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El Congreso que se elija este 9 de marzo será el encargado de refrendar las reformas que se produzcan del proceso de paz.

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Un Congreso fundamental para el proceso de paz

Aunque muchas prácticas, amenazas y vicios electorales siguieron presentes en esta campaña al Congreso, un nuevo mapa político saldrá de estas elecciones y dependerá de los votos que saque Álvaro Uribe.

8 de marzo de 2014

“Este Congreso en particular merece mi admiración”, afirmó el presidente Juan Manuel Santos en su discurso de apertura de la segunda legislatura de su gobierno, el 20 de julio de 2011. Ese trabajo legislativo que Germán Vargas Lleras, hoy fórmula vicepresidencial del mandatario, calificó de “histórico”, constituyó un punto alto de reconocimiento que esta institución no volvería a lograr. Un año después vendría la debacle de la fallida reforma a la Justicia que hundió la imagen favorable del Congreso de la República dentro de la opinión pública del país. Este domingo 9 de marzo, cuando solo uno de cada cuatro colombianos tiene una opinión positiva del poder Legislativo, 32 millones de potenciales votantes están convocados a elegir los 268 nuevos parlamentarios para los próximos cuatro años.

Varios factores convierten estos comicios legislativos de 2014 en una jornada con importantes consecuencias para la sociedad colombiana. En primer lugar están las condiciones políticas. De sde ya se puede afirmar que este domingo surgirá un nuevo mapa político para el país y el balance de las fuerzas parlamentarias cambiará para el próximo cuatrienio de la mano del expresidente Álvaro Uribe. Un segundo aspecto que hace trascendentales las elecciones del 9 de marzo es el de la agenda que estos legisladores abordarán. Con varias reformas pendientes en sectores clave como la justicia o la salud, los ganadores del domingo definirán asuntos vitales para todos los colombianos. Y por último está el proceso de paz con las Farc en La Habana. En un eventual acuerdo con esta guerrilla algunos de los cambios necesarios para vivir en paz pasarán por los escaños de este Congreso.

Elección ‘típica’

De acuerdo con la Registraduría 2.386 ciudadanos se inscribieron para competir por los 102 escaños del Senado, las 166 curules de la Cámara de Representantes y las cinco bancas del Parlamento Andino. Mientras nueve partidos luchan por la Cámara alta, 37 listas protagonizan la puja por las 33 circunscripciones territoriales, la de indígenas, negritudes y colombianos en el exterior. Sin embargo, las perspectivas de un Congreso renovado no son las mejores.

Un informe de Congreso Visible registra que casi el 70 por ciento de los actuales legisladores busca la reelección: 116 de los actuales 165 representantes a la Cámara y 67 de los hoy 102 senadores. Además un número más pequeño, 24 congresistas, quiere saltar de la Cámara al Senado. Si bien la tendencia de los comicios recientes ha sido la entrada de muchos aspirantes nuevos, en especial en la Cámara de Representantes, en los partidos de la Unidad Nacional muchos jefes políticos le apuntan a repetir.

A lo anterior se añaden los candidatos que son familiares de congresistas, o que representan casas políticas tradicionales, que aunque técnicamente nuevos no constituyen una verdadera renovación. El acceso a recursos económicos y burocráticos así como el sistema electoral y la pertenencia a clanes regionales facilitan la reelección en el Congreso y reducen la llegada, especialmente al Senado, de candidatos de opinión. El voto que está libre de las maquinarias políticas suele ser disputado por muchos aspirantes en la mayoría de las listas.

Otro aspecto preocupante de la campaña al Congreso que finaliza este domingo es el de los candidatos con nexos con parapolíticos. Una investigación de la fundación Paz y Reconciliación, que dirige León Valencia, encontró en diez departamentos del país 97 ‘herederos’ de personas condenadas por vínculos con el paramilitarismo que hoy aspiran al Legislativo. Además, el estudio identificó otro bloque de 34 aspirantes que tendrían presuntos apoyos de bandas criminales, narcotraficantes, guerrilla y contratistas corruptos. Bolívar, Magdalena, Cesar, Córdoba y Antioquia son las regiones donde se presenta este fenómeno.

Las denuncias sobre los torrentes de dinero en las campañas también han despertado preocupación en los entes de vigilancia electoral del Estado y desde la sociedad civil. Alejandra Barrios, de la Misión de Observación Electoral (MOE) alertó que la última semana de campaña el movimiento de efectivo crece y aumentan delitos como el de la compra de votos. La MOE advirtió que La Guajira y Caquetá son dos de las regiones donde es más palpable este derroche.

Si bien las amenazas físicas a los candidatos han venido disminuyendo, la Defensoría del Pueblo reveló un mapa donde 221 municipios del país se encuentran en alto riesgo para las elecciones. En Caquetá, Putumayo, Huila, Cauca y Nariño, las actividades de la guerrilla de las Farc interfieren directamente en el proceso electoral mediante amenazas, panfletos e intimidaciones. En esta región del sur los simpatizantes del partido uribista, Centro Democrático, han denunciado esos ataques. Antioquia, con 25 localidades, es el departamento que lidera la lista de zonas donde hay una alta probabilidad de acciones perturbadoras de los comicios.

