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La bancarización del campo sigue siendo una tarea pendiente

Aunque el país ha avanzado en materia de cobertura bancaria y actualmente existen diversas iniciativas que facilitan el acceso a crédito, aún hay muchos aspectos que faltan por mejorar para lograr la inclusión financiera de comunidades.

18 de agosto de 2018

Wilson Tejada, de 58 años y oriundo de San Andrés de Cuerquia (Antioquia), nunca ha podido obtener un crédito bancario. Cada vez que lo intentó, lo rechazaron, pues para un campesino como él, que sufrió cuatro desplazamientos forzados, es imposible demostrar una vida crediticia, conseguir un codeudor y mucho menos tener propiedades o tierras a su nombre.

Tejada fue agricultor desde niño, pero el conflicto lo obligó a trasladarse a otros pueblos antioqueños, entre estos Briceño e Ituango, y pasar por diversos oficios. El más estable que tuvo fue un trabajo en minería, en la Arenera del Cauca en Antioquia, pero grupos armados le quemaron su casa, destruyeron sus cultivos y lo obligaron a marcharse. “Perdí todo o lo poco que había empezado a hacer. Solo me llevé la ropa que traía puesta”, recuerda Tejada.

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De vuelta en San Andrés de Cuerquia y gracias a la sugerencia de un sobrino suyo, Tejada se afilió a la cooperativa Microempresas de Colombia, tras pagar 30.000 pesos de aporte, que finalmente le permitió acceder a un microcrédito rural, con el que pudo pagar parte de las tierras donde hoy cosecha café, cacao, yuca y plátano. Al igual que Tejada, otros campesinos encuentran en las cooperativas de crédito y ahorro una opción financiera, por los pocos requisitos que piden y por la capacidad que tienen de llegar a zonas apartadas. Estas y otras razones las ponen en ventaja frente a entidades bancarias. Aunque el monto de los créditos que desembolsan no son grandes. De acuerdo con el informe anual de la Confederación de Cooperativas de Colombia (Confecoop), este modelo financiero va en crecimiento, pues en 2017 cerraron con 3.086.620 afiliados y un aumento del 6,46 por ciento en los microcréditos.

¿En qué están los bancos?

La banca tradicional ha ampliado su cobertura a niveles nunca antes vistos. Según cifras de la Superintendencia Financiera de Colombia y la Banca de las Oportunidades, el 69 por ciento del sector rural cuenta con al menos una oficina bancaria, mientras que la cobertura de los corresponsales cubre el ciento por ciento de los municipios del país.

A pesar de lo anterior, el sistema financiero tradicional no ha logrado solucionar las necesidades rurales ni romper algunas barreras que hace que sus habitantes le tengan aversión y prefieren seguir usando efectivo o incluso, confiar en un prestamista o un gota a gota. Para un campesino resulta frustrante pagar las cuotas de manejo y tener que desplazarse, en ocasiones incluso hasta por horas, para conseguir un cajero automático, que por lo general está en los cascos urbanos.

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Así mismo, para los bancos también es dificultoso llevar sus servicios fuera de las ciudades. Los costos transaccionales de montar una oficina en un sector rural, con menos de 1.000 habitantes, son altos. Por eso han optado por la figura del corresponsal bancario, que permite abrir cuentas de ahorro, hacer transferencias e incluso retirar dinero, sin necesidad de ser una oficina bancaria habitual.

Otro aspecto que impide la bancarización del campo son los riesgos de hacer préstamos. “Los productores, por su actividad agropecuaria, están expuestos a muchos riesgos, no importa si son pequeños o grandes, pues un torrencial aguacero o una sequía le pega tan duro a quien tiene 1.000 hectáreas cultivadas como al que tiene solo una”, señala Carlos Casallas, director de proyectos de Finagro.

Bancos incluyentes

Debido al difícil acceso al crédito formal, las comunidades rurales se han visto obligadas a buscar préstamos en casas de insumos o en grupos de ahorro colectivo. En otros casos, deben recurrir al gota a gota, que presta con intereses más altos a la tasa de usura, no es legal y se debe pagar semanal o diariamente.

Trasladar el sistema financiero que funciona en las ciudades al campo es uno de los retos globales más grandes a la hora de cerrar la brecha con el sector rural. No en vano, el Banco Mundial tiene la ambición de lograr acceso financiero para toda la población mundial adulta en 2020. De acuerdo con datos de la organización Consultative Group to Assist the Poor (CGAP), productos de crédito y seguros mejoran las probabilidades de los agricultores para invertir en actividades productivas, educación y salud, lo que hace su trabajo más rentable. Igualmente, tener acceso a la banca digital sirve para poder recibir remesas ante una emergencia e incluso, como ocurre en Colombia, ayudas del gobierno.

El reto tecnológico

La banca también le ha apostado a las fintech (tecnología financiera) y se ha preocupado por generar nuevos productos que se adapten a las necesidades de los bancos. Por ejemplo, hace un mes el Banco Agrario, entidad que tiene el 82 por ciento de sus clientes en el sector rural, lanzó la billetera digital Agromóvil, que les permite a productores agropecuarios y comunidades rurales de Boyacá y Huila hacer operaciones financieras, desde cualquier tipo de celular, sin necesidad de plan de datos o minutos. “El Banco Agrario viene modernizándose para hacer más fácil el manejo de los productos financieros por parte de nuestros usuarios en las zonas rurales, donde el acceso a estos servicios muestra notables limitaciones”, dijo en esa oportunidad el presidente saliente del Banco Agrario, Luis Enrique Dussán.

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Davivienda también ha incursionado con proyectos piloto de cuentas móviles. En el municipio de Concepción (Antioquia), se implantó Daviplata, que tenía como objetivo que se dejara de usar efectivo y se hicieran transacciones usando celulares. Esto permitió al 70 por ciento de los adultos bancarizarse y al 88 por ciento de los comercios aceptar pagos electrónicos. “La digitalidad se constituye en una gran oportunidad para llevar los servicios financieros a zonas apartadas del país, pues facilita factores de seguridad, disminución de costos y accesibilidad. En ese sentido, se han registrado avances en materia de penetración de internet, uso de herramientas y dispositivos móviles. Pero, sin duda, aún hay espacio para aumentar el cubrimiento y el uso de estas tecnologías en las zonas rurales”, dice Andrés Felipe Rubio, analista de BBVA. Si bien las autoridades del renglón, la banca, el sector asociativo y del emprendimiento y las propias comunidades han hecho esfuerzos para mejorar el acceso de los campesinos colombianos al crédito, todavía queda mucho terreno por recorrer. Pues es una realidad que modernizar el agro pasa por que los pequeños productores puedan acceder no solo a los servicios bancarios, sino a la educación financiera.