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| Foto: Ilustración: R.Bonavena

INFORME ESPECIAL

Colombia enredada

En diez años, las redes sociales le cambiaron la cara al país. SEMANA explora los impactos de esta revolución. Siga en Twitter #ColombiaEnredada

10 de enero de 2015

Las redes sociales han transformado la vida de los habitantes del planeta, y Colombia no ha sido la excepción. Cada vez que los colombianos se conectan a internet, dos de cada tres lo hacen para usar Twitter, Instagram o Facebook, o para interactuar con otros a través de WhatsApp. Facebook registra 22 millones de usuarios en el país, 60 por ciento de los cuales revisan varias veces al día lo que allí sucede. Twitter tiene 17 millones, especialmente en las grandes ciudades y las regiones del norte, centro y suroccidente de Colombia. Allí redactan mensajes de 140 caracteres, comparten lo que otros escriben y discuten sobre lo que les interesa: desde las trivialidades de la vida cotidiana, hasta el proceso de paz en La Habana. La cobertura de internet en las regiones y un gusto específico del colombiano por las dinámicas del mundo digital han puesto al país en el séptimo puesto del escalafón de las diez naciones del mundo más activas en las redes sociales.

Estos desarrollos han transformado a la sociedad colombiana. En los poco más de diez años que lleva la revolución de las redes sociales –la fundación de Facebook en 2004 marca su nacimiento–, la vida política, cultural, social y económica del país ha cambiado, en parte gracias a las libertades, la velocidad y las posibilidades técnicas que ofrece. La política ha trasladado sus micrófonos y buena parte de sus proyectos, sus iniciativas e, incluso, sus peleas a Twitter, donde personajes como el senador Álvaro Uribe o el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, sobresalen al atraer masas, expresar críticas y denunciar sin pasar por el filtro de la prensa y en conexión directa con la gente.

A la vez, los habitantes del país ya saben que, en el mundo digital, no son simples espectadores del poder, sino que pueden hablar en público, tomar decisiones y generar cambios. Esta libertad de expresión digital ha desembocado en no pocos casos en insultos, matoneo y difusión de mentiras. Y esto ha hecho pensar a muchos que las redes sociales, más que un ágora del mundo moderno, son una cloaca de insultos y difamaciones. En todo caso, uno de los primeros hitos mundiales de cómo las redes dan voz a la gente lo vivieron los colombianos en enero de 2008, cuando en Facebook apareció un grupo llamado Un millón de voces contra las Farc, que en pocas semanas llevó a 6 millones de personas a protestar contra esa guerrilla. Ese día, el país vivió la fuerza de las redes sociales y entendió que había entrado a una nueva era.

En este nuevo mundo la economía también es distinta. Las grandes empresas han ajustado sus modelos a las reglas digitales. Hoy están en las redes sociales, interactúan con la gente y generan millonarias ventas mediante sus plataformas. Ese avance se debe, en parte, al empeño de algunos jóvenes que se aventuraron a abrir empresas de comercio electrónico o crear aplicaciones móviles que cambiaron la forma de hacer negocios y ofrecer servicios tan básicos como solicitar un taxi o pedir una pizza a domicilio.

Por último, las redes sociales también han cambiado la vida íntima de las personas. Les han dado nuevas herramientas y plataformas para mantenerse en contacto con gente alrededor del mundo, cultivar amistades, encontrar una pareja o simplemente un amor pasajero. De cierta forma, el mundo digital es hoy un nuevo vecindario donde la gente puede, sobre todo, decir y hacer lo que siente en total libertad. En esta década pasada, para bien y para mal, las redes sociales han enredado a Colombia.

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