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El búnker de la Fiscalía. En el recuadro, Sergio Urrego. | Foto: Archivo SEMANA / Cortesía

PROCESO

Lista imputación de cargos por suicidio de Sergio Urrego

La Fiscalía realizará la diligencia por la muerte del joven la próxima semana, según conoció Semana.com

2 de enero de 2015

La semana que viene la Fiscalía General de la Nación imputará cargos contra miembros del personal del colegio Gimnasio Castillo Campestre, en el caso de del suicidio del adolescente Sergio Urrego, que habría sufrido ‘matoneo institucional’ al revelarse su condición de homosexual.

La investigación del ente acusador señala que fue tal la presión ejercida por la psicóloga y por la rectora del plantel, que el joven habría decidido quitarse la vida el pasado 4 de agosto, cuando decidió lanzarse al vacío desde la terraza de un centro comercial al occidente de Bogotá.

Según conoció Semana.com, la Fiscalía imputara cargos a la rectora, Amanda Castillo, y a la psicóloga, Ivonne Andrea Cheque, por considerarse que tuvieron un papel determinante en la decisión del menor de quitarse la vida. Los cargos contra ellas se enmarcarían en una posible discriminación agravada, constreñimiento ilegal e inducción o ayuda al suicidio.

Ivonne Andrea y Mauricio Esteban Ospina, profesor de Educación Física, se presentaron al búnker de la Fiscalía el pasado 22 de septiembre para rendir interrogatorio. Por su parte, la rectora del colegio logró dilatar su comparecencia.

El interrogatorio de la psicóloga, revelado por este portal meses atrás, deja en evidencia una serie de extrañas acciones en el caso del estudiante. Sin embargo, de esa diligencia, aún hay detalles desconocidos de esta tragedia.

Los hechos

Todo inició el pasado 13 de mayo, cuando el profesor de Educación Física, que además era director del curso 11A del colegio, relató que llegó al salón de Sergio (11 B) por el tremendo bullicio que se oía desde el salón.

Cuando ingresó observó que una de las estudiantes escondía rápidamente su celular y por este motivo el docente decidió retenerlo. Cuando concluyó la jornada la estudiante se acercó a pedirle el dispositivo y Ospina le exigió entonces que le mostrara el contenido del teléfono. Allí estaba una foto del alumno Sergio Urrego besándose con un compañero.

Fue el inicio de una pesadilla para el joven. El profesor le pidió a la estudiante borrar la imagen y, al día siguiente, remitió el caso a la directora del curso, Diana Castelblanco, que llamó la atención a Sergio y remitió el caso al área de psicología.

Según el manual de convivencia del colegio, el beso ambos adolescentes era una falta grave tipificada como “manifestaciones afectivas dentro de la institución”. Tras ese episodio, según el expediente, Sergio y su pareja fueron llamados por la psicóloga a su oficina.

Ella aseguró que les dijo que respetaba su condición pero que “debían hacer uso adecuado de manifestaciones afectivas”. Después, dijo la psicóloga, no volvió a hablar con los jóvenes pero aseguró que la siguiente reunión fue citada por la rectoría, pero con un motivo diferente: para decirles a los padres de Sergio que su hijo acosaba a un compañero.

Los progenitores exigieron ver las evidencias del señalamiento, pero la rectora solo indicó que las conocerían en su momento. En su lugar, les demandó un tratamiento de psicológico externo para el adolescente, que debía extenderse hasta fin de año, además de los reportes de seguimiento.

Por su parte, Sergio dijo abiertamente que se sentía discriminado por permanecer la mayoría del tiempo en la oficina de psicorientación y que sentía que no tenía el mismo trato que allí se daba a las parejas heterosexuales.

Interrogatorio

En el interrogatorio a la psicóloga, la fiscal del caso le preguntó: ¿Con qué criterio le exigieron un psicólogo externo? ¿Por qué tanto tiempo? ¿Por qué no podía volver a la institución sin los soportes? ¿No es eso una negación al derecho a la educación?

La profesional se contradijo en sus respuestas. En primer lugar, porque en el inicio de su relato dijo que el motivo por el que se le recomendó a Sergio un especialista externo que llevara su caso, fue que el estudiante manifestaba inconformidad con el colegio y con la oficina de psicorientación. Pero después dijo que fue para prevenir síntomas de ansiedad y depresión por la situación que estaba viviendo.

A pesar de las exigencias de la rectoría del colegio, la madre de Sergio no envió los soportes del psicólogo externo el día acordado. Horas más tarde, el papá los llevó, pero las directivas les dijeron que a los documentos les faltaban los compromisos futuros y que el estudiante no podría regresar al colegio sin ellos.

En su relato, la psicóloga aseguró que hasta el 31 de julio volvió a hablar con Sergio porque se dio cuenta de que no continuaría en el plantel. Según ella, el joven había presentado una carta de retiro voluntario. En esa conversación él le dijo que se sentía indignado por el acoso del que era objeto.

Por lo pronto, ella y la rectora de la institución se verán sentadas en unos días ante los estrados, donde deberán defenderse de las acusaciones. La Fiscalía, entretanto, dejará conocer las evidencias que demostrarían que sus acciones acorralaron a Sergio, al punto de que él habría decidido acabar con su vida.