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La mirada de 'Manuel Marulanda' no es otra que la que ellos llaman "farianistas".

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Con los ojos de las Farc

María Alejandra Villamizar, de Semana, hace el ejercicio hipotético de imaginar cómo ven las Farc las últimas decisiones que ha tomado el gobierno.

9 de junio de 2007

Los extranjeros que llegaban al Caguán en la época del proceso de paz, les preguntaban siempre a las Farc por su tendencia ideológica: ¿Ustedes son marxistas? ¿leninistas? ¿trotskistas? ¿guevaristas? Y a todas estas conocidas corrientes de izquierda la respuesta era negativa. ¿Qué son entonces? insistían los curiosos visitantes, "Somos farianistas", respondían las Farc.

Este diálogo, que se repitió una y otra vez, se mencionaba como una simpática anécdota en los relatos que se hacían de estas visitas. Un apunte más de 'esta particular guerrilla suramericana', comentaban los extranjeros con mucha razón. Ni ellos ni nadie en el mundo tiene registrada en la historia la existencia de el farianismo como una tendencia ideológica.

Pero esa es la clave para entender desde dónde miran el mundo y cómo se ven a sí mismas las Farc. Pocas veces el país se ha detenido a examinar ese otro ojo que nos mira.

Es común que los colombianos se pregunten: ¿las Farc por qué no hacen esto o aquello? Nada mas difícil de entender. Las Farc nunca hacen lo que desde afuera se cree que harán, y menos, lo que se quiere que hagan. No es que no tengan una lógica, la tienen. La lógica de la guerra. Y si se quiere, se puede desconocer, pero eso no los cambiará ni los desaparecerá.

El farianismo del que hablan es una forma muy particular de pensar y de actuar que han construido con los años y que tiene que ver sobre todo con la necesidad de sobrevivir. En el sentido físico, en el sentido político y en el militar. Sobrevivir como organización y como grupo de personas que comparten una condición. Sobrevivir a los cambios del mundo, al desprecio nacional, a las campañas militares, a las dificultades de la vida en la selva.

Hoy, cuando no se sabe el rumbo que tomará la liberación de más de 180 presos que se dicen de las Farc y de Rodrigo Granda, uno de los mas representativos hombres de esta guerrilla capturado en los últimos años, las preguntas sobre la actuación de las Farc empiezan a pulular. ¿Van a liberar secuestrados? ¿Van a empezar a negociar?

En primer lugar, ya lo dijeron, no van a liberar a los secuestrados como respuesta a la movida de Uribe.

Porque son obstinados, persistentes y tercos pero, sobre todo, porque no van a darle al Presidente ningún triunfo gracias a ellos. Hay que entender que las Farc se ven como el contrapeso del poder en el país y como el 'otro' Estado y, por tanto, sienten que el trato que les da el Presidente no es el que merecen. "A las Farc se les respeta", dirán. Por lo tanto, no se van a mover de manera inmediata, sin que esto signifique que no vean una ventana para entrar en el juego, a su manera.

Además, en las filas insurgentes, este tipo de movimientos es interpretado como una reacción extrema de parte del gobierno que les confiere razón, en el sentido de que las Farc son ese factor indispensable a la hora de tomar decisiones de alta política y que sin ellos no será posible resolver los problemas del país. Y por eso insistirán en el despeje, así estarán satisfechos.

En los campamentos oyen noticias, ven noticieros de televisión y leen las revistas y los periódicos. Además, tienen Internet satelital. De esta manera están al tanto del acontecer, y cada noticia que se produce les merece un análisis. Algunos, largos e interminables; otros, ligeros y contundentes. Pero siempre con una misma conclusión, y es que todo justifica "la continuación de su lucha".

El proceso de la para-política, los escándalos de corrupción, las negativas en Estados Unidos al TLC y al Plan Colombia, las marchas contra las transferencias, las confesiones de los paras, las condenas al Estado en Cortes internacionales para ellos no son sólo noticias, sino insumos para su farianismo. "Nosotros vemos desde aquí, cómo se despedazan los lobos", dijo una vez Manuel Marulanda del país que veía en los medios.

Que el secuestro es inhumano. Lo saben, pero no se ven culpables. Aun teniendo las llaves de las cadenas con las que amarran a los secuestrados, las Farc montaron la idea del canje sobre la tesis de que éste era un camino para presionar al Estado para que los reconozca y por eso creen que a estas personas les tocó, por mala suerte, emular a los 'mártires' que ellos tienen en las cárceles.

Que son narcotraficantes. Responden que no. Lo son y hasta el cuello, pero lo niegan porque no se creen en iguales condiciones que los narcos puros, estilo Pablo Escobar. Se creen con el legítimo derecho de hacerlo porque controlan los territorios de siembra, y porque la coca les da de comer a los campesinos y porque dicen que si políticos y hasta Presidentes se han beneficiado de los narcos, ¿por qué ellos no pueden aprovechar las ganancias del negocio para financiar su guerra? Esa es su lógica.

No tienen afanes. Sus planes han sido de largo aliento y se convencen a sí mismos de que la guerra que libran no la ganarán todavía, pero que van llegando. Un día el país se levantará y con la sublevación de las masas, triunfará la revolución. Y que si los derrotan militarmente, será en franca lid. Las Farc piensan así. Si no lo hicieran, al menos sus más viejos dirigentes, sería más fácil derrotarlos.

Marulanda sabía que venía un período de sequía política al llegar Uribe. "La oligarquía no aprende", les dijo a sus hombres después de oír que los anuncios de bombardeos y ataques militares. Y enseguida vaticinó "Con Uribe no hay nada, habrá que esperar cuatro años". Pues van casi cinco y no hubo nada. Pero la balanza empezó a moverse. Es difícil saber cómo están en materia militar, pero es evidente que el secretariado, que es como el corazón, está intacto y listo para empezar a jugar y no tienen nada ganado porque su futuro es muy incierto. Pero son viejos y laten echados.