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. | Foto: Cortesía El Heraldo

CARTAGENA

Cara y sello con la elección de Dionisio Vélez

De nuevo, los cartageneros demostraron su voluntad de no escoger a los políticos de siempre.

Tadeo Martínez, corresponsal de SEMANA en la costa Caribe
15 de julio de 2013

Hace dos años, cuando Dionisio Vélez Trujillo propuso su nombre como candidato a la alcaldía de Cartagena, la gente se mofaba y muchos lo veían como un candidato pintoresco, pues no sólo era un ilustre desconocido, miembro de una de las familias con más tradición en la política cartagenera y colombiana durante el siglo XX, sino que además era cívico y no estaba acompañado por concejales.

Hizo una campaña puerta a puerta con recursos de su familia, mostrándose, dándose a conocer, equivocándose a veces en sus propuestas ante una ciudad incrédula políticamente, pues durante las más de dos décadas de elecciones de alcaldes populares la ciudadanía ha visto como fracasan las buenas intenciones y las promesas.

Dionisio era el verdadero cándido, el iluso que en ese entonces salió a las calles a conquistar la opinión de los cartageneros, a hablar con la gente a decirle “yo quiero ser alcalde, creo que puedo ser buen gobernante”. Los otros candidatos iban amarrados con pesos pesados de la política, incluyendo senadores, representantes, concejales, diputados y los empresarios financiadores que en los últimos años tantos daño han hecho a los gobiernos de turno.

Pero hace dos años, en octubre de 2011, había un candidato arrollador, el popular locutor Campo Elías Terán Dix, cuyo gobierno se truncó por su enfermedad a los ocho meses de haber comenzado y su fallecimiento seis meses después. Pero Dionisio, que era un desconocido cuando propuso su nombre, terminó de tercero en esas elecciones con 58.000 votos, 3.000 por debajo de la veterana exconcejal María del Socorro Bustamente, y más de 100.000 por debajo de Campo Elías.

Ganador inesperado

Por eso, en primer lugar, Dionisio es el gran ganador, porque muy pocos creían que su aspiración pudiera llevarlo a la Alcaldía a pesar de ser un ilustre desconocido. Y su oportunidad era esta, porque existía la recordación de las elecciones de 2011 y porque quienes tienen aspiraciones de ser alcaldes quieren gobernar cuatro años y no lo que falta del periodo.
Pero la tarea no era fácil: se iba a enfrentar a una candidata que conoce la ciudad y a los políticos tradicionales de Cartagena, pero volvió a proponer su nombre y con el antecedente que traía consiguió el aval del Partido Liberal y el apoyo del directorio Distrital Conservador.

Por eso, liberales y conservadores, son ganadores. Y a pesar de que la Dirección Nacional conservadora dio su aval a Miguel Navas Meisel, los concejales Guerra, Betancur y Meza, siguieron apoyando a Vélez.

Cuando salieron las encuestas que lo daban ganador con una diferencia de 20 puntos, 49 % para Dionisio y 29 % para María del Socorro Bustamente, ni los más optimistas lo podían creer, porque en Cartagena una gran cantidad de electores de barrios populares no tienen teléfonos y no responden encuestas. Muchos decían, esos encuestadores llamaron fue a Bocagrande, El Laguito, Manga y a los empresarios amigos de su familia. Por eso las encuestas también ganaron, pues el resultado dio una ventaja a Dionisio sobre María del Socorro de más de 18 % del total de la votación.

Derrotados los de siempre

Otro motivo para no creer en las encuestas es que quienes apoyaban a María del Socorro no son unos aparecidos en la política y cuentan con seguidores tradicionales que hacen parte de sus clientelas. Su madrina es la senadora por Cambio Radical, Dayra Galvis, quien lleva tres periodos en el senado, los representantes Hernando Padaui y William García, este último de las filas del exsenador Javier Cáceres Leal y los concejales de Cambio Radical.

