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CAMPAÑA

De armas tomar

Cecilia López se prepara con las uñas bien afiladas para enfrentar la consulta liberal. Crónica de un día de campaña.

12 de febrero de 2006

Jueves primero de diciem- bre, 6 de la mañana. Cecilia López Montaño, precandidata a la Presidencia por el Partido Liberal, de sudadera negra sobre una estera azul se somete desde hace un cuarto de hora a la dura rutina que le impone de manera implacable su instructor de pilates, que es el nombre técnico de la sesión de abdominales y estiramientos. Como están remodelando su apartamento, vive donde su hijo Carlos Alberto Rodríguez, lo que le permite desayunar con sus nietos, su hija María Claudia y su nuera María Isabel Lacouture. Se baña y recibe a Mary, su peluquera. Está afanada porque a las 8 tiene una cita en la embajada de Suecia. El sonido persistente de un secador se mezcla con el agite de los preparativos del día (su hija y su nuera son su mano derecha en la campaña), del teléfono que comienza a sonar, del temor de llegarles tarde a los suecos que son tan cumplidos. Cecilia López, economista, investigadora, ex ministra de Medio Ambiente y ex directora del Seguro Social y de Planeación Nacional, es la única mujer en la contienda por la Presidencia de la República, y su discurso frentero de oposición a la reelección y al gobierno de Álvaro Uribe contrasta con las posiciones moderadas o ambivalentes de otros precandidatos liberales. El 6 de diciembre inaugura la sede de su campaña política y a ese corre-corre debe agregarle el de la Fundación Agenda Colombia que creó en 2002, un foro de debate internacional sobre temas como el agua, el sida, el empleo, la distribución de la tierra y las patentes, y ha publicado varios libros, entre ellos Stiglitz: hacia una economía sostenible, Sida/VIH y desarrollo y Propiedad intelectual en los tratados comerciales. Se tranquiliza cuando logra avisarles a los suecos que se demora un poco. Tres escoltas del DAS la esperan en un jeep Cherokee azul oscuro. Entra con su computador portátil y un vestido negro que piensa ponerse en la noche. A las 9 sale de la embajada sueca y se dirige a su fundación, en la carrera 13A entre calles 41 y 42, una cuadra con casas amplias y antejardines cuidados. Hace un par de llamadas para vender su nuevo libro y se queja porque a la fundación le han quitado fondos porque piensan que ella la usa para financiar su aspiración presidencial. Como quien dice, sin el pan y sin el queso porque los empresarios, dice ella, sólo quieren invertir en la campaña de Uribe. Falta un cuarto para las 10 y Cecilia López se va a la casa contigua, donde funcionará la sede de su campaña. Con su equipo planea los detalles del lanzamiento. Habrá un grupo de música Caribe contemporáneo, un dj, vino y pasabocas costeños. Ahora le da el afán porque debe preparar una charla al mediodía en la Sociedad Económica de Amigos del País. Descubre con horror que su computador portátil y el vestido negro se quedaron en el Cherokee. Al rato llega el PC y se pone a trabajar en el documento. A las 12 sale rumbo a La Candelaria, donde desde hace 50 años tiene su sede la Sociedad y allí presenta el programa de su gobierno. Lleristas de vieja data como Apolinar Díaz Callejas y Jorge Muñoz Pinzón, y Nini Johanna Soto, aspirante al Senado, la escuchan con atención. Mientras todos almuerzan carne, ensalada, papas, jugo de guanábana y helado de vainilla con frutas, Cecilia López expone los puntos de vista de su programa, al que ha denominado 'Seguridad con desarrollo incluyente'. El don de la palabra le permite exponer sus ideas a gran velocidad. Lo hace con vehemencia, con rabia, con fuerza, con humor. Como buena barranquillera que es. Entre otras cosas manifiesta que el debate debe ser más profundo, no quedarse en si reeligen o no a