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Juan Carlos Pinzón | Foto: Alejandro Acosta

GOBIERNO

Cuatro años de Pinzón

El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, se retira. Aunque muy polémico en sus palabras, fue muy efectivo en sus resultados.

13 de junio de 2015

A Juan Carlos Pinzón algunos lo consideraban un general sin soles, en referencia a las insignias que identifican a los oficiales de ese rango. No se trataba de algo despectivo. Por el contrario. Era una especie de reconocimiento a un hombre que lleva la vida militar en la sangre. Es hijo y nieto de oficiales del Ejército y prácticamente se crió en los cuarteles, lo que marcó la diferencia con cualquiera de sus antecesores que ocuparon el Ministerio de Defensa.

El próximo 22 de junio se retira después de casi cuatro años al frente de ese ministerio. Se va como el civil que más tiempo ha durado en ese cargo, el cual asumió el 5 de septiembre de 2011. Durante esta semana estará dedicado a realizar el empalme con su reemplazo, el exembajador de Colombia en Washington Luis Carlos Villegas.

Los últimos días de Pinzón en el ministerio han sido algunos de los más agitados que haya vivido en su cargo. Le ha tocado lidiar con la violenta ofensiva de las FARC en el sur del país, que hasta el viernes pasado dejaba como saldo más de una docena de atentados terroristas contra la infraestructura en cuatro departamentos.

Esas acciones ocurrieron tras la ruptura del cese unilateral del fuego, el cual fue anunciado por esa guerrilla tras dos operaciones de la fuerza pública en las que murieron alias Jairo Martínez, uno de los principales ideólogos de ese grupo, y alias Román Ruiz, jefe del bloque noroccidental e integrante del estado mayor de las FARC. Junto a ellos también perecieron cerca de 30 guerrilleros más.

Esas dos operaciones de las Fuerzas Militares y de Policía fueron las dos últimas de gran envergadura que lideró Pinzón. La muerte de esos dos jefes subversivos deja al saliente ministro de Defensa con unas estadísticas que lo convierten en el hombre que más golpes de gran impacto le dio a la guerrilla. Bajo su administración 41 comandantes de las FARC fueron dados de baja por las tropas, entre los que estaban jefes de frentes, integrantes del estado mayor, y miembros del secretariado, entre ellos el Mono Jojoy y el jefe de las FARC Alfonso Cano, muerto en noviembre de 2011.

La guerrilla de las FARC fue la que más sufrió durante el paso de Pinzón por el ministerio. Durante los casi cuatro años, 13.521 subversivos quedaron fuera de las filas. De estos, 3.916 se desmovilizaron, 8.511 fueron capturados y 1.094 perdieron la vida en combates.

El ELN también fue duramente golpeado en los 1.385 días que estuvo como ministro. De los principales jefes de esa guerrilla 12 murieron en combates, otros seis fueron capturados y dos más se desmovilizaron. En total 2.353 miembros de los ‘elenos’, de los cuales 1.490 fueron capturados y 699 se entregaron, quedaron fuera de la guerra.

Todas estas acciones de la fuerza pública contra la guerrilla convirtieron a Pinzón en blanco de críticas de algunas personas del propio Establecimiento que lo señalaban como enemigo de la paz. Por un lado le reprochaban el tono estigmatizador y pendenciero y, por otro, no entendían la ofensiva militar del Estado en medio de los diálogos con esos dos grupos. A pesar de algunos enfrentamientos, Pinzón nunca dejó de asumir su rol y hasta el último día no ahorró calificativos para referirse en duros términos a la guerrilla.

Aunque menos conocidos fueron los resultados contra las bandas criminales –bacrim–. 32 de los jefes de esas estructuras fueron arrestados y otros nueve murieron en enfrentamientos. En los últimos tres años más de 13.000 de sus integrantes han sido capturados.

“Todos esos resultados fueron posibles, entre otros factores, porque el ministro logró que funcionara la sinergia entre las fuerzas. Gracias a una inteligencia seria y estratégica, en cabeza de la dirección de inteligencia de la Policía, al mando del general Jorge Luis Vargas, se logró conocer el ADN de la guerrilla y a las más de 70 teras de información que se han recolectado en diferentes dispositivos. Con esa información logramos realizar operaciones tácticas de gran impacto aprovechando al máximo la alta capacidad operativa de las fuerzas”, explica el general Alberto José Mejía, jefe del Comando de Operaciones Especiales del Ejército.

El alto oficial explica que la aplicación del plan Espada de Honor, la hoja de ruta del ministerio, fue clave para obtener grandes resultados no solo en la seguridad pública sino también en la seguridad ciudadana. Aunque la percepción de los ciudadanos puede ser distinta, lo cierto es que las cifras generales hasta abril pasado de delitos de alto impacto, que son los que más afectan a los cuidadanos, también reflejaban un buen balance. El 27 % de todos los municipios de Colombia no tuvo homicidios, en el 54 % se registraron entre uno y 10 homicidios. El hurto a automotores, el secuestro y la piratería fueron otros de los indicadores que mostraron reducciones permanentes durante los últimos años.

En su paso por el ministerio, Pinzón también enfrentó graves crisis que lo llevaron a tomar medidas impopulares al interior de las tropas. Una de ellas fue la de cerrar definitivamente el centro de reclusión penal del fuerte de Tolemaida, producto de los escándalos de corrupción. A comienzos del año pasado tuvo que relevar prácticamente a toda la cúpula de la inteligencia militar tras el escándalo por la fachada Andrómeda. Y a los pocos días tuvo que salir de 11 generales del Ejército y cambiar la cúpula de esa institución y de las Fuerzas Militares también por otro escándalo.

Una de las batallas más duras que libró durante largo tiempo, y que finalmente ganó la semana pasada, tuvo que ver con la aprobación del fuero penal militar. Una encuesta realizada en las Fuerzas Armadas en 2010 reveló que el principal temor en el 85 % de 5.000 uniformados consultados era que pudieran terminar en la cárcel por participar en combates contra la guerrilla. Por eso se trazó como uno de sus principales objetivos fortalecer el fuero.

En efecto, desde cuando se posesionó, en septiembre de 2011, Pinzón intentó hacerlo. Incluso, la primera gran polémica de la fallida y escandalosa reforma a la justicia fue precisamente que se incluyera un artículo para modificar el fuero consagrado en la Constitución. Por este hecho, hubo un enfrentamiento entre Pinzón y Germán Vargas Lleras, ministro del Interior en ese entonces, que se saldó con el retiro del artículo propuesto por el ministro de Defensa.

Un año después, Pinzón volvió a tramitar la reforma. Recibió fuertes críticas de organismos internacionales como Human Rights Watch y de organizaciones defensoras de derechos humanos. Durante un año se tramitó y fue aprobado por el Congreso, pero la Corte Constitucional lo declaró inexequible por vicios de forma.

Por eso, el pasado mes de agosto volvió a presentar la reforma, la cual fue aprobada en su totalidad el miércoles de la semana pasada pero con serios cuestionamientos del Polo Democrático, que anunció una demanda de constitucionalidad.

Por otro lado, se logró que se aprobara la ley para reestructurar la justicia penal militar con el propósito de hacerla más eficiente, efectiva, autónoma, y que no suponga impunidad a militares. El Congreso aprobó implementar el sistema oral a la justicia penal militar y la creación de una fiscalía para la justicia castrense que se ocupe de las investigaciones. Con esa batalla ganada Pinzón termina su ministerio.n