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El empresario prefirió fugarse a pagar sus deudas con el fondo de Premium. | Foto: Daniel Reina

ESCÁNDALO

Víctor Maldonado se enreda cada vez más

Víctor Maldonado será mala paga y el mayor beneficiario de un gran fraude, pero no es el cerebro de este. No se librará de la extradición.

28 de marzo de 2015

Víctor Maldonado se jugó su última carta para tratar de evadir la Justicia colombiana, que lo busca como uno de los responsables por lo sucedido en el Fondo Premium, de donde se perdieron 340.000 millones de pesos.

Aprovechando su condición de ciudadano español –la que obtuvo hace unos diez años– Maldonado se refugió en Madrid, convencido de que podría librarse de la Fiscalía colombiana, que lo vinculó al proceso de la caída del Fondo Premium.

Estaba tan tranquilo con su pasaporte español que comenzó a llevar una vida normal. No sintió la necesidad de ocultarse y por el contrario, en más de una ocasión, se le vio en elegantes restaurantes madrileños como cualquier ciudadano, sin líos con la Justicia.

Pero resulta que este no era precisamente su caso. El 25 de febrero no atendió la citación de la Fiscalía que le iba a imputar graves cargos, por las pérdidas en el Fondo Premium, que representaba y promocionaba en Colombia la comisionista InterBolsa.

Esta negativa a acudir al llamado de la Justicia fue su mayor error. La Interpol emitió una circular roja en su contra y el pasado jueves ocurrió lo que Víctor seguramente no esperaba. Cuando se desplazaba por la Plaza Colón, uno de los lugares más representativos de Madrid, fue capturado por los agentes de la Interpol.

Tras esta detención, Maldonado y sus abogados esperaban que después de dar algunas explicaciones, el empresario quedara en libertad, pero no ocurrió así. El viernes, tras su declaración ante el juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, se le negó la petición de libertad condicional.

Según dice el auto en el que se ordenó su prisión provisional, existe el riesgo de que se pueda fugar. El juez alegó además su falta de arraigo en España, tras tener en cuenta la movilidad que presenta su pasaporte en fechas recientes, con viajes a otros países como Estados Unidos y Francia. La medida de prisión también se toma ante “la gravedad de la responsabilidad reclamada y con el fin de asegurar la futura entrega a las autoridades judiciales de Colombia”.

Víctor Maldonado fue trasladado por la unidad de crimen organizado de España a la cárcel de Soto del Real y estará en prisión provisional mientras se hace el proceso de extradición que ya el fiscal Eduardo Montealegre anunció que pedirá.

La ciudadanía española parece que no tendrá el efecto que buscan Maldonado y sus abogados. Colombia y España tienen un tratado de extradición vigente desde 1892, refrendado en 2004, que permite la extradición de ciudadanos españoles o nacionalizados españoles, dijo la Fiscalía. El artículo 12 del convenio suscrito entre los dos países señala que “la extradición procede por cargos de defraudación o malversación criminal de caudales privados llevada a cabo por un banquero, comisionista, administrador, síndico, director, miembro, cajero o empleado de una sociedad, compañía o empresa”.

Abogados consultados afirman que aunque se tome su tiempo, por las acciones que puedan interponer los defensores de Maldonado, lo más probable es que España termine por aprobar la extradición. Desde 2008, los delitos financieros se han vuelto un asunto alrededor del cual los países han cerrado filas para colaborarse.

Lo que nadie entiende es cómo Víctor Maldonado se metió en semejante lío. A raíz de su captura en España, los medios nacionales e internacionales no lo bajan de ser uno de los ‘cerebros’ del escándalo de InterBolsa y la estafa financiera montada a través del Fondo Premium.

Pero quienes conocen a este otrora próspero empresario saben que no tenía la habilidad financiera para armar este entramado que defraudó a más de 1.300 personas. Él básicamente era un inversionista y no un diseñador de estrategias. Los que han sido sus socios, muchos de los cuales están hoy peleados con él, coinciden en que nunca ha tenido ni la disciplina, ni la capacidad de manejar los negocios que lo volvieron rico. Tuvo siempre la suerte de asociarse con personas que sí llenaban estos requisitos y hasta el descalabro del Fondo Premium, que acabó con su carrera, su papel se limitaba a invertir, retirar dividendos y vivir bien.