Por eso, estas elecciones atípicas son una derrota también para la clase política tradicional que sólo saber hacer política con sus feudos podridos, con su derroche de recursos, con el desangre de las entidades que controlan y exprimen, como el SENA, el ICBF y la salud, entre otros sectores. No sólo perdió la madrina de la candidata, también perdieron los García Romero, pues sus dos concejales, Cesar Pion y Duvinia Torres Cohen, apoyaron a María del Socorro.

Uno de los grandes perdedores es el representante a la Cámara por Sucre, Jahir Acuña, quien le dio el aval de Afrovides a María del Socorro cuando Cambio Radical y otros partidos como el Liberal y el Verde se lo negaron.

Acuña comenzó su vida política en la Universidad de Sucre apoyado por Salvador Arana, el gobernador que se alió con alias ‘Cadena’ y está acusado del homicidio del alcalde de El Robles Tito Díaz. Cómo será la hermandad que existe entre Acuña y Arana, que el hijo mayor de Acuña se llama Salvador y Acuña hoy vive en el apartamento que durante años vivió Arana en el barrio Venecia de Sincelejo.

Y también pierde la administración distrital de Cartagena, donde hasta el viernes estuvieron firmando contratos de OPS, los cuales hoy estarían superando más de cuatro mil. Hoy lunes el alcalde electo le pidió al alcalde encargado que se abstenga de firmar más contratos, que hay un alcalde electo que deberá tomar las riendas por los próximos 29 meses.

Otra que perdió fue la exesposa del exgobernador de Cambio Radical Joaco Berrío Villarreal y del senador Lidio García Turbay, Rosario Romero, pues en las últimas semanas denunció ante los medios que Dionisio Vélez Trujillo la maltrató cuando convivieron. Pero también se separó en medio de un escándalo del exgobernador Joaco Berrío Villarreal, a quien también acusó de haberla golpeado.

En las redes sociales le preguntaban a Rosario Romero, agente interventora del Hospital la Divina Misericordia de El Banco (Magdalena) cuando el entonces poderoso senador Javier Cáceres le consiguió con la Superintendencia de Salud ese cargo. Allá estuvo unos meses y los banqueños no la quieren volver a ver.

Una tendencia que viene de atrás

En las dos últimas elecciones de alcalde de Cartagena, en las que ganaron Judith Pinedo y Campo Elías Terán, fue derrotada la clase política tradicional, pues Pinedo, aunque había sido concejal y hay quienes la ven como política, se inscribió por firmas, no tenía el apoyo de concejales y políticos pesos pesados y derrotó al candidato que en ese entonces apoyaba la administración de Nicolás Curi. Y la candidatura de Campo Elías Terán también fue la de alguien que no había ejercido la política profesionalmente, pero que se había convertido en un personaje muy popular a través de los micrófonos.

Estas elecciones atípicas mostraron que Cartagena no quiere ser gobernada por los políticos tradicionales que hacen pactos de gobernabilidad sobre el clientelismo. No es cierto como dijo el alcalde electo que Cartagena necesita un gerente, la ciudad necesita un buen alcalde que es mucho más que un buen gerente.

Necesita un alcalde que no pacte contratos, ni puestos, ni transe beneficios para las empresas que pueden pagar impuestos, ni se arrodille ante los lobistas que negocian las concesiones. Esos no pueden ser los presupuestos de gobernabilidad de una ciudad sitiada por la pobreza, las basuras, el caos vehicular, el desorden y la porquería en su plaza de mercado, las pandillas y la inseguridad.

El alcalde Vélez Trujillo, llega con cero kilómetros de corrupción y clientelismo, y aunque está apoyado por unos políticos también cuestionados que ejercen como concejales y no tiene la experiencia de cómo son los procesos en una administración infestada de recomendados de las decenas de clientelas, tendrá que rodearse bien pues no tiene tiempo para aprender a tomar decisiones. No sólo son dos años y medio de gobierno, es el futuro de Cartagena el que está en juego.