En varias regiones del país ya se han registrado inundaciones por cuenta del desborde de quebradas y ríos. Foto: archivo/Semana. | Foto: Archivo/Semana

MEDIOAMBIENTE

Colombia: entre El Niño y La Niña

Mientras en algunas regiones del país se registran inundaciones y deslizamientos por cuenta de las lluvias, en otros departamentos la sequía no da tregua. El Ideam dice que este fenómeno es normal y que el país simplemente está pasando por un periodo de transición entre el verano y el invierno.

10 de abril de 2019

Mientras en algunas regiones del país llueve, en otras ‘sí escampa‘. Los reportes de las condiciones hidrometeorológicas del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) así lo revelan. 

Entre inundaciones e incendios se ha venido moviendo climatológicamente el país desde hace varios días. La razón obedece al periodo de transición entre el verano y el invierno. 

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Fenómenos como El Niño, según Yolanda González, directora de ese instituto, tienen una evolución, acople, desarrollo, debilitamiento y finalización. "En estos momentos El Niño se sigue acoplando, pero eso no inhibe la llegada de la temporada de lluvias. Lo que hemos venido observando en Colombia son eventos extremos de aguaceros fuertes en algunos sectores, los cuales generan crecientes súbitas, mientras que en otras regiones hasta ahora está entrando la temporada de lluvias", dijo la funcionaria. 

Colombia por su proximidad con la línea de Ecuador tiene un clima tropical e isotérmico, con temperaturas que varían muy poco durante el año, por lo que el impacto climático suele sentirse mayoritariamente en los procesos de transición.  

"Las próximas semanas aumentará la nubosidad, especialmente en la tardes y noches en la mayor parte del país, así como el nivel de las precipitaciones. Desde este miércoles, por ejemplo, esperamos aguaceros muy fuertes en las zonas de alta montaña, principalmente en Santander, Cundinamarca, Boyacá y Norte de Santander", indicó González.

El Ideam advirtió sobre el incremento en el nivel del agua de varios ríos del país por cuenta del recrudecimiento de la temporada de lluvias. Foto: archivo/Semana. 

Esa institución decretó la alerta roja por riesgo de crecientes súbitas en nueve departamentos. Se trata de Chocó, Risaralda, Caldas, Quindío, Antioquia, Cundinamarca, Cauca, Nariño y Putumayo. Así mismo, declaró la alerta roja por amenaza de deslizamientos de tierra en 15 municipios de Caldas, Risaralda, Quindío, Caquetá, Putumayo y Nariño. 

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El Ideam también lanzó una advertencia por el incremento en el nivel del agua de varios los ríos, en especial del Atrato (alerta roja), al igual que del San Juan, Minero-Carare, Cauca, Cimitarra, San Bartolo, Nare, Negro, Caquetá y Amazonas (alerta naranja). "La cuenca media-baja del río Magdalena ha venido subiendo sus niveles debido a que han aumentando las lluvias en Santander", mencionó la directora. 

La otra cara de la moneda

Los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre, en la región Caribe, así como algunos municipios de Antioquia, Boyacá, Arauca y Casanare viven una intensa sequía. En esas zonas el verano ha generado la mortandad de peces y animales como consecuencia de que sus ríos, quebradas y lagos se secaron. 


Mientras en algunos departamentos llueve, en otras regiones del país la sequía hace estragos en cultivos, flora y fauna. Foto: archivo/Semana. 

"Ya la temporada de lluvias llegó al norte de la región andina y esperamos que en los próximos días se empiece a registrar en la región Caribe, en donde veníamos con condiciones muy secas. Poco a poco aspiramos a que se estabilicen las precipitaciones”, comentó González.

La funcionaria informó que en el sur de Córdoba y Sucre, al igual que en Cesar, ya se han ido presentando aguaceros. "Esperamos que en el transcurso de esta semana se incremente la nubosidad en esa región y empiece a llover más en Bolívar, Magdalena y La Guajira. El viento ha estado muy fuerte, situación que también ha impedido la consolidación de las nubes", recalcó la directora, quien afirmó que el invierno se extendería hasta mediados de junio. 

