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Consuma paz

Más de 15 productos fruto de la sustitución de cultivos incursionan con éxito en los almacenes de cadena del país.

5 de junio de 2005

Para los campesinos de la vereda Nuevo Tolima, ubicada a 18 kilómetros de San José del Guaviare, las cosechas ilegales quedaron atrás. Decidieron pasarse a los yogures de frutos amazónicos como el cocona, arazá, copoazú y piña brasilera.

Tras haber encontrado en el cultivo de la coca en los 80 y 90 una razón para quedarse en estas ardientes sabanas, pero también para sufrir sus problemas, estas familias oriundas en su gran mayoría de Cundinamarca, Boyacá, Tolima y Antioquia, encontraron en la ganadería ecológica un sentido para sus vidas.

Hoy, sus quesos y yogures son la última novedad de los 15 productos que unas 3.000 familias campesinas han logrado colocar con cierto éxito en el mercado nacional, de la mano del gobierno, la ONU y Carrefour. Incluso algunos ya están siendo exportados, como los cafés orgánicos de la Sierra Nevada de Santa Marta y el Macizo Colombiano, los fríjoles rojos enlatados con tocino del sur de Bolívar, que se envían a México y Jamaica, y los palmitos del Putumayo, que en los próximos días empezarán a salir en dos contenedores al mes a Europa.

Pero para pasar de campesinos a empresarios los habitantes de Nuevo Tolima han recorrido un camino de avances y fracasos. Su historia es muy similar a la de las más de 3.000 familias campesinas que hoy siembran cacao, vainilla, caucho, palma africana, pimienta negra y tomates, entre otros.

Hace 12 años, recuerda monseñor Belarmino Correa Yepes, obispo de San José del Guaviare, la Iglesia creó el Fondo Ganadero Familiar para buscar que los campesinos dejaran la coca. El programa le entregaba a cada familia 20 cabezas de ganado y le ofrecía asesoría técnica gratuita. Al cabo de tres años devolvían el ganado pero se quedaba con la gran mayoría de las crías, lo que les permitía mantener su actividad.

Este proyecto llegó a beneficiar a unas 500 familias, pero su desarrollo fue difícil porque no pudo romper la cultura cocalera de la región, de la que vive el 80 por ciento de sus habitantes. El programa entró en dificultades hace unos años cuando la guerrilla se robó la mitad del hato, unas 1.200 reses, y porque muchos campesinos vendieron su ganado para financiar el cultivo de coca.

Solo un grupo de 54 familias de la vereda Nuevo Tolima, a unos 18 kilómetros de San José, decidió jugársela en 1998 con esta nueva opción de vida. Se unieron en la Asociación de Ganaderos Ecológicos del Guaviare (Asogeg), que siguió repitiendo el modelo del fondo eclesiástico.

El principio fue duro pues no tenían suficientes recursos para comprarles el producto a todos los asociados. En 2000 recibieron un espaldarazo del gobierno de Japón que les donó una moderna planta para producir lácteos, con neveras y planta eléctrica. Ello fue posible gracias a la mediación de la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (Unodc), que los ha acompañado durante todo el tiempo.

Con la planta los campesinos pudieron producir de manera industrial sus productos, pero se encontraron con otra piedra en el camino: la dificultad de vender sus productos en el reducido mercado de la región. Pese a los esfuerzos por llevarlo, a la capital y a otros municipios del departamento, en épocas de verano a veces no podían darle salida a toda la leche que producían.

Entonces, en 2003, nuevamente la Unodc, junto con la embajada de Francia, les dieron el empujón necesario. Les facilitaron una procesadora para mejorar la producción de los yogures de frutos amazónicos, los asesoraron en el empaque y los pusieron en contacto con Carrefour para que les abriera espacio en sus ocho supermercados de Bogotá.

La cadena francesa aceptó, pues ya desde 2001 venía desarrollando un programa para promover la venta de productos provenientes de sustitución de cultivos ilícitos. Para Asogeg lo más importante fue que les dio unos precios y tiempos de entrega especiales, en los que prácticamente las utilidades son para los campesinos.

"Uno se siente orgulloso de lo que hemos hecho y empieza a pensar en grande. Imagínese compitiendo con los monstruos de allá. Con este apoyo y el de otras empresas, nos convertiremos en una empresa importante y podremos apoyar a otros campesinos que están con la idea de trabajar con lo lícito", dijo a SEMANA Marcos Baquero, presidente de Asogeg, al recordar con emoción el primer envío de productos lácteos que hicieron a finales del año pasado a Bogotá.

"Nosotros no les estamos haciendo un favor. Ellos son muy buenos proveedores, con productos excelentes, que al darles el apoyo que necesitan responden con creces. Con este programa queremos enviar un mensaje a los demás empresarios del país para que ayuden a las comunidades y personas que están en este proceso" comentó, a su turno, el presidente de Carrefour Colombia, Noël Prioux.

Este enorme apoyo al programa de sustitución de cultivos, le mereció recibir a finales del año pasado el Civil Social Award de la ONU. Es la primera vez que una empresa privada lo recibe.

Y los colombianos también tienen mucho por hacer. Sandro Calvini, representante de la Unodc en el país dice que si las personas de estratos medio y alto incluyeran en sus mercados estos productos, una o dos veces al año, podrían permitir en poco tiempo que las más de 80.000 familias que aún se dedican al cultivo de ilícitos, pasen a la legalidad y encuentren un mejor futuro para ellos y para sus hijos.

Por ahora las ventas de los quesos y yogures de Asogeg están permitiendo sostener a la cooperativa, pero esperan que con la pronta entrada a otras cadenas como Éxito y Carulla-Vivero podrán convertirse en grandes empresarios y vincular a las familias de más de 10 veredas que ya hacen parte de la Asociación. "De hecho, algunas familias están encontrando en el cultivo y recolección de frutas amazónicas, que eran despreciadas, y en el cuidado de las selvas y bosques una nueva fuente de vida diferente a la coca", puntualizó el presidente de Asogeg.

La novedad del programa es que el gobierno le está apostando a cultivos que sean competitivos y tengan un mercado asegurado. En este momento, dice Luis Alfonso Hoyos, director de la Red de Solidaridad, el gobierno decidió reunificar todos los programas y trabajar en dos líneas. En las zonas dentro de la frontera agrícola se están patrocinando el cacao, el caucho, la palma africana, los cafés orgánicos y las maderas de diferentes tipos. Está apoyando, además, productos que si bien no son masivos, como los palmitos, la vainilla, las frutas, la pimienta negra y los productos lácteos, tienen su mercado nacional. Más de 6.000 familias hacen parte de estos programas. Y en aquellas zonas que estén fuera de la frontera agrícola se está desarrollando el programa de familias guardabosques, que al final de este año cobijará a 34.892 beneficiados.