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"Casi pierdo a mi hijo en la bomba del DAS"

Diana Margarita Fonseca, ex empleada del DAS y conocida como la Mata Hari criolla, dialogó con SEMANA sobre las acusaciones que se le han hecho.

19 de noviembre de 1990

SEMANA.- ¿A usted de qué la acusan?
DIANA FONSECA.- Estaba comprando unas bolsas de plástico en un almacén de Sogamoso, cuando tres agentes del DAS me rodearon y me dijeron que estaba detenida. Pregunté porqué. Ellos sólo se limitaron a decirme que no me hiciera la boba que sabían todo. Que lo mejor era que confesara cómo había ayudado a mi marido para colocar la bomba que explotó en el DAS. Les contesté que no sabía de qué me hablaban.

S.- Pero su esposo, Guillermo Alonso Gómez Hincapié, confesó ser el jefe de finanzas de la red logística que perpetró el atentado contra las instalaciones del DAS?

D.F.- No sé nada de eso. No lo puedo creer. El nunca hubiera hecho una cosa de esas. Lo defiendo con mi vida. Es un hombre honesto. Nunca le conocí una mala amistad. Eso no puede ser cierto.

S.- ¿Cuánto hace que lo conoce?
D.F.- Hace diez años. El vivia en el mismo edificio donde yo vivia. En esa época me casé y él se fue a trabajar a Santa Marta. Luego me separé y él regresó al poco tiempo. Nos hicimos buenos amigos. Comenzó a responder por mi hijo del primer matrimonio. Hicimos vida de pareja durante tres años y hace año y medio fuimos a San Cristóbal, Venezuela, y nos casamos. Hace seis meses tuvimos una niña.

S.- Se dice que su marido es un hombre de plata ¿En qué trabajaba?

D.F.- Nosotros no tenemos plata. El es muy trabajador. Se rebuscaba la vida vendiendo joyas y aparatos de telefonía.
Desde hace dos meses montamos un negocio de ropa de bebé en Sogamoso.

S.- Pero las investigaciones que ha adelantado el DAS señalan que su esposo recibió diez millones de pesos por almacenar la dinamita que sirivió pa ra armar el busbomba que explotó en inmediaciones del DAS.

D.F.- No sé nada de eso. No creo que sea cierto. Porque si una persona se mete en una cosa de esas, viviría escondido, asustado, temeroso. El es muy tranquilo. Nunca tuvo problemas con nadie.

S.- A usted la acusan de ser una espía al servicio del cartel de Medellín infiltrada en las dependencias del DAS y cuya labor era suministrar información sobre los operativos que iban a realizarse contra los miembros del cartel de la droga.

D.F.- Eso es falso. Es una gran mentira. No soy ninguna espía, ni ninguna Mata-Hari como lo han dicho. Ni siquiera laboraba en las dependencias del DAS. Durante dos años trabajé en la División de Extranjería del Aeropueno El dorado. Mi trabajo consisitía en registrar el pasaporte de las personas que ingresaban y salían del país.

S.- Se dice que desde ese puesto usted sirvió de enlace al cartel de Medellín para permitir la entrada del mercenario israel Yair Klein.

D.F.- Por Dios, no tengoni idea quién es ese señor. Apenas era una de las diez empleadas del DAS en el aeropuerto que no tiene acceso a ningún tipo de documentos. Mi trabajo era supervisado.

S.- Igualmente se dice, que usted aprovechó su belleza para lograr ascensos dentro del DAS. ¿Eso es cierto ?

D.F.- Eso no es cierto. Cuando ingresé al DAS hace cuatro años, entré como oficinista y mi trabajo consistía en radicar en el archivo los papeles del personal que laboraba allí. Luego pasé al Fondo de Empleados como secretaria y mi función era tramitar las solicitudes de préstamos que hacía el personal del DAS. El único ascenso que tuve fue a la división de Extranjería de Interpol.
Personalmente, una mañana, me dirigí a la oficina del General Maza Márquez quien muy gentilmente me atendio y le solicité que me diera autorización para desempeñar ese cargo. El me contestó que estudiaría mi caso. Una semana después, me comunicaron del departamento de personal que mi solicitud había sido aprobada. Fueron los dos únicos cargos que desempeñé durante los cuatro años que estuve en el DAS.

S.- Se dice también que usted el día anterior a que explotara la bomba dejó de ir a trabajar y sólo apareció al otro día de la explosión. ¿Qué ocurrió?

D.F. Ese día de la bomba, yo salí de mi casa y cogí un taxi para queme llevara hasta las instalaciones del DAS.
Cuando estaba a tres cuadras de llegar al trabajo estalló el carrobomba. Tenía cinco meses de embarazo y casi pierdo a mi hijo. Me llevaron de urgencia a la clínica Teusaquillo porque me comenzaron los dolores de parto. Mi esposo Guillermo fue a buscarme y muchos de mis compañeros lo vieron llorar porque como él no me encontraba, pensó que me había muerto. Cómo puedo pensar que Guillermo participó en el atentado si su esposa y el hijo que estábamos esperando se encontraban ahí. Eso no me cabe en la cabeza.