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ACUA promueve el desarrollo a partir de activos culturales. | Foto: Fundación Aqua

PACÍFICO

La "reinvención" de las comunidades afro en la pandemia

SEMANA habló con David Soto, director de la Fundación para los Activos Culturales Afro, ACUA. Clases de cocina por Zoom desde los municipios, una de sus últimas apuestas.

3 de junio de 2020

Por Juan Andrés Garzón*

SEMANA: ¿Cómo empezó todo este trabajo con las comunidades afro?

David Soto: Yo soy docente, he trabajado durante más de 30 años en la Universidad Externado de Colombia y me especializo en temas de desarrollo territorial. En un momento dado me invitaron a formular un proyecto con San Basilio de Palenque cuando fue declarado patrimonio inmaterial de la humanidad en 2005. Este trabajo consistió en unir dos universos que hasta ahora estaban separados -el desarrollo y la cultura- con el objetivo de encontrar fórmulas de desarrollo en una comunidad en donde la cultura significa identidad. 

"Nosotros no trabajamos con pobres, trabajamos con ricos y su riqueza está en lo que heredan, en lo que saben y en lo que tienen"

En ese momento desarrollamos con la Universidad del Externado un proyecto que consistía en convertir ese patrimonio inmaterial en el mejor aliado para la generación de ingresos de la región. Esta fue una gran oportunidad para que el desarrollo se pudiese entender desde la identidad y el patrimonio cultural, que en últimas es la riqueza de las comunidades. 

SEMANA: Después de eso, ¿qué pasó?

David Soto: El FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) me convoca para trabajar en varios países de América Latina en un programa con el mismo enfoque y ahí se crea ACUA (Activos Culturales Afro) una organización multinacional, que promueve el desarrollo a partir de activos culturales. Muchas veces esos activos están asociados a la pobreza y al atraso, pero en la nueva perspectiva del desarrollo, es pura riqueza. Nosotros no trabajamos con pobres, trabajamos con ricos y su riqueza está en lo que heredan, en lo que saben y en lo que tienen.

SEMANA: ¿Cuándo nació esta relación con la cultura afrodescendiente?

D.S.: No puedo decir cuándo exactamente, pero sí puedo decir que nació desde la música. He sido apasionado de la música afro en general desde el jazz y el blues hasta la salsa. Pero en 2006 hice un viaje a Palenque y la música me envolvió todo el tiempo que me quede. Realmente, eso era para mí el atractivo de esta región en ese momento, lo que me agarraba.

SEMANA: ¿Cuál es la importancia de compartir estos activos culturales con los demás?

D.S.: Es poderle mostrar a los colombianos de lo que nos estamos perdiendo. A Colombia la reconocen a nivel mundial gracias a los activos culturales que están representados en la cultura afro y la cultura indígena. En la lista de las declaratorias de patrimonio cultural de la Unesco, que es lo más grande que tiene un país para mostrarle al mundo, la mayor parte de las que tiene Colombia no tienen que ver con esos valores que nosotros consideramos nos hacen colombianos. Los valores más importantes son los que tristemente los colombianos no conocemos. Entonces con todo este trabajo intentamos mostrarles a los colombianos la importancia de nuestras raíces y nuestras culturas.

SEMANA: ¿De dónde surgió la necesidad de trabajar un proyecto tan grande como este?

D.S.: Surgió de una mezcla entre un sentido social que siempre he tenido y mi posición como académico en donde no encontraba la posibilidad de hacer evidente todo eso que teoricé en la academia para convertirlo en temas prácticos que tengan que ver con seres humanos. Ese es uno de los grandes dilemas que tenemos los académicos, cómo hacer que lo que se teoriza y es una posibilidad, se convierta en una oportunidad real. 

Este un trabajo micro. Yo no creo que las grandes políticas vayan a reivindicar el daño histórico de las comunidades o de quienes han estado al margen. Yo creo en un trabajo que se hace todos los días y se hace uno a uno. Esto es lo que realmente cambia la sociedad que a uno lo rodea, en este caso a las comunidades afrodescendientes. Lo importante no es trabajar para, es trabajar con las comunidades para crear proyectos con identidad y participación.

SEMANA: ¿Desde cuáles áreas promueve ACUA el desarrollo de estas comunidades?

