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A R T I C U L O &nbsp;&nbsp; <NOBR>C O M P L E M E N T A R I O</NOBR>

Colombian Connection

Juan Ortiz Osorno
14 de mayo de 2001

Escena uno: El milagro

Julián Colón estaba en su auto, un Lexus, 1995, color negro. Era el 28 de noviembre de 1998. Hacía frío. El no podía sentirlo. El auto estaba abandonado en Swope Park con dos cadáveres adentro. El era uno de ellos. De pronto uno de los cadáveres despertó. Se desató y salió del auto. No se trataba de un acto de escapismo o resurrección. Era Andrés Borja, un chico de 17 años, que se había despabilado de repente a la vida, contra el pronóstico de todos. Los que le dispararon lo creían muerto. Por un momento, él también. Una hora antes, estaba tirado en el sótano de una casa desvencijada, vieja y abandonada de un barrio pobre de Kansas City. Encapuchado, arrodillado en el piso, con las manos atadas atrás, escuchó que su tío arriba de las escalas, en el segundo piso de la casa se quejaba y después no lo oyó más. Claro que entre el quejido y el silencio hubo un disparo. Después oyó el sonido de unos pies que bajaban las escalas y una voz que entró y dijo: "Dispárenle a este en la cabeza, también". Se escuchó otro disparo. De pronto sintió un chillido en su oído, un calor en su cabeza y se sintió desfallecer, pero no se sintió muerto. Como su vida dependía de que los otros lo creyeran, actuó. Unos hombres lo sacaron de la casa. El no podía verlos. Los había conocido esa misma noche. Nunca se imaginó esa escena. O mejor, nunca se imagino ser él, la parte encapuchada de la escena, el muerto. Ahora iba en el baúl de un auto, donde se suponía debería ir otro distinto a él, distinto a su tío tirado en la banca de atrás del auto que se supone debería conducir. Cuando sus fracasados asesinos se retiraron, rápido, del parque, él se desató, con dificultad. Estaba acostado con cuerdas. Abrió la cajuela y se quitó la capucha. Era colombiano. Estaba vivo y junto a un auto con un muerto en Missouri. No lo podía creer. Salvarse así a los 17 años. Corriendo, buscó un teléfono. Llamó a la esposa del muerto y ella los recogió. Lo condujeron junto con el cadáver al Menorah Medical Center. Llamaron a la policía y vino toda. Habló de más, dirían después todos en la prisión. Dijo todo lo que había pasado, lo que se supone no debe contarse para mantener un crimen en la impunidad.



Escena dos: Están rodeados!

A cinco millas de la escena del crimen, en una habitación del Hotel Drury sin ninguna arma encima, Germán Sinisterra, Abelardo Arboleda y Plutarco Tello. Tres negros colombianos, vallunos, sintieron las fuerzas combinadas del FBI, la DEA, la Policía Estatal de Oklahoma, los departamentos de policía de Leawood, Overland Park, Pasadena, Texas y Kansas, más los hombres del sheriff de Johnson County, rodear el hotel. Miraron por la persiana y les gritaron la famosa frase: "Entréguense, que están rodeados." Ellos se entregaron. Estaban rodeados. Los interrogaron. Uno de ellos, Germán Sinisterra dijo que él era el que le había disparado a Andrés Borja. Después se arrepentiría de decirlo. Hubo un juicio. Los condenaron. El 18, el 19 y el 20 de diciembre de 2000 sus familias recibieron como regalo de Navidad, la noticia de que Germán Sinisterra, de 36 años de edad y Abelardo Arboleda, de 33, serían ejecutados en el estado de Missouri. Plutarco Tello, de 35 años, pasaría el resto de sus cumpleaños en prisión.



Detrás de escena Uno: antes de que todo cambiara.



