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¿Crisis?

Una serie de denuncias sobre irregularidades en la Policía Nacional siembra un manto de dudas que amenazan la imagen y la estabilidad de esa institución.

24 de septiembre de 2001

Muchos colombianos se sorprendieron con una de las noticias que publicó el diario El Tiempo en la primera página de su edición dominical el pasado 9 de diciembre. Bajo el título ‘Policía, pasos en falso’, el artículo reveló una serie de irregularidades en la Policía Nacional que hicieron inevitable que los lectores revivieran las épocas en las que el tema de la corrupción de los miembros de esa institución era pan de cada día.

El estupor que causó el artículo era más que justificado. Gracias al proceso de depuración y reestructuración interna que inició esa institución en 1993, el cual incluyó, entre otras medidas, la destitución de más de 2.000 miembros, la Policía Nacional logró en los últimos años limpiar su imagen frente al país. Pasó de ser una de las entidades más cuestionadas a ser considerada como una de las instituciones más respetadas y admiradas por los colombianos junto a la Iglesia y las Fuerzas Militares. De allí la sorpresa de muchos al ver de nuevo a la Policía en la picota pública por hechos que se creían cosas del pasado.

Las denuncias

Citando altas fuentes militares y policiales El Tiempo afirmó que los 33 años de carrera del general Laureano Villamizar —saliente director de la Policía Fiscal y Aduanera, ex director de prisiones y ex comandante de la Policía Metropolitana de Cali— terminaron a mediados de noviembre pasado, tan sólo un mes después de haber recibido su ascenso a brigadier general, debido a la existencia de unas comprometedoras fotografías de Villamizar al lado de oscuros personajes vinculados al mundo del narcotráfico cuando era teniente coronel. Según las fuentes consultadas por el diario, Villamizar aparecería con Elizabeth Montoya de Sarria, la tristemente célebre ‘Monita retrechera’, pieza clave del proceso 8.000, con el esposo de ésta, Jesús Amado Sarria, quien estuvo detenido por enriquecimiento ilícito, e incluso aseguran que Villamizar aparecería al lado de algunos de los actuales capos del cartel del norte del Valle del Cauca.

Otra de las denuncias afirmó que la propietaria de la empresa de viajes Calitur es la esposa del actual director de Gestión de la Policía, coronel Marino Escobar, recientemente llamado a curso de ascenso a brigadier general. Las fuentes consultadas por El Tiempo sobre este caso aseguraron que Calitur es la única agencia autorizada para suministrar los tiquetes aéreos a los miembros de la Policía, lo cual implica un negocio que anualmente factura por ese concepto más de 2.000 millones de pesos.

Al final el artículo trae otra denuncia, según la cual existe dentro de las filas de la Policía inconformismo y extrañeza por una serie de traslados de importantes oficiales con brillante desempeño en el área de inteligencia hacia posiciones de menor rango e importancia.

Según dijo a SEMANA el general Luis Ernesto Gilibert, comandante de la institución, en el caso específico del general Villamizar, “si llegaran a aparecer las fotos, que aún no han aparecido, es claro que involucran al general Villamizar y de ninguna manera se puede vincular a la institución con ese caso”. Sobre la historia de la empresa Calitur y el coronel Escobar el director de la Policía Nacional afirmó que para evitar suspicacias cuando él asumió la dirección general se hizo una licitación que ganó Calitur. “A pesar de esto también me reuní con el coronel Escobar y su esposa y les explique que para evitar malos entendidos lo mejor era terminar con la empresa para que el coronel pudiera seguir sin problemas su carrera. En estos momentos se está adelantando esa liquidación”, afirmó el general Gilibert a SEMANA.

La realidad es que si bien el artículo planteó serias irregularidades hasta ahora las entidades de control del Estado (Procuraduría y Contraloría) no han logrado demostrar ningún delito. Sin embargo esto no quiere decir que esos contratos no estén lejos de la polémica porque es evidente que traspasan, por lo menos, los límites de la ética.

¿Efecto bola de nieve?

Las denuncias en la Policía dejaron con los pelos de punta a la cúpula de generales y a todos los miembros de la Policía Nacional. Dentro de la institución temas como los denunciados en la prensa eran ampliamente conocidos y comentados en secreto en los pasillos. No obstante varios altos oficiales y ex oficiales afirmaron a SEMANA que “lo que salió es un copo en una bola de nieve. El verdadero valor de la denuncias, más allá de su trascendencia, consiste en que muchos se van a animar a hacer públicas cosas más graves”.

Según el grupo de oficiales consultados por SEMANA sólo será cuestión de tiempo para que cada vez sea más evidente la división interna que existe en la Policía. Esta, según ellos, es producto del inconformismo creciente que existe dentro de un gran número de oficiales de todos los rangos, quienes no están de acuerdo con el rumbo que internamente ha tomado la institución, especialmente por lo que ellos consideran “actos de corrupción que no ocurrían desde las administraciones de los generales Vargas Silva o Medina Sánchez, donde ésta terminó envuelta en negocios sucios”

Esos supuestos actos de corrupción a los que se refieren los oficiales incluyen, según contaron a SEMANA un ex general de esa institución y dos altos oficiales que actualmente trabajan en puestos clave de la Dirección Administrativa y el Fondo Rotatorio, “cuotas a los oficiales por efectuar traslados, empresas fachada de oficiales y familiares de éstos para beneficiarse de millonarios contratos con la Policía, cobro de comisiones a contratistas, etc.”.

Según dijo el general Gilibert, “la Policía se encuentra en el momento institucional más alto y no existe división alguna en su interior”. Para Gilibert es claro que los controles que fueron utilizados hace varios años para erradicar la corrupción, principalmente la facultad discrecional que autoriza retirar a miembros sospechosos, siguen siendo una herramienta eficaz que le permite controlar eventuales actos de corrupción que actualmente se estén presentando. Sin embargo algunos oficiales opinan que en los últimos tiempos esa facultad “se ha convertido en un arma de doble filo porque en ocasiones ha sido utilizada para descabezar a buenos elementos que no han estado de acuerdo con algunas decisiones polémicas”.

Para el director de la Policía esa institución y sus miembros tienen una franja de enemigos bastante grande que siempre busca enlodarlos, entre otras acusándolos de actos de corrupción. Lo cierto del caso es que por ahora sólo queda esperar para saber si, efectivamente, como afirma Gilibert, se trata de una estrategia para mancillar el nombre de la Policía o si, por el contrario, lo que ha sido publicado hasta ahora es la punta del iceberg de una situación que devolvería a la institución a sus años más sombríos.