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SEGURIDAD

¿Cambio de manos?

Los habitantes de la Comuna 13 de Medellín respiran una tranquilidad que no disfrutaban hace años. Sin embargo la presión de los paramilitares amenaza con echar todo por la borda.

23 de febrero de 2003

Solo cuatro dias después de que el Ejército recuperara el control de la Comuna 13 de Medellín el 17 de octubre del año pasado, hombres de las autodefensas, vestidos de civil, golpearon en las casas de padres y parientes de los milicianos que lograron escapar a la arremetida de la Fuerza Pública durante la famosa Operación Orión.

"Ustedes no nos conocen, pero queremos que nos entreguen a su hijo", cuentan que les dijeron. Dígale a ese muchacho que se una a nosotros, le pagamos un sueldo y le protegemos la vida. Si se niega a aceptar -amenazaron- sépanlo que tendrán que irse todos del barrio porque si no lo hacen se las verán con nosotros".

Con esta advertencia los paramilitares, burlando la presencia de los soldados y policías acantonados en el lugar, recorrieron los 20 barrios de una de las zonas más álgidas en materia de orden público en Medellín.

"Unos muchachos aceptaron la propuesta y es así como ahora se encuentran prestando sus servicios a los grupos de autodefensas", asegura una mujer de 45 años que llegó hace 24 a vivir en uno de los barrios de las Independencias parte alta. Y los que se negaron, han tenido que pagar escondite a peso porque a los que han encontrado los han desaparecido. Incluso algunos han aparecido muertos poco después".

Esto, dice un líder de uno de los barrios de la parte baja, ha hecho que en algunos casos la convivencia entre vecinos se haya vuelto insoportable. La desconfianza ha sustituido la camaradería que tuvieron los vecinos durante décadas. "No se sabe si son de un bando o del otro. Y además las familias que han tenido algún muchacho que en mala hora optó por ser miliciano, quedan señaladas y esperan lo peor. A esto se suma que algunos informantes han señalado también a gente que era inocente".

Fue lo que ocurrió, dicen en las Independencias, con tres mujeres de la Asociación de Mujeres de ese barrio a quienes detuvieron por 10 días y luego tuvieron que soltar.

Nadie sabe con certeza cuántos miembros de las autodefensas están allí ni a qué grupo pertenecen. Se habla de que son del Bloque Cacique Nutibara, el Bloque Metro y de las autodefensas del Magdalena Medio. Pero su presencia es discreta. No usan camuflado y tampoco el brazalete rojo que los identifica. Los familiares de los milicianos, sin embargo, los han reconocido en la calle después de las visitas que han hecho a sus casas.

Tampoco están en todos los barrios. Por ejemplo, en Belencito nadie los volvió a ver después de que la gente los denunció y el Ejército reforzó su presencia. Pero en otros, como El Salado, las Independencias, Corazón y 20 de Julio los paramilitares han convocado a la población a reuniones para anunciar que adelantarán 'campañas sociales'.

"Se habla de la llegada de las autodefensas, pero ellos no se han mostrado uniformados sino de civil", dice un habitante del 20 de Julio. Algunos dicen 'aquel es paramilitar' y lo señalan por debajo de cuerda. Conozco dos casos de personas desaparecidas, uno de ellos, hace mucho tiempo perteneció a las milicias y ahora estaba manejando una buseta de San Javier. Es un hombre de 27 años. Su familia es decente".

El otro caso es el de un señor de su barrio que tenía un asadero de pollos a donde algunas veces iban a comer los milicianos. Esto lo marcó como auxiliador y fue suficiente para que se lo llevaran. Ellos son dos de los 16 desaparecidos que tiene registrada la Defensoría en la Comuna 13 desde que el Estado recuperó el control de la zona. Seis de estas personas supuestamente fueron desaparecidas en el barrio El Salado, uno de los más azotados por la violencia.

A pesar de estas denuncias, que son más graves y más generalizadas de lo que las mismas autoridades nacionales y locales han querido aceptar, no se puede desconocer que en comparación con lo que se vivía antes en estos barrios de Medellín la situación ha mejorado sustancialmente.

Parece otra

Cuando alguien recorre hoy la otrora violenta comuna, tiene la sensación de que todo transcurre en tranquilidad. Salvo la presencia de los militares custodiando algunas zonas, ya nada recuerda la violencia que provocó más de 400 muertos en el último año. La gran mayoría de los negocios han vuelto a abrir, los grafitos amenazantes han sido tapados y los colegios funcionan, algunos con una ocupación total.

Un transportador de trasteos de la zona, que trabajó intensamente en los períodos del éxodo de los barrios haciendo hasta 87 acarreos semanales, afirma que desde que el Ejército retornó al barrio han sido muchas las familias que lo han llamado para que las devuelva con sus enseres a sus casas. La Lonja de Propiedad Raíz indica que la desocupación de la zona ha bajado del 51 al 18 por ciento en las 14 urbanizaciones estratos 3 y 4.

Al lado de las calles pavimentadas hay aceras nuevas con pasamanos pintados. Son parte de las obras que ha adelantado la Alcaldía de Medellín para generar empleo.

En general, la mayoría de personas se sienten agradecidas por la decisión del Estado de hacer presencia allí. Sin embargo, cuando se les pregunta su opinión piden que se les garantice su anonimato, lo que revela que aún no llega la tranquilidad plena.

Algunos sienten miedo de que de pronto la Fuerza Pública tenga que irse. "Cuando la Operación Orión dijeron que iban a estar aquí seis meses y ya han pasado cuatro. Entonces ¿después qué va a pasar?", se pregunta un señor de avanzada edad.

Aunque actualmente se construyen comandos de policía que tendrán la misión de prestar vigilancia permanente a los 20 barrios de la Comuna 13 muchas personas aún no están convencidas de que el Estado las protegerá. Sobre todo cuando sienten que las autodefensas continúan allí.

"Nadie desconoce el gran esfuerzo de las fuerzas del orden, tanto de la Policía como del Ejército, así como de los otros organismos que participaron en la Operación Orión. Es más, lo agradeceremos siempre, pero lo que no podemos aceptar es que la tranquilidad ganada a tan alto precio sea puesta en riesgo por la presencia de otros grupos irregulares armados", dice uno de los habitantes de la Comuna 13. Y es que el éxito mismo de la estrategia de seguridad democrática depende de que el territorio que el Estado le arrebate a la guerrilla no lo pierda en manos de los paras.