D.S.: Trabajamos desde dos áreas: primero, en la generación de ingresos de las comunidades a partir de sus saberes y tradiciones, y segundo, en acciones afirmativas para la inclusión en la agenda política.  Existen barreras que impiden a los artesanos llegar a mercados competitivos con sus productos y servicios como lo es la burocratización de los procesos productivos, sobre todo por que esos mercados están pensados para y conquistados por procesos industrializados, dejando por fuera a los artesanos y los sabedores. 

"Las grandes políticas vayan a reivindicar el daño histórico de las comunidades o de quienes han estado al margen"

El enfoque que tenemos viene de una realidad que no es muy conocida por el colombiano ya que los mayores problemas que tienen las comunidades no son ni los subsidios ni las ayudas, como se cree comúnmente. Es la dificultad al acceso a mercados competitivos lo que impide que estas comunidades entren al circuito económico.

SEMANA: ¿Cuáles son algunos de los proyectos que ACUA ha adelantado en Colombia?

D.S.: Nosotros ahora mismo tenemos más de 20 proyectos en diferentes lugares de Colombia  y hemos financiado más de 350 proyectos a lo largo de la historia de la fundación. Por ejemplo, en Guapi trabajamos con las señoras que siembran las azoteas para que vuelvan a la comida tradicional y no utilicen caldos artificiales. Con eso logramos que las mismas comunidades se ocupen en volver a su comida tradicional y aprovechen esos productos que utilizaban anteriormente. 

SEMANA: ¿Qué papel tienen las fiestas tradicionales en este desarrollo?

D.S.: En cuanto a las fiestas, que son gran parte del patrimonio inmaterial, la fundación las ha promovido como el espacio donde existe un circuito económico muy poderoso para las comunidades. Una fiesta como San Pacho en Quibdó puede generarle al municipio hasta dos veces y medio los ingresos que genera en un mes común representado en productos propios. 

Otro gran ejemplo, es el Festival de música del pacífico Petronio Álvarez que está moviendo aproximadamente unos 50.000 millones de pesos en mercado, cocina, bebidas y demás a lo largo de los cinco días de fiesta. ACUA formalizó ese mercado hace 12 años en conjunto con la Alcaldía de Cali y hoy se ven los frutos de ese trabajo. Esos son solo algunos ejemplos de los proyectos que ACUA gestiona en Colombia, pero también trabajamos en otros países de América Latina como Brasil, Perú y Ecuador. 

SEMANA:  ¿Qué significa económicamente para una cocinera o un artesano de estas comunidades un mercado como el de Petronio Álvarez?

D.S.: Significa un apalancamiento inmenso económicamente hablando. Además de los recursos que le damos a las comunidades para gestionar su participación en estos eventos, creamos los espacios de comercio y de presentación de productos. Una persona que llega de Guapi se puede llevar 10 millones de pesos en el bolsillo, eso le sirve para vivir un año a él y a su familia en su hogar.

SEMANA: En estos mercados uno puede encontrar el famoso viche. ¿Qué es?

D.S.: El viche es la bebida tradicional del Pacífico, hace tres años un empresario quiso apropiarse del viche para que todos los vicheros le pagaran regalías por la creación de está bebida. Entonces nosotros hemos trabajado por la normalización del viche en conjunto con la corte constitucional, con la gobernación del Cauca y hemos interpuesto acciones frente a la superintendencia de industria y comercio. Todo eso nos está llevando a que dentro de  poco el viche empiece a compartir mercado con bebidas tan importantes como el Mezcal.

SEMANA: ¿Cuál es el futuro de esta bebida en el mercado?

D.S.: El futuro del viche es prometedor. Yo he llevado el viche a las mejores ferias y exposiciones alrededor del mundo como en Italia, Bélgica, Perú, Francia, y muchos otros lugares. Y siempre he encontrado que los más conocedores de bebidas alcohólicas ven en el viche un producto con muchas oportunidades en el mercado internacional. La idea es normalizar esta bebida y exportarla pensando en los propios vicheros, abriendoles el camino a un mercado competitivo.

SEMANA: Hablando un poco del brote de covid-19 ¿Cómo afectó esta crisis a las comunidades?

D.S.: Afectó en la manera de trabajar y hacia dónde van los esfuerzos de su trabajo. Con la llegada del covid-19 se hizo un giro frente a los proyectos que estábamos apoyando en conjunto son el FIDA y la Escuela Taller Naranja. En conjunto pensamos una iniciativa que tuviese dos condiciones, la primera que ayudará a mitigar la situación de covid a nivel local y la segunda es que no puede haber ninguna acción que no sea generadora de ingresos lo que afectó varios proyectos que adelantamos en febrero.

