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Cartagena: S.O.S

Empeñada en salir de la peor crisis de corrupción de los últimos años, la Ciudad Heroica se jugará su futuro en las elecciones locales de octubre.

20 de marzo de 2000

Cartagena de Indias es la ciudad de mostrar en Colombia a los extranjeros por su designación como Patrimonio Histórico de la Humanidad. Es la sede del Reinado Nacional de Belleza y el lugar de reunión más importante del jet set criollo, como quedó demostrado luego de las fiestas de fin año que se celebraron en sus principales hoteles y plazas. Es el puerto donde desembarcó Mick Jagger, la voz líder del grupo Rolling Stones, para conocer la zona amurallada. Y, como si lo anterior no fuera suficiente, se ha constituido en la sede alterna del gobierno de Andrés Pastrana. En Cartagena se resolvió la crisis militar después de la renuncia del ministro Rodrigo Lloreda, se reunieron algunos de los empresarios más importantes del mundo para manifestar su apoyo a la gestión de Pastrana y allí la secretaria de Estado Madeleine Albright impuso su son para el Plan Colombia. Con este panorama cualquier persona podría pensar que la situación de la ciudad es óptima. Pero no es así. La procesión va por dentro y la realidad de lo que está ocurriendo es invisible para algunos cartageneros. No en vano se dice que algunos de éstos se parecen a los caballos de los cocheros porque llevan tapaojos que sólo los dejan ver lo que hay adelante y nunca se enteran de lo que pasa a su alrededor.

Nicolás Pareja, de 34 años, es una de las caras nuevas del Concejo de Cartagena. Su labor pública la combina con su trabajo de abogado comercial y la enseñanza como docente universitario. El sábado 12 de febrero visitó, junto con alumnos de noveno y décimo grado del colegio George Washington, uno de los más exclusivos de la ciudad, un sector del barrio Olaya Herrera. Pareja quería que los estudiantes vieran las condiciones de pobreza y marginalidad en la que vive el 60 por ciento de los 840.000 habitantes que tiene Cartagena. La mayoría de los jóvenes quedaron impresionados, algunas niñas hasta lloraron, porque no podían creer que en un espacio físico relativamente cercano existiera un mundo tan distante del suyo. No entendían, por ejemplo, que en una sola cuadra hubiera 25 niños sin estudiar porque no tenían 100.000 pesos para el pago anual de la escuela. La semana pasada los alumnos hicieron una colecta entre ellos para recoger fondos y ayudar a alguno de los niños del Olaya Herrera. Este detalle no acabará con los problemas educativos de La Heroica (para la muestra un botón: la cobertura en preescolar es apenas del 33 por ciento) pero puede contribuir a tender puentes entre dos mundos que se necesitan para sobrevivir y no caer en el marasmo o hundirse en el atraso.



Distrito en llamas

Los empresarios suelen decir que una de las ventajas comparativas de Cartagena frente a otros sitios del Caribe es que no se encuentra en la zona de huracanes. La verdad es que no los necesita. Con los que se forman en su interior en la arena política basta y sobra. El más reciente tuvo como epicentro la alcaldía del distrito turístico más importante del país, habida cuenta de los 444.154 turistas nacionales y extranjeros que lo visitaron el año pasado, según los indicadores recogidos en los Cuadernos de Coyuntura elaborados por cinco de las instituciones más importantes de la ciudad.

El año pasado la Contraloría General de la República realizó, por invitación de 10 concejales cartageneros, un control excepcional de las finanzas públicas del distrito desde 1997. A las investigaciones fueron vinculados 63 funcionarios y como resultado de las mismas se descubrió un faltante de 6.430 millones de pesos en los fondos públicos de la ciudad. Nicolás Curi, quien se desempeñaba como alcalde, terminó involucrado en algunos de los casos de la Contraloría. El 30 de diciembre de 1999 renunció de manera irrevocable. El viernes 11 de febrero el presidente Andrés Pastrana le aceptó la carta de renuncia y la semana pasada logró, por medio de una hábil jugada jurídica, que las elecciones para elegir su sucesor se realicen en octubre, al mismo tiempo que en el resto del país. Esto quiere decir que Gina Benedetti, quien venía ocupando el puesto por designación presidencial desde el 10 de noviembre pasado, quedó al frente del distrito hasta diciembre. Su nombre cuenta con la confianza del gobierno, el respaldo del sector privado y el aval de las vertientes políticas de todos los colores de Cartagena.