Aunque en menor grado y en modalidades diferentes a las pasadas elecciones, la violencia de los grupos armados, el fraude y otros delitos electorales, la compra de votos y el derroche de dinero, las maquinarias familiares, los herederos de la parapolítica y la dificultad para los candidatos de opinión vuelven a ser protagonistas de la campaña hacia el nuevo Congreso.

Gobierno versus oposición


Una de las novedades del proceso electoral de 2014 es la irrupción de un nuevo movimiento opositor, el Centro Democrático. La presencia del expresidente Álvaro Uribe como cabeza de lista al Senado marca un aspecto que diferencia estos comicios de todos los anteriores. Es la primera vez en la historia contemporánea del país que un exocupante de la Casa de Nariño no solo regresa a la arena política lanzándose al Congreso sino que lo hace en abierta y declarada oposición al presidente en ejercicio. Sin grandes electores en su lista, Uribe se dejará contar este 9 de marzo y de ese resultado dependerán tanto su nuevo peso dentro del panorama político como el tamaño de su bancada opositora.

Los colombianos tendrán, como casi nunca, dos tipos de oposición en su menú de las elecciones legislativas. Del lado derecho del espectro político están los recién llegados uribistas y desde el izquierdo, el Polo y la Alianza Verde. Los tres partidos de la Unidad Nacional, liberales, Cambio Radical y La U, junto a la mayoría de conservadores oficialistas, tienen sobre sus hombros la responsabilidad de mantener la mayoría para un eventual segundo mandato de Santos. No obstante, por bien que les vaya, lo más probable es que la coalición de gobierno no logre conservar las amplias mayorías de más del 80 por ciento del Legislativo que gozó la Casa de Nariño en estos cuatro años.

La entrada del uribismo a la contienda de marzo no solo redibujará el mapa político sino también golpeará a las dos actuales fuerzas mayoritarias: el Partido de la U y el conservatismo. El paso de Uribe a la oposición junto a una exitosa campaña en la que afirma que su partido “no es La U” minarán los votos del primer bloque parlamentario hoy en el Congreso. Del lado de los conservadores el impacto podría sentirse en una reducción en el respaldo de opinión que el liderazgo carismático del exmandatario había direccionado hacia las huestes azules.

La otra definición del nuevo equilibrio de fuerzas en el Congreso viene del lado izquierdo. En los últimos 12 años el Polo Democrático ha ejercido la oposición a los dos gobiernos de Uribe y al de Santos. Sin embargo, hoy las fuerzas de izquierda llegan divididas a las elecciones parlamentarias bajo tres estandartes: el Polo liderado por el senador Jorge Robledo; la Alianza Verde bajo Antonio Navarro Wolff y de orientación petrista, y la Unión Patriótica con el regreso de Aída Avella. Su mayor desafío es conservar el 10 por ciento del Senado que hoy controlan y no quedar tan lejos del resultado final de los uribistas.

Por último, un puñado de partidos minoritarios, encabezados por el movimiento evangélico Mira, luchan por su supervivencia ante el aumento del umbral. De no alcanzar la cifra de unos 400.000 votos, estas organizaciones no entrarían a la distribución de curules y el Senado de la República estaría conformado por partidos grandes con mayor número de ellas.

Desde hace mucho tiempo no confluían en una elección líderes políticos de la experiencia, el recorrido o el reconocimiento de las cabezas de lista de la mayoría de partidos en la contienda. Independientemente de los resultados finales, un Senado con figuras de la talla de Álvaro Uribe, Horacio Serpa, Antonio Navarro Wolff, Carlos Fernando Galán y Jorge Robledo es garantía de debates serios y una democracia fortalecida.

Tiempo de reformas

La debacle de la fallida reforma a la Justicia en junio de 2012 marcó el divorcio entre el Congreso y la opinión pública tras los positivos resultados de 2010 y 2011. Luego de aprobar iniciativas como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el Legislativo no solo se desplomó en su imagen favorable, sino también alimentó el sentimiento generalizado de pesimismo e inconformidad que hoy embarga a la sociedad. Aunque en 2010 la abstención en las elecciones parlamentarias llegó al 56 por ciento, en 2014 el debate sobre el voto en blanco ha canalizado una corriente de frustración con la clase política, cuya verdadera magnitud solo se sabrá con los datos finales de la elección.

Lo más paradójico del crítico ambiente electoral que se vive es precisamente la ambiciosa agenda que el nuevo Congreso tendría que abordar desde julio próximo. Cuando un porcentaje aún por determinar de colombianos irá a las urnas a sentar protesta, las tareas que les esperan a los legisladores electos serán de la mayor importancia. El actual Legislativo deja pendiente el trámite de una reforma al sistema de salud que toca la vida cotidiana de todos los ciudadanos. Paralizada por la época electoral, lo más seguro es que ese proyecto, u otros más que se presenten, se reactiven en la próxima legislatura.

