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A estas alturas Piedad Córdoba pierde puntos con una liberación antes de la elecciones porque la acusarán de oportunismo electoral

POLÍTICA

¿De un cacho?

Será muy difícil que las liberaciones de los soldados Moncayo y Calvo se den antes de las elecciones.

20 de febrero de 2010

Si las liberaciones de los secuestrados dependieran solamente de logística, a más tardar en la primera semana de marzo deberían quedar en libertad el cabo Pablo Emilio Moncayo (lleva 12 años de secuestro) y el soldado Josué Calvo, así como los restos del Capitán Julián Ernesto Guevara. Pero la coyuntura electoral puede enredarlo todo.

Los últimos obstáculos se habrían resuelto poco a poco. Las Farc por fin aceptaron a Brasil como el país que aportará los helicópteros. Resuelto este tema, las partes involucradas avanzaron esta semana en la definición del protocolo de seguridad. Pero todavía hay detalles pendientes. Por un lado, se está esperando que la guerrilla envíe, por medio de Piedad Córdoba, la información de las zonas donde están los cautivos. Con estos datos el Comité Internacional de la Cruz Roja y el gobierno de Brasil pueden adelantar gestiones con el Ministerio de Defensa para que se garantice que no habrá operaciones en esas áreas. Como Córdoba no ha entregado esta información el gobierno la acusa de dilatar todo el operativo para que la operación se produzca más cerca de las elecciones.

Sin embargo, existe otra razón. Dado que el año pasado, cuando se produjeron las últimas liberaciones, hubo sobrevuelos militares en el área, que estuvieron a punto de abortar la entrega y rompieron completamente la confianza en el gobierno, las Farc exigen un compromiso escrito, en el que también esté la firma de Córdoba. Algo que el gobierno se niega a aceptar. Adicionalmente, el gobierno de Brasil espera que las Farc lo acepte oficialmente y no a través de terceros, como ha sido hasta ahora. Pero ninguno de los anteriores asuntos es insalvable.

Lo que sí tiene a todos en vilo es el clima político. El jueves pasado el presidente Álvaro Uribe dio unas duras declaraciones públicas en las que calificó de "sainete" lo que se pretendía hacer con las liberaciones, y de que se estaba haciendo uso electoral de las mismas. Ese mismo día se reunieron todos los implicados en las liberaciones, y los emisarios de Piedad Córdoba manifestaron que si el gobierno decidía aplazar las operaciones ante las dudas de uso electoral, ellos no se opondrían.

Pero ni el gobierno ni ella quieren pagar el costo de decirle al país que por mezquinas razones políticas los secuestrados tendrán que pasar un mes más en la selva, y quién sabe si más. Porque el tiempo apremia. En la semana de elecciones la fuerza pública está desplegada en el territorio para garantizar los comicios y difícilmente puede concentrarse en una operación de la envergadura de las liberaciones que esta vez se realizarían, según se cree, en tres lugares diferentes.

Muchos sectores temen que para marzo la guerrilla realice una acción, como el asesinato del gobernador de Caquetá en diciembre, que rompa la frágil confianza que se ha construido y todo se vaya al traste. Por eso es tan grave que se le meta suspicacia política al asunto.

Que Piedad Córdoba use las liberaciones como una plataforma para su carrera puede ser indecoroso, pero no al punto de convertirse en una talanquera para las mismas. Si estas se producen en los días previos a las elecciones eso puede posiblemente sumarle unos puntos a Piedad, pero no cambiarán la realidad política ni de ella ni del país. Piedad Córdoba es un personaje muy impopular y ha sido aislada políticamente por sectores tradicionales, dada la polarización en que ella misma y sus adversarios han incurrido. Tiene un electorado cautivo, y aunque mucha gente le reconoce el mérito de su labor, pensar que las liberaciones se van a traducir en votos es hilar muy delgado.

En este escenario, a Piedad le conviene más un aplazamiento de las liberaciones a que estas se realicen en vísperas de elecciones, pues una opinión pública que desconfía de ella de manera exagerada no dejará de verlo como un acto proselitista. Obviamente el gobierno a dicho que garantiza las liberaciones cuando la logística esté lista, haciendo caso omiso de los cálculos electorales. Pero en la práctica casi todos los involucrados piensan que eso no ocurrirá antes del 14 de marzo. Hay que cruzar los dedos para que esta vez sí, el secuestrado que más tiempo lleva en la selva y su compañero sean liberados.