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CON ESOS AMIGOS...

Con el gobierno de Hugo Chávez a Colombia le podría ir casi tan mal como a Venezuela.

8 de marzo de 1999

Caracas la semana pasada parecía una ciudad feliz. Un observador desprevenido
difícilmente podría imaginarse que tanta celebración se cumplía en el peor momento de la economía
venezolana. El déficit fiscal supera, según las cifras oficiales, el 9 por ciento, algunos piensan que la
situación es aún peor pero todos coinciden en que es muy difícil que las cosas mejoren en el corto y
mediano plazo. Aun así, fueron muy pocos los que se atrevieron a decir en voz alta que la llegada a la
presidencia del ex coronel golpista Hugo Chávez no puede cambiar la economía que, por encima de cualquier
otra causa, es el origen del estado de postración de Venezuela.
El petróleo, que hasta hace unos años cubrió de esplendor a Venezuela y permitió un crecimiento en la
calidad de vida de sus habitantes a costa de subsidios y exenciones tributarias sin límite, se cotiza hoy al
peor precio de los últimos años: ocho dólares por barril. Lo peor es que el crudo seguirá bajando por la crisis
asiática y porque el invierno en Estados Unidos y Europa fue menos frío este año, lo que ocasiona
automáticamente un descenso mundial en la demanda de combustibles. Por lo demás, la industria
venezolana está reducida a su mínima expresión y el desempleo ha crecido hasta cifras inauditas para un
país que hace apenas dos décadas se preparaba para integrarse a las economías del primer mundo. Con este
panorama los analistas internacionales prevén que, con Chávez o sin Chávez, la economía venezolana puede
todavía empeorar en los próximos meses.
Por todo lo anterior, muy pronto el nuevo gobierno tendrá que asumir medidas de choque que desvirtuarán en
buena parte las promesas de campaña del 'comandante'. Esto no es nuevo en América Latina: Carlos Menem,
que llegó al gobierno argentino con una plataforma populista, muy pronto se volvió neoliberal y logró enderezar
la economía de su país; Alberto Fujimori, que planteó su campaña como una cruzada contra la oligarquía
peruana, después de su posesión asumió el menos social de los esquemas de manejo económico, y hasta el
depuesto Abdalá Bucaram, que ofreció subsidios en su carrera a la presidencia, terminó llamando al creador
del llamado milagro argentino, Domingo Cavallo, para que aplicara la receta en un empobrecido Ecuador, en
eso andaba cuando lo tumbaron. Chávez, que en materia política conserva su beligerancia, sabe que en lo
económico las cosas son a otro precio. Tal vez por eso, desde antes de posesionarse, le ha hecho guiños
a la banca internacional, al gobierno de Estados Unidos y a lo que queda del establecimiento de su país. Así
se ha interpretado, por ejemplo, la ratificación de la ministra de Hacienda del gobierno de Caldera, Maritza
Izaguirre. Chávez está preso de la realidad económica de su país y más temprano que tarde tendrá que apretar
aún más los cinturones de su gente. Lo grave es que los venezolanos históricamente no dan espera. Carlos
Andrés Pérez, que llegó al poder con una votación abrumadora, tuvo que enfrentar el 'caracazo', la rebelión
popular contra su gobierno, solo 25 días después de su posesión. Lo que muchos se preguntan ahora es cómo
hará Chávez para mantener la atención en otro lado, cuando estalle la bomba social en la que está sentado
desde la semana pasada. Todas las respuestas mencionan, de una u otra manera, el nombre de Colombia.
En Venezuela ha sido tradicional que las crisis políticas internas se alivien atizando las diferencias con
Colombia. Algunos piensan que con Chávez las cosas cambiarán. Finalmente es un hombre de frontera, tan
llanero como los colombianos de Arauca o Casanare. No ha ahorrado palabras de elogio hacia nuestro país
e incluso hizo un especial homenaje al presidente Pastrana en su discurso de posesión. Pero por otro
lado, varios de sus hombres clave han tenido por años una posición dura frente a Colombia. El Ministerio de
Defensa fue encomendado al general de división Raúl Alejandro Salazar, el primer comandante del teatro de
operaciones en la frontera con Colombia y uno de los autores de la teoría de la llamada 'persecución en
caliente', según la cual uniformados venezolanos pueden traspasar la frontera para perseguir a guerrilleros que
hayan cometido delitos en su país. El nuevo canciller venezolano es el periodista José Vicente Rangel, que por
muchos años ha sido el columnista más radical de Venezuela en el tema del diferendo. Como si fuera poco,
sus primeras declaraciones al posesionarse fueron para decir que si bien se debía continuar el trabajo de las
comisiones conjuntas no podía pasarse por alto que "los derechos venezolanos en el golfo son vitales,
estratégicos e históricos". La palabra 'vital' en el lenguaje diplomático es en la práctica sinónimo de
innegociable. Estos antecedentes dan para pensar que Chávez tarde o temprano aplicará hacia Colombia una
política de mano de hierro en guante de seda. Por un lado dos duros al mando de las relaciones exteriores y
del ejército, y por otro un presidente enviando señales conciliadoras.
Las decisiones inmediatas del gobierno de Chávez en el campo del comercio internacional también podrían
dejar mal parada a Colombia. El nuevo presidente venezolano no olvida que Carlos Menem fue el primer jefe
de Estado que se lo tomó en serio. Gracias a los buenos oficios del mandatario argentino Chávez pudo,
entre otras cosas, reunirse con el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Todo esto ha tenido como
consecuencia que Hugo Chávez esté empeñado en que Venezuela entre al Mercosur. De hecho, Menem,
invitado de honor a su posesión, afirmó que antes de terminar este año se protocolizaría el ingreso
venezolano a ese mercado común. Esto implicaría el puntillazo para el Pacto Andino y un automático
deterioro del mercado de los productos colombianos en el vecino país. Venezuela es, después de Estados
Unidos, el mayor comprador individual de productos colombianos. Zapatos, telas, cueros y muebles, entre
otras manufacturas colombianas, se venden en Venezuela. Dichos productos no podrían resistir la
competencia de artículos similares argentinos, brasileños y chilenos si éstos entraran a Venezuela sin
aranceles.
La conclusión es una sola: a pesar de los gestos amistosos de Chávez en el gobierno suyo
necesariamente a Colombia le irá mal y a Venezuela peor.