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Caro Duce

Salen a la luz pública 200 cartas escritas a Mussolini por mujeres de todas las condiciones, clases y colores.

1 de mayo de 1989

"Les escribían condesas y campesinas, monjas y putas". Y le llegaban entre 30 y 40 mil cartas y mensajes al mes. Así lo afirma la escritora Camila Cederna en la presentación que hace del libro "Caro Duce", que recoge 200 de las miles de misivas que recibió Benito Mussolini entre 1922 y 1943. Entonces, considerado uno de los hombres más poderosos de la Tierra, despertaba una misteriosa atracción sobre los italianos, especialmente las italianas, que se dirigían a él en busca de respuestas, de ayuda, de consuelo. Un equipo de secretarios las seleccionaba diariamente por tema e importancia. Y aunque miles eran firmadas por hombres, por lo menos la mitad eran de mujeres. Mujeres que contaban en esas cartas sus ilusiones y desilusiones, que denunciaban injusticias o pedían dinero, que esperaban cambios o los exigían, sobre todo después de la declaración de la guerra en junio de 1940.

Y es justamente cuando se aplican las leyes raciales, cuando suceden los bombardeos y los soldados parten para la guerra, cuando se empieza a perder la fe en el Duce, considerado omnipotente hasta entonces. Pero eso no lo dice el libro explicitamente. Un grupo de investigadores, encabezado por Giorgio Boatti, seleccionó las cartas, pero no hizo una selección ordenada en el tiempo, de tal forma que se viera cómo iba evolucionando el sentimiento de las gentes a medida que su ídolo iba perdiendo su aureola mítica. Los autores prefirieron un orden por silabas y curiosas palabras. "Una escogencia seguramente arbitraria que reduce y limita el libro a una simple curiosidad o material patético, casi ridículo", como lo dijera una famosa colunmista, Miriam Mafai, haciendo la salvedad de que las cartas valen la pena porque "dejan ver, como por una pequeña rendija, aspectos de la vida cotidiana de esos años que, de otra manera, perderían por completo su significado". Y es que el libro "Caro Duce" se encaja en la nueva visión de una parte de los historiadores italianos y europeos que revalúan la historia del fascismo y aun del nazismo, mediante el énfasis en el aspecto de la modernización y prosperidad que significaron los veinte años de fascismo en Italia.

Cartas de tipo erótico o de amor no recoge el libro, pero son archiconocidas las de Claretta Petacci, la mujer que, como dice Carlos Lleras en su libro "De ciertas damas", "nunca comprendió o no quiso comprender que no había que confundir los sentidos con los sentimientos, y que él pudiera, como dice Navarra, su ayuda de cámara, gozar todos los días de los favores de una nueva visitanle, mientras sólo la amaba a ella". También es famosa la correspondencia de una mujer que se firmaba "Sierva de Dios" a quien ni la policía ni los servicios secretos pudieron jamás identificar. Ella le anuncia, casi como una visión, su trágico fin.

"Caro Duce" entra a engrosar la lista de libros curiosos sobre la vida de Mussolini. SEMANA presenta a sus lectores algunas de las cartas.

Candia Lomellina, Junio de 1931
A Benito Mussolini,
Duce del Facismo.
No me dejo de espantar si no puedo sostener la pluma en la mano, para escribirle acerca de la condición mortal en que trabajamos en los campos de arroz.

Este año estamos peor que los otros años que vivimos y sigue así es mejor que regresemos a nuestras casas, en Roviga, y a los demás lugares de donde vinimos, por que el hambre es mucha y los resultados del trabajo no se ven ni siquiera frente a los tantos sacrificios a los que nos obliga la cosecha.

Las horas, cuando nos va bien, son diez, pero el hacendado quisiera todavía más. Si fuese posible de sol a sol, sin contar sin contar los kilómetros para ir y volver a la granja.

Las horas en el arrozal no pasan rápido si se tienen las piernas sumergidas en el fango y las manos ensangrentadas, cortadas por las malezas que amenazan el arroz. La cabeza no la puedo levantar ni un momento para ver el cielo porque ahí mismo el "capo" te da un berrido. Hace tres días echó a dos de las nuestras, porque les dolía la espalda y se habían levantado porque no aguantaban más, pues a fuerza de estar agachadas con los ojos fijos en el agua, les bailaba la vista y estaban a punto de desmayarse.

Cuando el sol pica y los animales se te pegan a la piel, el "capo" a propósito manda que se lleven el barril del agua para que no se pierda tiempo pidiendo de beber: así que lo tuvimos que amenazar con que nos íbamos todas bajo la sombra de los árboles si no mandaba el muchacho con el barril, porque no es humano no dar agua a quien debe beber.

Por esos el domingo nos quitaron medio kilo de arroz por esa jornada, diciendo que era por la tempestad que no habíamos trabajado. Pero está había durado muy poco y no hubo manera de hacerle cambiar de idea al capataz, que no salió ni siquiera de la ventanilla de donde cuenta la plata.

Duce, toda esa gente prepotente dice ser facista y el domingo mientras estábamos en el patio haciendo la digestión de lo poco que nos pasan de comer. ellos estaban sentados en la mesa frente a la casa con gente de la pesada, que vienen de Mortara y hasta con uniforme, con grados de plata en las mangas y los sombreros con águilas y medallas.