Su éxito empresarial obedeció a una combinación de suerte y sentido común. Claro que este sentido común definitivamente no se vio en estos últimos meses. Su fama de mala paga ha quedado al descubierto. Maldonado fue el mayor beneficiado del Fondo Premium, a través de préstamos que recibieron varias de sus sociedades, pero se resiste a pagar la totalidad del dinero. Según la liquidación del fondo, a cargo de Alejandro Revollo, con intereses de mora incluidos (van más de tres años de vencimiento de los pagarés), debe unos 45 millones de dólares. Víctor no reconoce ese monto y, sin reparo alguno, ha dicho que él nunca en su vida ha pagado intereses de mora y que no lo piensa hacer ahora.

Esta no es la única cuenta pendiente que tiene. Dado que la Superintendencia de Sociedades lo ha hecho responsable por la captación a través de Premium, Maldonado es solidario, con el resto de los vinculados, por el monto total de las reclamaciones, es decir los 340.000 millones de pesos. Una obligación solidaria es aquella en la cual los socios con plata tienen que responder por las deudas de los socios que no tienen. Por lo tanto, Maldonado no solo tiene que dar los 45 millones de dólares que le corresponden, sino pagar por todos los implicados que no han cumplido, incluyendo principalmente a Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo.

Para tratar de cubrir ese hueco, el liquidador ha embargado todos los bienes que se le han encontrado al empresario en Colombia. Según el cálculo preliminar, el monto de esos activos, una vez que se vendan, alcanzaría a cubrir los préstamos, pero quedaría pendiente la parte solidaria, sobre la cual Maldonado no está dispuesto a responder, aunque legalmente está obligado.

Ahora bien, frente a su responsabilidad en la toma de decisiones del Grupo InterBolsa o en el Fondo Premium, hay que decir que si bien nunca hizo parte de la administración, sí fue miembro de la junta directiva entre 2008 y 2010. Luego, su representación pasó a su hijo Ignacio.

Maldonado, como dueño principal del Grupo InterBolsa (llegó a tener el 30 por ciento del capital) a través de sus sociedades, se convirtió en el mayor jugador en la especulación de ‘repos’ con las acciones de InterBolsa que terminaron incumpliéndose. Por cuenta de esto, se le creó una deuda adicional de 36.000 millones de pesos.

En el libro InterBolsa: la historia de una elite que se creía demasiado grande para caer, se dice que Víctor no entendió nunca cómo funcionaba esta empresa y que estaba descrestado por la liquidez que le proporcionaba en cualquier momento, a través de créditos sin garantías, para financiar todos sus negocios, sobre todo por medio de la Compañía Colombiana de Capitales y de Premium.

Y aunque no tuviera mayor conocimiento de los detalles –o se tapara los ojos– visitaba continuamente las oficinas de Premium donde sostenía reuniones con Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo. Hay quienes piensan que a él le gustaba estar cerca de estas personas a quienes consideraba unos genios en los negocios, mientras que a sus dos socios, Ortiz y Jaramillo, les gustaba mostrarlo como soporte financiero.

Lo que a muchos les parece absurdo es que Maldonado haya agravado su propia situación al no pagar por lo menos los 45 millones de dólares que debía y al fugarse del país. Si hubiera actuado distinto habría podido defenderse con el argumento de que la responsabilidad de un socio de una empresa o un cliente es diferente de las de los administradores, cosa que él no era.

Ahora, por cuenta de la espectacularidad mediática que tuvo su fuga ha quedado como el cerebro de todo el tinglado y todo indica que habría perdido la posibilidad de una negociación favorable con las víctimas y la Fiscalía.

Por ahora, la estrategia que ha seguido para defenderse lo tiene en la cárcel en Madrid a la espera de que se defina su extradición. En Colombia ha interpuesto 25 recursos y 12 tutelas contra los autos de la Superintendencia de Sociedades. Los ha perdido todos. También acudió a la Procuraduría, pero esta le dio la razón a la Superintendencia.

Lo cierto es que para Maldonado, un gran jugador y ganador muchas veces en la vida, esta es sin duda su peor movida. El penalista Jaime Granados, contraparte de Maldonado en este pleito, afirma que este se cree inocente pero se comporta como un delincuente. Y peor aún, ha quedado como el gran cerebro de una de las mayores estafas financieras del país.