Dentro de las iniciativas que se le quedaron en el tintero a la administración Santos, y que son urgentes para el próximo gobierno, están temas como las pensiones, la educación superior y la pendiente de la Justicia. A lo anterior se añade la propuesta de reforma política que anunció el candidato vicepresidencial Germán Vargas, que tocaría la reelección y los periodos de los mandatarios locales. Otros asuntos como nuevas reglas para la minería, una reforma tributaria adicional y el nuevo diseño del sistema ambiental también harían parte de la agenda legislativa de los siguientes cuatro años.

¿El Congreso de la paz?

Si una idea para definir este nuevo Congreso ha hecho carrera durante la campaña, es la de ser el encargado de materializar el proceso de paz. Si bien son inciertos los ritmos de las negociaciones del gobierno con las Farc, un eventual acuerdo con La Habana tendría que firmarse dentro del próximo cuatrienio. De ser eso así, se desprendería una agenda de reformas constitucionales y proyectos de ley que deberían tramitarse en el Legislativo que surja de las elecciones del 9 de marzo.

El próximo gobierno, que si las elecciones fueran hoy sería el segundo de Santos, tendría que discutir esos cambios que involucran desde el agro hasta el sistema político con un Congreso con dos bloques opositores: el uribismo y la izquierda. Así, el margen de maniobra de la siguiente Casa de Nariño no será tan amplio y dependerá del tamaño y la fuerza de esas dos bancadas. Un escenario más factible es el inmediato donde, de Santos reelegirse, el bloque del Centro Democrático llegaría al Senado a hacer control y criticar el proceso actual con la guerrilla. Ambos escenarios políticos dependerán, entre otros factores, del resultado final que obtenga la lista del Centro Democrático en los comicios legislativos.

En conclusión, aunque la campaña al Congreso de 2014 tuvo ‘más de lo mismo’ en cuanto a amenazas, discursos, publicidad y prácticas y vicios electorales, su impacto futuro será más fuerte que solo un reacomodo de curules y de partidos. Una nueva oposición de derecha verá la luz, cuyo tamaño será una de las incógnitas más esperadas por resolver cuando las urnas se cierren a las cuatro de la tarde de este domingo.


LAS 14 del 2014

Estas son las cifras claves para entender las elecciones de este domingo.

0 debate: han tenido en la campaña temas tan trascendentales para el país como las reformas a la salud y a la justicia, el empleo y la educación.

3 billones de pesos: es la contratación que, según denuncia el uribismo, repartió el gobierno entre los congresistas de la Unidad Nacional para aceitar la maquinaria electoral.

260 municipios: presentan riesgos electorales  por la influencia de grupos armados ilegales y fraude según la Misión de Observación Electoral.

131 candidatos: tendrían, según la Fundación Paz y Reconciliación, relaciones con parapolíticos o grupos armados ilegales.

3,34:
El porcentaje de voto en blanco para las elecciones al Senado registrado en 2010 y equivalente a 374.000 votos. La incógnita no está en si subirá este indicador sino cuánto.

3 logos distintos: tuvo que presentarle el Centro Democrático uribista a la Comisión Nacional Electoral antes de que se lo aprobaran.

4 partidos: el Mira, el Polo, la Alianza Verde y Opción Ciudadana (antiguo PIN) luchan por llegar al umbral.

681.391 votantes huérfanos: en relación a 2010, cuatro de los 10 más grandes electores del Senado no se presentan: Juan Lozano, Gilma Jiménez, Dilian Francisca Toro y Liliana Rendón. Un botín con destino incierto.

46 años, 36 años, 28 años, 20 años y 13 años: cumplen, desde que los eligieron por primera vez al Congreso, Roberto Gerlein, Horacio Serpa, Álvaro Uribe, Jimmy Chamorro y Antonio Navarro. Son las renovadoras cabezas de lista al Senado del Partido Conservador, Liberal, Centro Democrático, de La U y Alianza Verde.

X:
el número de curules que conquiste el uribismo es la gran incógnita de las elecciones. Su peso puede redibujar el mapa político.

68,5 por ciento: de los congresistas buscan reelegirse según cuentas de Congreso Visible.

234 curules: tiene la Unidad Nacional en Cámara y Senado. Conservar esa aplanadora de 82 por ciento de los escaños va a ser casi imposible.

22.000 millones de pesos: cuesta la elección y los sueldos de los cinco miembros colombianos del Parlamento Andino. Solo dos de cada 10 colombianos piensan participar en este sufragio.

32.184.672: son los electores potenciales para las elecciones al Senado, Cámara de Representantes y Parlamento Andino. En 2010 solo el 44 por ciento votó en las legislativas.