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Ricardo Palmera, alias ‘Simón Trinidad’, y Rodrigo Tovar, alias ‘Jorge 40’, se conocen desde que integraban la sociedad de Valledupar. Hoy viven en la misma cárcel de Washington

Conflicto

De celda a celda

En una cárcel de Estados Unidos se cruzaron de nuevo las vidas de 'Simón Trinidad', de las Farc, y 'Jorge 40', jefe paramilitar. Pero será su último encuentro.

14 de junio de 2008

Un día de mayo, 'Simón Trinidad', el comandante de las Farc preso en Estados Unidos, tuvo que aguzar el oído en su celda de dos por dos metros cuadrados en la que está recluido desde enero de 2004, en el piso de máxima seguridad de la cárcel distrital de Washington conocida como DC Jail. Desde que llegó, 'Trinidad' sólo oía al otro lado de la pared ese inglés difícil que hablan los negros de estratos bajos en Estados Unidos, que son mayoría en la prisión.

Pero ese día oyó un español muy familiar. No sólo colombiano, sino costeño, de su propia tierra. Acababan de llegar cinco de los 14 jefes paramilitares que el presidente Uribe extraditó el 14 de mayo a Estados Unidos. Y entre ellos estaba 'Jorge 40'.

A sus 47 años, Rodrigo Tovar comenzaba a recorrer, una vez más, el mismo camino que ya había transitado Ricardo Palmera, de 57 años. Habían sido tantas las coincidencias entre ellos, tantos los episodios paralelos de sus vidas, que hace rato rompieron la ley de las probabilidades.

Según fuentes de SEMANA, 'Trinidad' se identificó con sus nuevos vecinos y estos hicieron lo mismo. Desde entonces, sin verse nunca la cara, pues no salen de la celda, se han comunicado a gritos. Aunque se sabe muy poco sobre el contenido de las charlas, se conoció que 'Trinidad', como un experto en los trajines de la prisión, les ayuda a sus archienemigos con algunos consejos de supervivencia básica en la cárcel: las visitas de los abogados, cómo conseguir libros, qué hacer si se sienten enfermos, en fin, asuntos de la vida diaria.

Quién iba a creer: las voces que una vez dieron órdenes para matar, secuestrar, extorsionar, masacrar y sumieron al departamento del Cesar y al país en una guerra fratricida, hoy sólo se oyen para enseñar cómo cuidar el papel higiénico, o cómo guarecerse del frío en invierno o paliar el calor en verano.

Las vidas de los dos comenzaron a caminar como dos almas gemelas por las calles de Valledupar en las décadas de los 70 y 80. Sólo 100 metros de distancia separaban sus casas en la exclusiva Calle de Santo Domingo, una de las que lleva a la emblemática plaza Alfonso López. Aunque los 10 años de diferencia los ponían en generaciones distintas, los dos mostraron cierto liderazgo, y el gusto por las parrandas y las mujeres.

Ricardo Palmera decidió unirse a las Farc cuando tenía 36 años y Rodrigo Tovar hizo lo propio con los paramilitares cuando cumplió los 37. Llegaron a ser jefes en dos organizaciones en apariencia opuestas, pero en la práctica muy parecidas: sembraron de terror y muerte el país. En la segunda etapa de sus vidas, cada uno gastó más de 15 años.

Desde hace menos de cinco años, los dos comenzaron a escribir la tercera fase. La de la cárcel primero y ahora la de la extradición a Estados Unidos. Curiosamente, los dos fueron los más 'combativos' a la hora de abordar el avión que se los sacaría definitivamente de Colombia. 'Trinidad' lanzó vivas a las Farc y 'Jorge 40' gritó que los habían traicionado.

Los recién llegados al primer piso de la cárcel, que no es una de esas modernas prisiones grises de las series gringas de televisión, sino un viejo edificio pintado de marrón, oscuro y lúgubre, llegaron con el overol anaranjado de los presos y una camiseta blanca debajo. Esposados y con una cadena que les amarra las manos, pasa por la cintura y les sujeta los pies.

'Trinidad' pronto será trasladado a una cárcel subterránea en Colorado, para pagar 60 años de condena por el secuestro de los tres norteamericanos que aún están en poder de las Farc. Pero quedará el ex jefe 'para', a quien aún le espera un largo tiempo en la DC Jail de Washington.

Se podría decir que con esos gritos de 'solidaridad' entre 'Jorge 40' y 'Simón Trinidad' de celda a celda, se ha escrito un nuevo capítulo de un género literario inédito: el del realismo mágico de la guerra.