chocolate de París. Por su parte Gustavo y su gente no solo han mejorado sus ingresos, sino que el cultivo ha servido para reconstruir el tejido social deteriorado por el ingreso de la coca y la presencia de los grupos ilegales.

Gracias a este modelo de negocio, Cacao de Colombia se convirtió en la primera compañía colombiana en recibir recursos de Invirtiendo para la Paz, iniciativa creada por Usaid y Acumen (fondo de impacto social que invierte en empresas que desarrollan modelos de negocio para combatir la pobreza), que busca promover la inversión privada y la creación de oportunidades económicas en las zonas rurales de Colombia afectadas por el conflicto.

Con los recursos obtenidos, Cacao de Colombia construyó su nueva planta y ha fomentado el acceso al mercado de cerca de 1.200 pequeños productores de Tumaco (Nariño), Arauca (Arauca) y la Sierra Nevada (Magdalena), con la comercialización de granos de cacao de primera calidad.

Esta historia de los cacaoteros de Tumaco y de unos empresarios chocolateros es un buen ejemplo de cómo los pobladores de las regiones afectadas por el conflicto, los empresarios y organismos de la comunidad internacional pueden aunar esfuerzos para combatir los cultivos ilícitos y beneficiar a todas las partes involucradas.