Uribe, sino analizar si los planteamientos de Uribe son acertados o equivocados. Que el diagnóstico en 2006 es muy distinto al de 2002, entre otras cosas porque cuando Uribe subió, los vientos de la economía eran favorables en América Latina, y los pronósticos para 2006 y 2007 son de vacas flacas. Que los únicos que se han beneficiado del crecimiento en la era Uribe son los estratos 5 y 6, que las reformas tributarias sólo favorecen a los empresarios y no al grueso de la población. Que Colombia debe salir de la mediocridad, crear empleos dignos y no contentarse con tanta gente en el subempleo, que las metas de crecimiento deben ser de 9 puntos en 10 años. Que Colombia tiene que volver a darles importancia a la investigación y a la educación y mejorar el nivel de la educación que reciben los estratos más pobres. Que la clase dirigente deje de ser rentista y ser socia del Estado en las buenas y en las malas, que se comprometa de verdad a luchar contra la pobreza. Que ser presidente de Colombia es muy complicado porque se debe manejar al tiempo una agenda de paz y una de desarrollo, y que Uribe se ha olvidado de la última en su afán por lograr la seguridad. Que la fortaleza del Estado no consiste en la fuerza militar únicamente, sino en su capacidad de llegar con programas de salud, educación y empleo a las zonas marginadas, donde la guerrilla, los paramilitares y los narcotraficantes tienen la sartén por el mango. Que le preocupa que los paramilitares comiencen a apoderarse de renglones de la economía lícita, que la democracia se narcotice, pone el ejemplo de Sicilia, que duró un siglo desmontando la estructura mafiosa que tanto daño le hizo. Luego de la sesión de preguntas y comentarios almuerza a las carreras, y a las 2:40 está otra vez en la sede. Llega el publicista Michel Molina y se reúne con él y con Carlos Obregón (jefe de prensa de la campaña), María Claudia, María Isabel y la politóloga Natalia Rey, para decidir los textos definitivos de un pasaporte para quedarse en Colombia, una manera de explicar su programa de desarrollo con inclusión. A las 4 se larga un aguacero de aquellos, poco antes de las 5 sale rumbo al Hotel Suites Jones, en Chapinero alto, donde la Fundación Natura, de cuya junta directiva, ella es presidenta, lanza el libro Estrategia de desarrollo sostenible en el corredor de conservación Guantivá-La Rusia-Iguaque. Hace cálculos porque tiene que ir a dos eventos y estar puntual a las 8:15 en Caracol. Esos aguaceros y los trancones lo atrasan todo. El acto apenas comienza a las 6. Cuatro discursos, un audiovisual y dos pasabocas; después sale rumbo al antiguo Hotel Hilton, donde Luis Fernando Duque lanza su campaña al Senado. El evento se desarrolla en la piscina del sexto piso, donde un cantante acompañado de un teclado Yamaha canta "mi viejo San Juan", "traicionera, mentirosa...", "un olor a tabaco y Chanel" mientras llega el anfitrión. Cecilia López, en la mesa principal, ve pasar los minutos y faltando un cuarto para las 8 se levanta y se excusa. A la salida se cruza con Rodrigo Rivera y lo saluda. Imposible ir ya al Gun Club y pide ir a la campaña para cambiarse. El conductor le dice que tiene los minutos contados, así que llega a Caracol Radio a la hora convenida con Néstor Morales, el conductor del programa. Llegan Juan Camilo Restrepo, Mauricio Rodríguez, Mauricio Cabrera y arranca un debate acerca del salario mínimo, los subsidios al TLC y la revaluación, una hora y media en la que logra exponer varios de los puntos de su programa. La jornada termina hacia las 11 de la noche en la fiesta de cumpleaños de la ex ministra María Mercedes Cuéllar, donde departe buena parte de los gurúes de la economía colombiana. No encuentra a sus hijos y al momento se va, agotada, todavía con su vestido color curuba. Nunca tuvo ni un minuto para ponerse el vestido negro.