Pero el único interés que tienen ellos por las obreras que descascaran el arroz es ese del domingo por la noche, sobre todo cuando sus esposas están fuera de mira, y sólo por unas horas no nos tratan como bestias, como hacen el resta de la semana. ¿Le parece justo? Duce, diga la palabra que toca para que los sindicatos se decidan a abrir no los dos, sino cuatro ojos y basta de andar del brazo de hacendados y arrendatarios aunque lleven la camisa del mismo color.

De otra manera, para quien como yo le han tocado tantas cosechas, sólo me puede venir la nostalgia de cuando las cosas parecían que iban peor. Pero comparadas con las de hoy, era hasta mejor porque al menos no se fingía estar de parte del trabajador.

Erminia F.


Reggio Emilia, febrero 14 de 1935
año XIII de la era fascista
A su S.E. Benito Mussolini
Duce D'ltalia
Roma

Admiración, fe ilimitada en vuestra excelencia desde el fatídico 1919. La visión neta, luminosa de la Italia del mañana me inspiran. Mujer y joven, le escribí a vuestra excelencia directamente en el año 1922. Hoy el sueño titánico y divino de vuestra excelencia se ha hecho realidad. Me permito enviarle como un homenaje esta mi "Lirica Dux" que, sin estar a la altura del argumento que trata, brotó del corazón ardiente, del corazón agradecido de una italiana que ve en vuestra excelencia a un ser sobrenatural, enviado por Dios sobre la Tierra para el bien de la humanidad.

Pidiendo excusas y homenajeándolo, me despido de vuestra excelencia.
Su devota

Wera B.M.

Inscrita al Partido Nacional Fascista
y al "Dante Alighieri"
Vía Don Giuseppe Andreoli 2, Reggio Emilia
("Me parece valiosa", es el comentario de Mussolini).

Milán. octubre de 1939
Estimado Mussolini:

Ya mismo, por caridad, le suplico que deje la bella Roma, porque no hay tiempo, las cosas se presentan más bien serias y peligrosas ¿Quiere echarse a perder? ¿Tiene la voluntad de decaer para siempre? Y bien, sigue con tu obstinación y perderás todo, todo ¿entiendes? (la mujer cambia frecuentemente del tú al usted)
***

Tú crees que yo te quiero engañar, arruinar para siempre, pero lo que hago es puramente personal y secreto, así que nadie sabe, y jamás sabrá quién ha hecho tanto para salvar nuestro pueblo. Caro Mussolini, cuántas, cuántas lágrimas, cuántas angustias profundas he tenido que tragar sin que nadie lo supiera, cuántas increíbles amarguras. Cuánto me cuenta enviarte esta misma y cuánto esperar y rezar por tu comprensión. Nadie se lo imagina. Sólo Dios, créeme, ha visto mi angustia y desesperación. Sólo Dios sabe lo que he sufrido en estos años en que tú has correteado por allí y por allá, trabajando por el mal.
¿Quieres de una vez, Bendito, despegarte de ese ambiente malvado?
Apenas te vayas de Roma -con papeles y dinero se entiende- Dios te dará inmediatamente prueba de su poder, demoliendo la casa real. Y en breve tiempo conocerás que verdaderamente existe un Dios, que después de tantos años quiere hacerse conocer, En breve tiempo, te repito, se conocerá su poderoza fuerza. Hará desaparecer al rey primero y luego también al hijo. Tendrá la suerte que se merece.

Sierva de Dios


Nápoles, 3 de septiembre de 1940
Duce del Imperio:

Somos Livia D. y Ana Rosa M., estudiantes. Le escribimos felicitándolo por las victorias que nuestra Italia está conquistando gracias a usted y al valor de nuestros soldados.

Pero, oh Duce, hojeando el libro de historia que el próximo año tendremos que estudiar para el examen (que se hará porque la guerra terminará y todo regresará a la normalidad) nos dimos cuenta de que buena parte del programa es hecho por usted: sus victorias, las empresas guiadas por usted, las medidas sabias que usted ha tomado y puesto en práctica. ¿Lograremos acordarnos de todo? ¿Saber la justa fecha de cada hecho del cual usted ha sido protagonista?

Claro, para usted hacer ese examen sería una bobada, porque sabría seguramente todo y no tendría ninguna dificultad para responder y a lo mejor confundiría al más severo y meticuloso examinador.

Pero usted, con su inteligencia, se puede dar cuenta de cómo para nosotros todo sería más difícil de lo que sería para usted.

Ahora estamos aquí en veremos.
Creemos que si pasan nuevos hechos --y con usted son siempre de portada histórica y hay que recordarlos con debida fecha--, los examinadores pueden ampliar el programa y no terminar nunca de interrogar.

Duce, ¿no podría pararse un momento, aunque sea sólo por un año, el que nos sirve para pasar el maldito bachillerato, y no obligarnos a estudiar siempre nuevas cosas? En definitiva ha hecho ya tanto por Italia y por el mundo, que si aun por un año (es más, haciendo bien las cuentas serían sólo 10 meses) toma un poco de alientos y se para, también la historia se parará. Con buenas ventajas para todos los bachilleres.

Se lo agradeceríamos todos.
De nosotras dos, con el afecto de verdaderas hijas comprensivas de vuestro paterno afecto, el saludo fascista más fervoroso.

Livia y Ana Rosa