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González aseveró que la Semana Santa estará pasada por lluvias y, por esa razón, instó a las autoridades a tomar las medidas tendientes a mitigar los riesgos, así como a activar los comités locales de gestión del riesgo de desastres. De igual manera, exhortó a los ciuddanos a adoptar las recomendaciones impartidas. 

Impactos que podrían controlarse  

Para algunos expertos, Colombia no está preparada para afrontar fenómenos climáticos extremos como El Niño o La Niña. En el caso del invierno, sustentan sus conceptos basados en causas como la falta de ordenamiento territorial, la deforestación y la descontrolada expansión de la frontera agrícola, problemáticas que tienden a contribuir a que las afectaciones y los daños crezcan cada año con la llagada de las lluvias.  

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Germán Bermúdez, director del Consejo Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres de Boyacá, señaló que la Ley 1523 de 2012 estipuló que a todas las personas naturales o jurídicas les corresponde adoptar las medidas necesarias en su ámbito personal con miras a salvaguardar sus vidas. 

"Es poner en práctica el principio de autoconservación ya que realmente en todo el país muchas comunidades no previenen el riesgo por desconocimiento, falta de socialización o conveniencia y, por eso, construyen sus viviendas en la ribera de los ríos", expresó.


La descontrolada construcción de casas en la ribera de los ríos puede generar inundaciones. Foto: archivo/Semana. 

Al crecimiento urbano desorganizado se suma otro factor determinate: la deforestación. La tala de árboles para la industria maderera, la expansión de la frontera agrícola, la gandería o la minería pueden generar cuencas ineficaces, es decir, que no tengan la capacidad de regular los flujos hídricos, pues son los árboles los que permiten este proceso. 

Esto repercute para que se generen, además de erosión y desertificación en los suelos, sedimentación en los ríos, lagos o quebradas. A su vez, propicia la disminución de la profundidad del agua, así como de la capacidad de embalse, lo que en últimas puede provocar deslizamientos que terminan por obstaculizar el afluente, generándose un alto riesgo de avalancha o avenidas torrenciales.

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La no regeneración de los árboles y la falta de implementación de un sistema de alertas tempranas eficaz, también pueden convertirse en otro de los componentes que aumenta el riesgo de inundaciones, al igual que la no ejecución de obras e infraestructura que permitan contrarrestar este fenómeno. 

"El vertimiento de residuos y aguas no tratadas en los ríos y quebradas, así como las malas prácticas agrícolas, generan sedimientos y movimientos en masa que redundan en represamientos, tras los cuales vienen las avalanchas o las avenidas torrenciales", manifestó Camilo Barrera, geólogo. 

Pero no solo las comunidades se ven damnificadas con las inundaciones y avalanchas, también las especies vegetales y animales que se ubican en la zona. 

Silvia Gómez, directora de Greenpeace en Colombia, consideró que cuando ocurren este tipo de fenómenos poco preocupa el impacto sobre la biodiversidad"Los árboles que se caen dejan de absorber dióxido de carbono y muchas especies de animales mueren o se ven obligadas a migrar debido a la inundación de su hábitat, lo que genera una descompensación ambiental y la muerte de ecosistemas estratégicos", señaló Gómez.

La Directora Greenpeace en Colombia agregó que los peces y demás animales acuáticos también sufren como consecuencia del desplazamiento de plantas, invertebrados e insectos del lecho de los ríos, haciéndolos mucho más suceptibles a padecer enfermedades. 

"Esto también puede acarrear problemas sanitarios como consecuencia de la contaminación que producen los cuerpos de los animales en el agua o en la tierra", apuntó.

Los expertos hacen un llamado a las autoridades a ajustar los planes de ordenamiento territorial, fortalecer los sistemas de alertas tempranas, reubicar definitivamente a las familias que se encuentran en zonas de riesgo, organizar las cuencas hidrográficas, adelantar planes de reforestación efectivos, estructurar adecuadamente los comités locales de gestión del riesgo, organizar más y mejor entidades de socorro y ejercer un mayor control sobre licencias de construcción cerca a la ribera de los cauces para evitar las emergencias que, habitualmente cada año, se registran en temporada invernal.