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General Alberto Mejía. comandante del Ejército Nacional | Foto: Juan Carlos Sierra

SEGURIDAD

Incertidumbre en medio de una paz inestable

El país ya tiene estrategias y planes para afrontar los desafíos de la seguridad en el posconflicto. Pero aún están en el papel y su efectividad se pondrá a prueba este año.

29 de enero de 2017

Aprimera vista seguridad e incertidumbre son dos conceptos opuestos. Donde reina la una, no debería haber lugar para la otra. Sin embargo, no se trata de un juego de suma cero. En tiempos de transición de la guerra a la paz, cuando están cambiando los paradigmas de seguridad de un país, es normal que haya cierto margen de incertidumbre. Ese margen por supuesto debe ser cada vez menor a medida que se construya una paz estable y duradera. Pero tomará tiempo y gran capacidad de innovación.

Alrededor de estas premisas giró el panel sobre seguridad en el posconflicto, en el que participaron el comandante del Ejército, general Alberto Mejía; el subdirector de la Policía, general Ricardo Restrepo; el director de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), Joshua Mitrotti; y el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi),

Bruce Mac Master. Bajo la moderación del economista y analista Jorge Restrepo, el diálogo se centró en tres grandes temas: los nuevos riesgos de seguridad, la adecuación de la fuerza pública a las nuevas realidades y la reincorporación de los guerrilleros de las Farc.

Las tres mayores preocupaciones en materia de seguridad fueron el incremento desmesurado de los cultivos de coca, los asesinatos de líderes sociales, la persistencia de la delincuencia organizada y el auge de la conflictividad social. Respecto a los cultivos de hoja de coca, que hasta 2015 abarcaban 96.000 hectáreas, pero que hoy pueden estar en más de 150.000, Mejía anunció que este año se arrancarán manualmente 50.000 hectáreas. Para ello se crearon batallones de erradicadores en cada una de las nueve divisiones. Sin embargo, dado que está probado que no basta con arrancar la coca, sino que hay que solucionar la dimensión social del problema, el comandante del Ejército admitió que la fuerza pública se ha sentido sola, y que ahora mismo se hacen esfuerzos para coordinar integralmente el trabajo militar con la intervención del Estado.

En relación con los asesinatos de líderes sociales, Restrepo reconoció que todo el gobierno está preocupado al respecto, y por ello viene trabajando en un comité interinstitucional liderado por el Ministerio del Interior. En cuanto a cerrarles el paso a los grupos criminales, Restrepo anunció que se trabaja en fortalecer la cooperación internacional, la labor preventiva en las ciudades y el sector rural, la inteligencia y la investigación criminal sobre estas organizaciones, así como en crear un sistema integral para la convivencia. Al respecto, Mac Master señaló que el país ha crecido a medida que se han construido más carreteras y hay menos zonas vetadas por el conflicto; y que esto hará que el turismo se dispare. Por eso un control efectivo de estas amenazas en el territorio tiene impacto directo en la productividad del país.

Respecto a la conflictividad social, todos los panelistas coincidieron en que esta va a crecer en los próximos años, y que es necesario activar mecanismos de diálogo y convivencia que hagan de ella un escenario pacífico y no violento, como viene ocurriendo en algunos lugares.

Para enfrentar todos estos retos, los generales dieron detalles sobre cómo las fuerzas de Ejército y Policía se están adecuando de cara a la transición. Mejía calificó el estado actual del país como el de una “paz inestable” con desafíos y retos cambiantes, típicos de lo que se conoce como la guerra híbrida con presencia fuerte no solo de grupos guerrilleros y disidencias, sino de mafias y bandas criminales. Según el análisis estratégico de esa institución, el contexto en los territorios es volátil, incierto, complejo y ambiguo. Esto implica tener un Ejército multimisión, fuerte en inteligencia, que asuma tareas tan propias del posconflicto como el desminado y la construcción de carreteras.

La Policía, por su parte, reconoce que ha tenido problemas internos y por ello se apresta a aplicar una estrategia dirigida a tener una fuerza más humana, más íntegra, innovadora, disciplinada y mucho más efectiva. Esto busca que esta institución vuelva a su esencia: a ser la garante de la convivencia.

Los panelistas reconocieron que de la reincorporación exitosa de la guerrilla depende en buena medida que se logre un ambiente de paz y no se recicle la violencia. La experiencia del pasado ha demostrado que una reincorporación débil lleva a disidencias y reincidencia. Mitrotti exaltó como un caso de éxito lo que ha hecho la ACR a lo largo de 13 años, pues 50.000 excombatientes han podido desarrollar un proyecto de vida como ciudadanos productivos. Mitrotti reconoció que con las Farc se debe innovar en un esquema con mayor arraigo colectivo y territorial; trabajar en una dimensión de reincorporación política, algo que la ACR no ha realizado; y desarrollar un proyecto diferencial para los mandos medios que les cierre la puerta a las deserciones y disidencias durante el proceso de entrega de armas. En estos lineamientos viene trabajando el Consejo Nacional de Reincorporación.

Finalmente, quedaron planteadas preocupaciones sin respuesta. La primera es cómo atajar el reclutamiento que sigue siendo fuerte en zonas con presencia de mafias y grupos criminales. La segunda se refiere a cuáles son los tiempos que tendrán los cultivadores de coca para cambiar sus cultivos antes de volver a ejercer una acción penal contra ellos. La tercera alude a cómo se creará un clima para tratar los conflictos sociales menos agresivamente.