SEMANA: ¿Cuáles son algunos de esos proyectos que cambiaron?

D.S.: Fueron varios, voy a hablar de algunos. Uno con costureras que se venían preparando para las fiestas de San Pacho y tenían previsto hacer parte de los trajes para los desfiles. Con la situación actual, empezaron a hacer tapabocas y los trajes para los médicos y enfermeras que se acomodan a las normas vigentes. Se han fabricado más o menos 20.000 tapabocas y una buena parte del cuerpo médico ha utilizado los insumos fabricados por las señoras desplazadas que están en Quibdó.

Parte de esos tapabocas fabricados en Quibdó, están siendo distribuidos en Buenaventura a las parteras. Hoy en día tienen un kit con su jabón, su tapabocas y todo lo necesario para poder atender los partos en donde no llega el sistema de salud.

En Guapi las mujeres que estaban sembrando las azoteas, que son las plantas para los condimentos,  consultaron a sus abuelas y empezaron la fabricación de jabones a base de aceites locales, sobretodo de coco y líquidos antisépticos que se hacen con plantas medicinales.

Otro proyecto importante que estamos llevando a cabo, es la gestión para que algunos alambiques que estaban produciendo viche produzcan alcohol para el uso local. Se están haciendo las primeras pruebas para que sea posible que en estos lugares donde la situación se puede agravar significativamente, haya alcohol en todo momento.

SEMANA: Un proyecto gastronómico interesante es Kumé. ¿De qué se trata?

D.S.: Kumé es un proyecto que ya lleva más o menos un año y medio que busca llevar los productos del pacífico a los mercados, sobre todo los artesanales como los que se dan en ferias, universidades y mercados fijos. Se vino la pandemia y nos cerraron los mercados. Entonces empezamos a pensar que íbamos a hacer y vimos que existe un modelo de negocio en los estratos altos que consiste en clases de cocina en casa por Zoom. Pero eso no era todo: además de pagar por la clase las personas, compran los  productos que van a usar en dónde la profesora les dice, ahí es donde nosotros podemos darle valor a estas clases. 

Cogimos como base este modelo de negocio y lo transformamos sumándole el valor que lo tradicional le puede dar. Primero, la persona que enseña la cocina es la cocinera tradicional que ahorita no puede ir a cocinar en los restaurantes y lo hace desde su propia cocina en casa. Segundo, nosotros llevamos a los alumnos todos los ingredientes necesarios para preparar las recetas. Estos productos vienen de diferentes partes del país: el aceite de coco, que viene de Guapi; el pescado ,que viene de la desembocadura del río San Juan; las yerbas, que vienen de Buenaventura; el ají de Providencia y San Andrés. Tercero, la clase va acompañada de la historia de la región con el fin de que se conozca y se dé más exposición a las raíces de lo que se está preparando.

SEMANA: Este proyecto entrega mucho valor a los consumidores. ¿Qué valor entrega a las comunidades?

D.S.: Entregamos valor a las comunidades desde diferentes ángulos pero sobre todo dándoles trabajo relacionado con sus raíces y reconocimiento de ese trabajo fuera de su región. Están los que hacen la música de la transmisión, están los camarógrafos que son personas nativas de esas regiones, están los proveedores de los ingredientes que no tienen que lidiar con intermediarios, están las cocineras tradicionales y está el historiador local. Es un grupo muy grande. Está ha sido la estrategia más original para entrar a los hogares de las familias en Colombia, para crear un diálogo con esas comunidades y territorios que no han estado tan presentes en la agenda del país.

SEMANA: ¿Cómo se siente después de estos años frente a lo que se ha logrado con ACUA y las comunidades? 

David Soto: Me siento muy orgulloso porque es un trabajo que ha dado frutos y está siendo reconocido, en el sentido de que se están reconociendo a las comunidades que han trabajado con nosotros. A las personas de estas comunidades siempre les han dicho usted es pobre, está atrasado. Hasta les dicen vaya y trabaje como portero en Bogotá porque es lo mejor que puede hacer. Con este trabajo hemos logrado que el joven esté orgulloso de lo que tiene culturalmente porque es reconocido por la sociedad. Lo que antes estaba asociado con la pobreza como la comida tradicional, ahora se le da un valor tan alto que es un manjar para los ciudadanos de las grandes urbes.

*Estudiante de periodismo de la Universidad Javeriana