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Aunque en retrospectiva el desgaste político es innegable, también lo es que Duque no tenía muchas salidas al respecto. | Foto: Juan Carlos Sierra

POLÍTICA

El desgaste que implicaron las objeciones a la JEP para el Gobierno Duque

La Corte Constitucional le dio la razón a los defensores de la JEP que aseguraban que habían hundido las objeciones en el Senado. Ahora, el presidente tendrá que sancionar la ley estatutaria que se había convertido en un punto de honor para su gobierno y el uribismo.

29 de mayo de 2019

La Corte Constitucional acaba de dar una estocada certera a las objeciones que el presidente Iván Duque le hizo a la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz al considerar que fueron hundidas por el Congreso. Este era un punto de honor para el Gobierno, y ahora es su mayor batalla perdida.

Las objeciones marcaron un antes y un después en el Gobierno Duque por las implicaciones jurídicas y políticas que tuvieron. Si bien el arranque de la nueva administración en el Congreso fue compleja al lanzar una ley de financiamiento iniciando la legislatura, esta pasó, aunque con bastantes cambios. Sin embargo, en los últimos meses ha sido una constante escuchar en el Capitolio que hay problemas de gobernabilidad y que la agenda legislativa prácticamente dejó de existir eclipsada por las objeciones.

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Tanto es así que las objeciones pusieron en la cuerda floja el Plan de Desarrollo. Durante el debate en Senado, en medio de las largas jornadas que se enquistaron en recusaciones de lado y lado, la senadora Angélica Lozano (Verde) advirtió que si se seguía dilatando más el debate, el gobierno iba a quedar sin tiempo para sacar adelante su hoja de ruta, esto porque no se podía discutir ningún proyecto antes de evacuar las objeciones a la JEP.

Con el tiempo en contra y en vista de que la Cámara de Representantes aprobó tras una maratónica jornada el Plan de Desarrollo, faltaba la luz verde del Senado. Esta llegó tras un acuerdo político para superar el tema de las objeciones liderado por los conservadores y apoyado por La U y Cambio Radical. Fue una decisión salomónica: enviar el expediente a la Corte Constitucional, donde tarde o temprano iban a terminar. Esto sin que quedara resuelta la discusión sobre si los 47 votos que obtuvieron los defensores de la paz conformaban la mayoría. Tanto el Centro Democrático como los partidos de oposición e independientes reclamaron el triunfo en ese momento. La corte finalmente le dio la razón a los propaz.

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Aunque en retrospectiva el desgaste político es innegable, también lo es que Duque no tenía muchas salidas al respecto. Aunque sabía que no tenía las mayorías en el Congreso, al presentarlas le estaba cumpliendo a su partido, el Centro Democrático, que quiere hacer cambios estructurales al acuerdo de paz firmado con las Farc y siempre ha reclamado la victoria del No en el plebiscito por la paz.

Sin embargo, la derrota en el Congreso además configuró una nueva realidad política. Primero, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras asumió un nuevo rol. Por medio de su columna de opinión dominical denunció las intenciones del Gobierno Duque de repartir mermelada. Además, fue el principal promotor de la coalición tripartita con el Partido Liberal y el de La U para darle el tiro de gracia a las objeciones a la JEP. La cual resultó exitosa y hasta alcanzó para apoyar una agenda legislativa propia de ‘los trillizos’, como los llaman. Aunque no se conformó una coalición sólida en el tiempo, sí se creó un bloque legislativo decisorio que podría sacar adelante o hundir las iniciativas que se proponga.

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En medio del ambiente de polarización, el mundo político se dividió nuevamente entre los defensores y los detractores de la JEP. El Gobierno, lejos de lograr un pacto político nacional, generó el efecto inverso: crear un pacto nacional a favor del proceso de paz a partir de las objeciones.

Las objeciones también ahondaron los problemas de gobernabilidad y mostraron un gabinete ministerial sin la fuerza suficiente para sacar adelante los proyectos bandera. Aquí se puede contar la renuncia de Gloria María Borrero como ministra de Justicia, que aunque se dio como efecto dominó por la liberación de Jesús Santrich, es innegable que el fracaso de las objeciones se convirtió en una cruz para Borrero.

El Gobierno Duque no pudo sacar adelante las dos grandes reformas que prometió: la de Justicia ni la política. La primera se hundió, y la segunda la retiró cuando prácticamente ya estaba hundida porque no tenía mayorías alegando que lo hacía porque no había logrado incluir listas cerradas. Sin embargo, el Gobierno podría contar como una victoria la aprobación de la ley que busca modernizar las TIC, después de enfrentar duras críticas.

Ahora que la corte tomó una decisión definitiva sobre las objeciones a la ley estatutaria, el Gobierno deberá intentar construir una agenda legislativa, que si bien puede contener proyectos clave que pretendan modificar lo acordado en La Habana, deberán recorrer todo el camino legislativo. Recuperar espacio en el Congreso será complejo, sobre todo en la siguiente legislatura con una agenda legislativa que no es clara y con elecciones regionales a bordo.