Hinestroza, Colón y Borja planean recuperar 240 mil dólares que tres negros le han robado del apartamento a Hinestroza. El ladrón fue un tal Percy Smith. Un capo de la mafia en Kansas. Empacan armas, guantes, cinta adhesiva y otras cosas propias de un secuestro. Están dispuestos a matar a Percy para que diga dónde está el dinero. Conducen al Hotel Drury, donde tres negros vallunos, de la gente de Houston los esperan para ayudarles. En dos autos van a la supuesta casa de Percy. Percy los recibe y los conduce a la casa desvencijada. Entran y adentro todo cambia.



Detrás de escena dos: Cuando todo cambia



Seis hombres en una casa vieja. Armas. Julián Colón y Andrés Borja miran a los vallunos, Sinisterra, Arboleda y Tello. Son grandes y les viene bien la ayuda de ellos para el trabajo. De repente los tres negros los toman, los encapuchan y se llevan a Colón escalas arriba y a Andrés escalas abajo. Alguien les dispara a quemarropa. Hisnestroza estuvo arriba. Se oyó el disparo y después bajó. Entró al sótano y una voz ordenó otro tiro. Se oyó un disparo. Los cuatro hombres sacan los dos cadáveres de la casa. Los meten al auto de Colón y abandonan todo en un parque. Los tres negros de la gente de Houston esperan instrucciones de Hinestroza en un hotel. Los capturan. Germen Sinisterra, uno de los negros, en el interrogatorio, dice que él había disparado. Después durante el juicio dice que era Hinestroza quien lo había hecho. Lo había confesado, porque tenía miedo de inculpar al jefe de la organización. Pensó en las represalias contra su familia. El cambio de opinión no convenció al jurado y los 12 le recomendaron al juez aplicarle la inyección letal.





Escena sin revelar: Palabra de mujer

El 19 de noviembre de 1998, tres hombres negros entran al apartamento de Hinestroza. Él no está. Golpean a su novia, hermana de Colón y tía de Borja. Los tres negros se roban de una caleta en el piso 240 mil dólares. La mujer le dice a Hinestroza y a Borja lo sucedido. Hinestroza la manda a que se revise en un hospital de Houston y le pide que guarde los recibos de las cuentas médicas. Ella lo hace. Le miente al hospital. Cuenta cualquier historia. Hinestroza, Colón y Borja, concluyen que Percy Smith es uno de los ladrones.



Escena fiscal

Germán Sinisterra, Abelardo Arboleda y Plutarco Tello, son contratados por Hinestroza para recuperar un dinero. 240 mil dólares. A cada uno le pagaran 3.000 dólares por la vuelta. Los tres negros vallunos deben asesinar a Julián Colón y Andrés Borja, los ladrones, según les dijo Hinestroza. Viajan desde Houston a Kansas City en auto. Hace frío, es noviembre, casi diciembre. Se encuentran con su contratista y con los dos ladrones en el hotel, El Drury. Los ladrones trabajan con el jefe, son socios, además uno es el hermano y el otro el sobrino de la novia de Hinestroza. Todos viajan a una casa de un tal Percy Smith y el tal Percy los conduce a una casa desvencijada. Percy se va. Los vallunos encapuchan a Colón y a Borja y alguien dispara. Sinisterra dijo que él. Después dijo que no. Empacan los cadáveres en un carro, los botan. Corren a un hotel. Hinestroza se fue a recoger a su novia. No aparece. Aparece la policía. Borja no se murió. Dijo que lo encapucharon. No vio quien le disparo, pero fue alguno de los cuatro. Oyó sólo una voz: "Dispárenle a este en la cabeza, también" y oyó el disparo.





Créditos



Andrés Borja, el escapista, escapó dos veces. Ahora está en el programa de protección de testigos.

Hinestroza también escapó dos veces. Se fue con el dinero y su novia. A la novia la abandonó en Kansas.

Los tres vallunos fueron condenados.

Percy se voló sin juicio.

La fiscalía tiene culpables.

Julián Colón, muerto se quedó.

La novia de Hinestroza, alias Mónica Osma, será la ficha clave de la segunda parte. En la apelación.

La pena de muerte en Missouri desempolva el traje: La última vez fue en 1953, coincidencialmente, por un caso de secuestro y asesinato.



fin.