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Los servicios de urgencias no existen en la mayoría de pueblos. Los campesinos deben viajar a las capitales departamentales.

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Colombia rural, sin hospitales para atender la crisis

En algunas zonas del país solo hay tres camas de cuidados intensivos. Si el coronavirus llega allá, no habría como contenerlo.

28 de marzo de 2020

Las principales ciudades de Colombia asumen el reto del mayor número de contagios por la covid-19, pero los municipios más distantes del país pueden sufrir un desbarajuste presupuestal y de salud pública con solo una veintena de casos. Panoramas como el de Bogotá, que el viernes a mediodía tenía 187 casos, o el de Medellín, que contaba con 59, tendrían de cabeza a Leticia, Florencia, Maicao, Ocaña o Apartadó. Es fundamental evitar los viajes a dichas zonas y, además, fortalecer con presupuesto esas redes hospitalarias.

Apartadó, por ejemplo, ya tiene un caso de coronavirus y una muerte sospechosa por el virus. Allí, las fincas bananeras no han parado de producir y solo impusieron medidas de seguridad el jueves 26 de marzo. Hasta entonces los trabajadores se transportaron en buses repletos y se alimentaron en comedores uno junto al otro, sin restricción. Las autoridades se preocupan, pues en todo el Urabá solo hay 25 camas de unidad de cuidados intensivos (UCI).

En Antioquia, un departamento con 125 municipios, la crisis podría crecer en ausencia de medidas para impedir los viajes no estrictamente necesarios. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, le dijo a SEMANA que está seguro de que la capital empezará a presentar casos muy graves que surjan en los pueblos, pues municipios como Apartadó y Caucasia, que reciben visitantes de otros países por concentrar capital extranjero, no tienen el sistema de salud idóneo para afrontar más de un decena de casos críticos de coronavirus.

Apartadó, capital extraoficial del Urabá, solo cuenta con 25 camas de UCI y ya tiene un contagio de coronavirus.

Preocupan aún más los departamentos donde ni las capitales tienen una infraestructura adecuada. Entre Amazonas, Guaviare y Caquetá, por ejemplo, no suman 50 camas de UCI, y los médicos piden insumos de bioseguridad y mejores condiciones para trabajar.

En Amazonas, sin ningún caso de covid-19 confirmado aún, la red hospitalaria es presa del miedo, dice Ivón Delgado, secretaria de Salud departamental. “Veo a los médicos asustados, y eso también me genera preocupación”. Temen porque en Leticia, capital y uno de los dos municipios del Amazonas, solo hay siete camas en unidades de cuidados intensivos, cinco de ellas con respiradores artificiales. La ciudad tiene 48.000 habitantes en una triple frontera, con una calle que la separa de Brasil –el país latinoamericano con más casos– y el río Amazonas que lo separa de un caserío peruano. Además, Delgado asegura que los médicos sienten miedo porque ninguno de ellos tiene insumos de bioseguridad. Hoy, en el departamento es difícil conseguir tapabocas, guantes, batas y máscaras de propileno para prevenir contagios.

En el vecino departamento de Caquetá, el panorama no es distinto. En los 16 municipios hay 22 camas de UCI, muchas ocupadas por pacientes con otras enfermedades. “No tenemos la capacidad de respuesta hospitalaria; esperamos que los casos positivos aparezcan con un margen de tiempo entre sí para que podamos reaccionar”, dice Lilibet Galván Mosheyoff, secretaria de Salud de Caquetá. La funcionaria hace cuentas y prevé que si hay una crisis hospitalaria por covid-19, no habría camas suficientes para atender a los adultos mayores, población que sufriría las mayores afectaciones.

Actualmente, en Caquetá han realizado 44 pruebas, de las cuales 35 resultaron negativas y nueve están en estudio en Bogotá. Los resultados demoran hasta una semana en llegar a estos territorios apartados. Ser la Colombia profunda los puede proteger en un sentido. Pero si aparece un caso, el panorama puede ser aterrador. En Guaviare tampoco hay buen panorama: a pesar de tener cero casos, el departamento tiene más de 120.000 habitantes y solo cuatro respiradores artificiales en los centros de salud. De acuerdo con la Asociación Colombiano de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (Acesi), esa región requiere una unidad de cuidados intensivos con al menos diez equipos de respiración asistida. No obstante, difícilmente alguien la construirá en medio de la pandemia.