Benedetti, considerada como la ejecutiva más importante que ha dado la ciudad en los últimos 10 años, dice que trabaja en doble jornada: “Las mañanas son para apagar los incendios y los problemas; las noches para planificar el futuro”. La magnitud del incendio que encontró no es despreciable. El déficit fiscal del distrito en 1999 fue de 45.000 millones de pesos, su cartera morosa asciende a 320.000 millones de pesos y hay más de 1.000 demandas en contra de la administración por diferentes contratos. Como quien dice, en el argot cartagenero ‘la ciudad está mondada’, es decir, sin plata. Gobernar en estas condiciones no es fácil pero es urgente intentarlo porque Cartagena no aguanta más en las condiciones actuales.

Una capital con más de la mitad de su población en la pobreza no es viable desde ningún punto de vista. Si a lo anterior se le suma una caída en la inversión de capitales del 63 por ciento el año pasado, un desempleo del 22 por ciento, el crecimiento incontrolado del comercio informal, un déficit de más de 50.000 viviendas en el sector popular, 3.000 familias que necesitan ser reubicadas porque viven en condiciones de alto riesgo, sólo 130.000 personas de bajos recursos afiliadas al régimen subsidiado de salud, un número indeterminado de desplazados y unos índices de delincuencia en aumento, el cuadro es crítico. “En cualquier otra ciudad con esos indicadores ya habría habido un estallido social”, dice Judith Pinedo, concejal y próxima candidata a la alcaldía por un movimiento cívico.



Elecciones, clave del futuro

La alcaldesa Gina Benedetti tiene 10 meses para gerenciar una ciudad que estaba descosiéndose a pasos agigantados. Su objetivo principal es sanear las finanzas del distrito y dejar planeada la Cartagena del futuro. En esto último será clave la aprobación por parte del Concejo del Plan de Ordenamiento Territorial (POT). En cuanto a obras, la alcaldesa focalizará su gestión en recuperar los espolones que se llevó el mar de leva a finales del año pasado y así mejorar de paso las playas de la ciudad. También dejará adelantados trabajos de amoblamiento urbano y de canalización de caños dentro de la ciudad. Su sueño es que en unos años el distrito sea considerado ‘la Venecia del Caribe’.

Que sus deseos se hagan realidad depende en gran medida de quién la suceda en el cargo. Los cartageneros son conscientes de que en las elecciones de octubre van a jugarse su futuro. Ya no será suficiente con elegir a un alcalde honesto. Necesitan a alguien con capacidad de gestión y de convocatoria para aglutinar a todas las fuerzas políticas en el proyecto común de levar anclas y conducir a la ciudad hacia adelante. Lo complicado es que el ambiente político está muy polarizado y existen más candidatos que propuestas. Hay quienes piensan que este es el momento perfecto para que llegue a la alcaldía una persona independiente y elegida por voto de opinión, tal y como sucedió en su momento en Bogotá con Antanas Mockus. Incluso se rumora, con base en sondeos de opinión, que los cartageneros verían con buenos ojos que la sucesora de la alcaldesa fuera otra mujer. La concejal Judith Pinedo y la presidenta de la Sociedad de Mejoras Públicas, Claudia Fadul, dos abogadas cercanas a la candidata presidencial Noemí Sanín, van a apostarle con fuerza a estas cartas.

Por lo pronto, del abanico de elegibles se destacan, además de las dos mencionadas, cuatro figuras. En el campo conservador están el ex gobernador Miguel Navas (quien, igual, presenta su candidatura como de una alianza cívica) y el concejal Julio Varela. Los liberales cuentan con Eduardo Piñeres (ex jefe de debate del pastranismo cartagenero) y Carlos Díaz, este último intentará reunir alrededor de su nombre todas las tendencias liberales de la ciudad. Si bien todavía falta tiempo para las elecciones y muchas cosas pueden suceder de aquí a octubre, lo cierto es que en esta baraja de candidatos, salvo que surja alguna figura carismática arrolladora, está el próximo alcalde de Cartagena.

La misión que le espera no es sencilla y acarrea una gran responsabilidad si no se pasa por alto, como dice Fabio Merlano, gerente de la seccional de la Andi, que “Cartagena es la ciudad de Colombia con mayor potencialidad para desarrollarse en este siglo”. Los hechos así lo confirman. La Heroica tiene una posición geográfica privilegiada para el comercio con los países del Nafta y de la Unión Europea. Cuenta con una bahía profunda y segura, lo cual convierte a su puerto en uno de los mejores de la región. Su economía está diversificada entre la industria, el comercio exterior y el turismo. Y en los últimos siete años su infraestructura productiva ha estado en alza. Con todas estas condiciones y con una buena gestión en su administración pública, Cartagena puede convertirse en una de las joyas del Caribe y alejarse para siempre de la inmovilidad y el marasmo en los que está inmersa.