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CUENTA DE COBRO?

Tras el retiro forzoso de dos altos oficiales de las FF.MM. podría esconderse una retaliación contra quienes protestaron por la salida del general Harold Bedoya.

29 de diciembre de 1997

Cuando el viernes pasado el presidente Ernesto Samper terminó su discurso en el curso anual de la Escuela Superior de Guerra en su boca se esbozó una leve sonrisa. Samper escuchaba con complacencia el aplauso de decenas de militares que oyeron su nueva propuesta de paz con la guerrilla. El aplauso duró unos 20 segundos. Al lado del Presidente se encontraban el Ministro de Defensa y la cúpula de las Fuerzas Armadas. Al otro extremo estaban unos 150 oficiales que culminaban sus respectivos cursos de ascenso .Pero, mientras aplaudían, los ojos de la mayoría de los asistentes estaban puestos sobre un general que, imperturbable, tomaba un vaso de agua. Era Alfonso Arteaga, director de la Escuela de Guerra, quien hasta ese día vestiría el uniforme del Ejército. Días antes el gobierno había tomado la decisión de no incluirlo en ningún cargo para el próximo año, al igual que al subcomandante de esa unidad militar, el contraalmirante de la Armada Spiker. El gesto de Arteaga de no aplaudir el discurso presidencial fue interpretado por muchos de los asistentes como la confirmación de un rumor que se abrió paso hace dos semanas cuando le notificaron que debía retirarse: que finalmente el general habría terminado pagando con su carrera el haber permitido que a finales de julio pasado unos 400 oficiales, alumnos de la Escuela de Guerra, se trasladaran al Ministerio de Defensa a despedir al entonces comandante de las Fuerzas Militares y hoy candidato presidencial Harold Bedoya Pizarro. SEMANA estableció que hasta las 12 del día del jueves 13 de noviembre, seis horas antes de que el gobierno diera a conocer la conformación de la nueva estructura jerárquica de las Fuerzas Militares, el general Arteaga era considerado como seguro comandante de la III División del Ejército con sede en Cali. Fuentes de entero crédito afirmaron que a Arteaga y a Spiker no les perdonaron que por primera vez en muchos años un gran número de oficiales expresaran públicamente su inconformismo. Otra fuente militar reveló que el comandante del Ejército, general Mario Hugo Galán, fue el encargado de notificarle a Arteaga la decisión del gobierno. "Al general solamente le explicaron que se trataba de órdenes de arriba", explicó. SEMANA intentó obtener una versión al respecto por parte del comandante de las Fuerzas Militares, general Manuel José Bonett, pero no fue posible localizarlo. Es probable que nunca se conozcan oficialmente las razones de la salida de estos militares. Aún así, parece que el fantasma del retiro empieza a perseguir a los oficiales que fueron al Ministerio de Defensa a despedir a Bedoya, de los cuales Arteaga y Spiker serían solamente los primeros de la lista.