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Control al sida

Los pacientes con VIH del antiguo Seguro Social esperan que se regularice la entrega de medicamentos.

15 de septiembre de 2003

Amediados de la decada de los 90 el programa de VIH/Sida del entonces Seguro Social registró un crecimiento espectacular de pacientes. Esto se debió a la excelente calidad de los servicios que prestaba y a que otras empresas prestadoras de servicios de salud remitían allá a los usuarios que se negaban a atender. Este sobrecupo generó, por supuesto, unos sobrecostos, por los altos precios de los medicamentos. En la actualidad el programa cuenta con 1.800 abonados, 1.200 de los cuales reciben drogas retrovirales cuyo costo mensual es de 760 millones de pesos. Esto representa 20 por ciento del presupuesto total de medicación de la Empresa Social del Estado (ESE) Luis Carlos Galán.

Estas cifras siempre le han parecido exorbitantes a algunas personas, que piensan que este dinero podría ser más provechoso en el cubrimiento de un mayor número de pacientes que padecen enfermedades no terminales y más baratas de curar. Esto tendría implicaciones éticas pues supondría dejar al garete a las personas seropositivas, y además está comprobado que la política actual es efectiva en términos económicos.

El sida no tiene cura pero desde 1996 una mezcla de medicamentos sintéticos mantiene a raya al virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que lo produce. Un paciente en fase asintomática, tomándose sus medicamentos con regularidad, puede continuar su vida laboral sin problemas (salvo que sean discriminados por su condición, lo cual está prohibido por ley) y ser productivo para la sociedad.

El abogado Fernando Segura, de 44 años, cotiza en el Seguro Social hace 28 años y hace seis es atendido por el programa ETS-VIH/Sida del Seguro. Soportó el embate inicial de la enfermedad y ahora, aunque tiene que moverse con ayuda de un caminador o en una silla de ruedas, está mejor gracias a que a diario se toma 16 pastillas diferentes. Este 'coctel' evita la multiplicación del virus y fortalece el sistema inmunológico del paciente, impidiendo que lo mate una gripa. Gracias a esto Segura pudo continuar litigando tutelas para subsistir.

En cambio el tratamiento de una persona que está en la fase de sida, que puede ser presa de cualquier enfermedad y por tanto requiere hospitalización y cuidados especiales, puede costar más de 25.000.000 millones de pesos anuales. Estos cálculos fueron hechos el año pasado por Bertha Gómez, fundadora y coordinadora del programa hasta entonces, probablemente quien mejor conoce todo lo relacionado con esta problemática.

Faruk Urrutia, actual gerente general de la ESE Luis Carlos Galán, está al tanto de esta situación. Por eso determinó que había que continuar con el diseño actual del programa, anunció la adquisición de los medicamentos que hacían falta y la agilización del proceso de compra de los que no se han conseguido.

Por último, insistió en fortalecer la labor preventiva para evitar que más personas resulten infectadas. Para esto ordenó que se actualizara la base de datos de 2.900 pacientes que han sido atendidos alguna vez por el programa para determinar si están siendo atendidos por otra EPS, si están inactivos (no reciben la atención y la medicación indicada) y si han tomado conciencia de su enfermedad y no han contagiado a otras personas. Estas políticas son una buena noticia para Fernando Segura, quien por lo pronto puede continuar tranquilo, no con su existencia sino en su lucha por una mejor calidad de vida.