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| Foto: Semana

Restitución de tierras

Chocó y la lucha por el regreso a la tierra

Más de siete mil familias de Curvaradó y Jiguamiandó desplazadas en diferentes ciudades del país y en el extranjero están a punto de recuperar sus tierras dentro del programa de Restitución, catorce años después de que el conflicto los obligara a abandonarlas.

17 de febrero de 2012

“Cuando se metió la violencia todo se paró, todo cambió”, recuerda Hernando Olier.
 
“Yo quería estudiar en la universidad de Quibdó, en la Diego Luis Córdoba, mi sueño era entrar a administración de empresas, incluso ya había pagado la inscripción. En ese entonces vivíamos bien, yo terminé el bachillerato y me habían mandado para la universidad. Mi familia y la comunidad en general siempre fuimos muy trabajadores y los pelados podíamos salir a estudiar a Cartagena, a Medellín o a Quibdó”, relata este chocoano negro de 37 años.

“Nosotros teníamos 270 hectáreas de tierra y exportábamos plátanos, hasta 70 cajas semanales, cada caja la vendíamos a cuatro mil pesos. Era una empresa que funcionaba bien. Las otras familias de la comunidad exportaban madera o tenían ganado o sembraban maíz o cualquier cosa, pero todos éramos muy trabajadores. Entonces llegó la violencia y todo se acabó: el sueño de estudiar, las empresas que nos exportan los productos, la gente, todo”, concluye Hernando.

En marzo de 1997 los enfrentamientos entre la guerrilla y los grupos paramilitares se hicieron presentes en las cuencas de los ríos de Curvaradó y Jiguamiandó, en el municipio de Carmén del Darién, Chocó.
 
La familia de Hernando resistió los primeros enfrentamientos. Durante los meses siguientes 35 personas, entre ellos niños y adolescentes, murieron defendiendo sus tierras y cinco mil personas abandonaron las cuencas, la mayoría se desplazó a las ciudades principales del país. Entonces, en diciembre de ese año Hernando no aguantó más y se fue junto a las últimas familias que resignadas abandonaron sus tierras y sus hogares.

Esto que sucedió hace catorce años es recordado hoy, con exactitud en los detalles y serenidad en la narración, por este hombre que se ha convertido en unos de los líderes del proceso de restitución de tierras que se está llevando a cabo en las cuencas de Curvaradó y Jiguamiandó, a las que casi seis mil familias están ad portas de poder regresar.

Un proceso que busca ser ejemplar

“Nosotros empezamos hace un año este procedimiento que es distinto al que se viene desarrollando en otras partes del país por dos razones, la primera porque se hace vía administrativa y la segunda porque se trata de una restitución colectiva, de toda una comunidad”, explica Boris Zapata, director de las comunidades negras y Afrocolombianas del Ministerio del Interior.

El primer paso fue identificar a los desplazados de estas dos regiones y convencerlos de que era el momento de regresar a estas tierras y que dejaran de lado los temores y los amargos recuerdos que muchos de ellos tenían. “Muchos de ellos nos preguntaban por qué queríamos ahora que ellos volvieran, que eso era meterse en problemas, tenían mucha desconfianza y miedo porque claro en esas tierras les mataron a muchos de sus familiares y entonces no les interesaba regresar”, dice Zapata.

Sin embargo, esa confianza se fue ganando después de haber celebrado el 'primer anillo', la primera etapa del proceso que consistió en censar a 1600 familias y que se inició en febrero del 2011.

“Ya el ‘segundo anillo’ fue más fácil porque se había corrido la voz y la gente empezó a ver que esto era en serio. Lo realizamos entre noviembre y diciembre del año pasado y lo hicimos en las comunidades cercanas a las cuencas, concretamente en 17 municipios del Chocó donde encontramos familias que se identificaron. Ahí se censaron 4500 familias".

En ese ‘segundo anillo’ Hernando Olier fue uno de los integrantes del comité del censo en Turbo (Antioquia) en el que se recogieron 538 familias. “La gente acudió a censarse porque quieren volver a su territorio, eso nos subió a todos el ánimo porque entendimos que a pesar de todos los problemas que hay y que vamos a seguir teniendo la gente quiere volver a su tierra”, dice.

Comité de ancianos, la última palabra

Durante los procesos de censo y verificación de los desplazados, el Ministrio del Interior establece una mesas en las que participan delegados de cada una de las cuencas, un funcionario del ministerio, uno de la Defensoría del Pueblo, y un anciano de cada cuenca, estos últimos son la conciencia del proceso.

“Ellos acompañan el censo de las familias y son la autoridad, los encargados de establecer sí realmente hay vínculos o no entre las personas y esas tierras. Los ancianos inmediatamente reconocen a las personas o a sus ancestros, sino lo hacen pues es que ellos nunca vivieron ahí”, explica Zapata.

Bogotá y ciudades capitales, última parada

Entre el 21 y el 26 de febrero, se llevará a cabo el ‘tercer anillo’ que busca censar a las familias en situación de desplazamiento que hayan llegado a las ciudades, o incluso se hayan ido al extranjero.

Esta será la última etapa antes de convocar una asamblea que capacitará a todos los desplazados que van a regresar. “La idea es capacitarlos en la ley 70, en el manejo de empresa para que puedan volver a ser productivos y mostrarles que este proyecto irá acompañado de un proceso de consolidación en el que se va a llevar escuelas y a la fuerza pública a estas zonas”.

Una vez terminada esta asamblea, que se contempla a mediados del año, se iniciará el proceso de notariado de casi 100.000 hectáreas, uno de los más grandes en la historia del mundo.

Hernando Olier no resistió la tentación y alguna vez volvió a viajar a la que fue su tierra. Entonces se dio cuenta allí se había sembrado palma pero que ya no existía rastro de eso. Ahora, ‘el invasor’, como él lo llama, sembró 30 hectáreas de plátano. Olier espera que la próxima vez que visite lo que fue su terreno lo haga para entrar en ella.