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De operarios a empresarios

Con la ayuda de un programa de estímulo y asesoría, dirigido por el padre Gabriel Izquierdo, los empleados de empresas en quiebra las ponen de nuevo en marcha.

27 de enero de 2006

Gustavo López Zúñiga llevaba 20 años como operario de Ponce de León Hermanos cuando la empresa quebró, en 2005. Sin embargo, esa circunstancia, aparentemente desastrosa, fue una oportunidad para él. Con el apoyo del 'Programa de reactivación de empresas cuyos trabajadores reciben activos en dación de pago' llegó a ser gerente de Art Gran Col, una compañía que resurgió de las cenizas de la sociedad liquidada.

"Frente a la bancarrota, 11 de mis compañeros y yo decidimos dar un salto sin red y recibir por indemnización las maquinarias que antes eran de nuestros patrones", dijo López a SEMANA. Algunos, como Marco Antonio Penago y Fernando Hincapié, recibieron ofertas de empleo de casas editoriales, pero prefirieron quedarse. Los 78 restantes eligieron el dinero.

La resurrección de la empresa no sólo significó esfuerzos para Gustavo, sino también correr riesgos. Incluso tuvo que dar su casa como garantía de un préstamo que les permitiera cumplir la primera orden de trabajo que recibieron: la impresión de las boletas del Campeonato Suramericano de Fútbol Sub-20. Su valentía tenía un origen: el apoyo del padre Gabriel Izquierdo, asesor general de proyectos del Instituto Pensar, de la Universidad Javeriana.

El padre Izquierdo, antiguo director del Cinep, el centro de investigaciones sociales de la Universidad Javeriana, tiene una larga trayectoria de trabajo en procesos sociales. Y una de sus iniciativas más recientes es este programa que rescata empresas en liquidación, basándose en las difíciles condiciones del mercado laboral del país. "El desempleo es muy grave y deja a la gente en condiciones precarias. Por eso hay que combatirlo mediante el estímulo de la iniciativa de los trabajadores", manifiesta.

A su lado opera un equipo de profesionales en creación de empresas, planeación estratégica y comercialización, que asesora a los nuevos empleados-propietarios, por ahora cerca de 900 personas, para no dejar que sus micro, pequeñas o medianas empresas se hundan. Esos 900 empleados se congregan en 10 empresas bogotanas, siete de Medellín, tres caleñas y una de Mompox. Para ellos ya es tan normal ponerse el overol para laborar, como el traje para hacer gestiones ejecutivas.

Los resultados muestran que el programa, que apenas lleva dos años formalizado, ha funcionado para evitar que más desempleados inflen las estadísticas nacionales. Entre las 22 empresas asesoradas se han creado 150 nuevos puestos y las ventas se han incrementado un 25 por ciento.

A los esfuerzos del padre Izquierdo y su equipo se han sumado los recursos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (que los ayudó en una primera fase), la Superintendencia de Sociedades y la Oficina para la Acción Social a través de su director, Luis Alfonso Hoyos.

No obstante, los trabajadores que forman una empresa con base en otra en quiebra, enfrentan varios problemas. Ni las entidades financieras ni los proveedores ni los clientes confían en ellos. Por su edad, tienen pocas probabilidades de ser contratados, casi ninguna compañía puede asegurar un sueldo fijo inicial, y en materia de impuestos, el gobierno es inflexible. Aun así, el Banco Caja Social y Megabanco estudian posibles créditos para estas nuevas organizaciones.

"Hacer empresa en Colombia es muy difícil", es el comentario en común de asesores y asesorados. Pero las ventas de estas sociedades reflejan su esfuerzo. Refoinmsa, la antigua Inmunizadora Sabaneta, aumentó en ciento por ciento sus ventas. Ergio de Colombia, la antigua Ercol, comenzó con un préstamo de 60 millones para comenzar, y los tradujo en casi 2.000 millones de ventas en tres años. Art Gran Col vendió 70 millones en los nueve meses que ha funcionado.

Dar un paso atrás ya no es una opción. Estos nuevos socios disfrutan poder decir que la empresa en la que trabajan también les pertenece, y pocos considerarían el volver a emplearse. Sienten que les queda mejor el papel de dueños. Un ejemplo para seguir y apoyar en Colombia. n