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Al mirar al Caribe, la situación tampoco resulta alentadora. En varias capitales de la costa norte, los hospitales permanecen en estado crítico, y ni hablar de los municipios intermedios. El gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, por ejemplo, dijo que la red pública hospitalaria en su departamento es muy precaria y prácticamente no hay unidades de cuidados intensivos, por lo que esta emergencia la desbordaría. Es tan grave la situación que, según denunció el senador Fabián Castillo, entre el departamento y su capital, Santa Marta, no suman más de 100 camas de UCI, esto para una población de alrededor de 500.000 habitantes.

Por otro lado, Bolívar cuenta con 292 camas de UCI; Córdoba, con 242; Cesar, con 260; La Guajira tiene 102; y Sucre, 183. Esta disponibilidad podría aumentar si la Superintendencia de Salud logra concretar el plan de adecuación de hospitales que hoy se encuentran bajo alguna medida especial del ente de control. En esta zona del país se incluirían el Hospital Regional San Andrés (César); San Jerónimo y San Diego de Cereté (Córdoba); Hospital Universitario del Caribe (Bolívar); San José de Maicao (La Guajira), y Alejandro Próspero Reverend (Magdalena).

Uno de esos, el Hospital San Jerónimo de Montería, tiene problemas. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (Acesi), le falta recurso humano calificado: enfermeras profesionales, fisioterapeutas y médicos generales. Además, no hay suficientes equipos médicos para unidades de cuidados intensivos ni elementos de cuidado personal como tapabocas, gorros y polainas. Por eso necesita ayuda urgente y apoyo técnico del Ministerio de Hacienda para una aceptable adecuación. Por lo anterior, esta semana el alcalde, Carlos Ordosgoitia, anunció que en el Coliseo Happy Lora instalarán un hospital de campaña con 50 camas de hospitalización y 12 para cuidados intermedios.

Maicao es uno de los municipios más críticos en infraestructura y equipos para atender la emergencia. El hospital San José, su principal centro de atención, cuenta con 160 camas (30 corresponden a UCI operadas por un tercero), tiene 48 médicos generales y 28 especialistas, y no posee tapabocas, guantes, alcohol ni gel antibacterial.

Hay regiones que tienen menos de diez camas de UCI. No hay utensilios como mascarillas, alcohol y geles antibacteriales.

Pero hay casos peores, porque la ruralidad en Colombia ha estado abandonada por mucho tiempo, incluidos los hospitales. En Santander, la provincia García Rovira está en riesgo, pues el hospital en Málaga, que atiende a 80.000 personas, solo tiene tres camas disponibles. No hay cuidados intermedios ni unidad de cuidados intensivos, así que deben remitir los casos graves a Bucaramanga. Sin embargo, el invierno afectó a tal punto la vía Curos-Málaga que la dejó fuera de servicio por pérdida total de banca en diversos puntos. La provincia –con 11 municipios– quedó incomunicada. Aunque los lugareños hicieron un trabajo y la arreglaron para el paso de ambulancias.

El Catatumbo, en Norte de Santander, también pasa por aprietos. El Hospital Emiro Quintero Cañizares, de Ocaña, debe atender 250.000 personas de la subregión y únicamente tiene 21 respiradores, de los cuales solo 11 están disponibles. Según Carlos Martínez, director del Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, el hospital público de Ocaña va a ampliar su capacidad en diez camas para hospitalización y 18 para UCI. Varios defensores de derechos humanos de la zona han denunciado un presunto incumplimiento en el pago del salario del personal médico. Sin embargo, el alcalde de Ocaña, Samir Casadiego, dice que no hay quejas oficiales al respecto.

El coronavirus está mostrando las heridas del sistema de salud colombiano, cuyo abandono en las áreas más alejadas del país es vergonzoso. Si el virus llega a una de estas ciudades, podría propagarse muy rápidamente ante una casi nula barrera de contención.

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