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De tin... marín...

Los peruanos tendrán que elegir entre 11 candidatos a su próximo presidente y entre unos 1.800 aspirantes a sus 120 congresistas.

19 de febrero de 2001

Lima, Perú (Carlos Alberto Fuentes, especial para Semana.com).- Sobre gustos y colores no han escrito los autores... Esta frase, repetida por nuestras abuelas, parece haber sido tomada muy en cuenta por los peruanos, que el próximo 8 de abril tendrán que elegir entre 11 candidatos a su próximo presidente para el período 2001–2006.

Y si se tiene en cuenta que en las siguientes dos semanas cada uno de ellos presentará una lista de 120 aspirantes a ocupar igual número de curules del Congreso unicameral, a los que se sumarán los postulantes de otras cuatro agrupaciones que participarán en el proceso sólo a nivel parlamentario, se estima que por lo menos 1.800 candidatos intervendrán en los comicios.

En un país donde el desempleo y el subempleo afectan a casi el 60 por ciento de la población económicamente activa parece que algunos han visto en la actividad política una forma de resolver sus problemas para ganarse la vida.

De acuerdo con un estudio de opinión realizado por la empresa Analistas y Consultores el perfil del presidente que quieren los peruanos es el siguiente: al 75 por ciento no le interesa cuál sea su origen étnico (aunque un 12 por ciento preferiría a un mestizo), un 52 por ciento opina que debe ser varón, un 61 por ciento que sea independiente, un 43 por ciento que sea de centro (ni izquierdas ni derechas), un 70 por ciento que tenga una familia "bien constituida" y un 81 por ciento que no tenga problemas económicos. Entre las profesiones preferidas figuran, en este orden, los economistas, los abogados y los ingenieros.

¿Cuál de los 10 candidatos encajará mejor en este perfil?



Temores e incógnitas

La preferencia de los electores, según los primeros sondeos hechos por diferentes empresas encuestadoras, la sigue encabezando el economista Alejandro Toledo, del partido Perú Posible. Sin embargo es prácticamente improbable que pueda ganar en primera vuelta, es decir, obtener por lo menos el 50 por ciento más uno de los votos válidamente emitidos.

Ese es su gran temor, pasar a una segunda vuelta y que el candidato que ocupe el segundo lugar, al que apoyaría el resto, termine por derrotarlo. La gran incógnita es quién sería el candidato que ocupe ese eventual segundo lugar.

Toledo, quien encabezó las masivas manifestaciones contra la irregular tercera reelección del depuesto ex presidente Alberto Fujimori, lleva como candidato a la primera vicepresidencia a Raúl Díez Canseco Terry, sobrino del ex gobernante Fernando Belaúnde Terry, líder del partido Acción Popular, sí, el mismo del actual presidente transitorio Valentín Paniagua.

Las suspicacias y temores de que los recursos del Estado —tal como ocurría durante el gobierno fujimorista— terminen siendo puestos al servicio de una candidatura no se han hecho esperar.

Pero no sólo eso sino que provocaron una crisis en el gabinete de Paniagua ante la renuncia de dos ministros vinculados a los programas de apoyo social y obras públicas que, con su gesto, buscaron despejar toda sombra de duda. Sin embargo al final no se aceptaron las dimisiones.

El otro candidato vicepresidencial de Toledo es el congresista David Waisman, presidente de la comisión que investiga los millonarios ingresos —presunto producto del cobro de comisiones por tráfico de armas, drogas e influencias— del ex asesor de Fujimori, el prófugo Vladimiro Montesinos.

El candidato sorpresa, que a decir de Toledo constituye "un factor de perturbación electoral", es el ex presidente Alan García, presentado por el Partido Apra (Alianza Popular Revolucionaria Americana) minutos antes del cierre de las inscripciones.

García, quien se encuentra asilado en Colombia desde 1992 luego de escapar al cerco militar que le tendió el entonces régimen de Fujimori, gobernó el Perú entre 1985 y 1990.

El recuerdo que tienen los peruanos —los mayores, no los jóvenes que hoy votan pero que durante su gobierno eran niños o adolescentes con poca conciencia política y económica— es que al final de su mandato se registró el récord mundial de inflación con más de 7.000 por ciento y que para conseguir alimentos básicos había que soportar largas filas y a especuladores. Además García terminó enfrentando y enfrenta hasta hoy graves acusaciones de corrupción.

En lo que coinciden analistas y observadores políticos es que Alan García —cuyo retorno está previsto para el sábado 27— puede haber sido un muy mal presidente pero que es un excelente candidato por su reconocida capacidad oratoria y de polemista. Lo acompañan en su fórmula vicepresidencial José Murguia, popular alcalde de la norteña ciudad de Trujillo, y su fiel defensor el congresista Jorge Del Castillo.



Alianzas, sumas y restas

Otro de los candidatos presidenciales es el archienemigo de Alan García, el congresista Fernando Olivera Vega, quien ha hecho su carrera política con base en su tenaz persecución al ex gobernante y, según afirma, a los corruptos en general.

No se puede olvidar que Olivera, líder del partido Frente Independiente Moralizador, fue quien difundió el video en que se observa al ex asesor Vladimiro Montesinos sobornando con 15.000 dólares al congresista Alberto Kouri, del partido Perú Posible, el que lidera Toledo, para que se trasladara a la entonces bancada de gobierno. Fue este video el que desencadenó el derrumbe y sacó a la luz las ruinas del fujimorismo. A Olivera lo acompañan el ex animador de televisión y ex alcalde de Lima Ricardo Belmont y el empresario Eduardo Iriarte.

Unidad Nacional postula como candidata a Lourdes Flores Nano. Lo singular de esta fórmula presidencial es que —sin ánimo peyorativo— pretende juntar a perro, pericote y gato.

Es que Flores Nano pertenece al conservador Partido Popular Cristiano (PPC), su candidato a primer vicepresidente Drago Kisic es un empresario seguidor del liberalismo y el candidato a segundo vicepresidente es José Luis Risco, secretario general de la marxista Confederación General de Trabajadores, vinculada al Partido Comunista Peruano (PCP). En tono de broma se comenta que Risco ha dado un salto dialéctico, del PCP al PPC.

Luis Castañeda Lossio, de Solidaridad Nacional, es otro de los candidatos que busca recuperar el liderazgo que perdió luego de la "guerra sucia" desatada en su contra por los medios de comunicación adictos al ex asesor fujimorista Vladimiro Montesinos, que en pocas semanas lo derrumbaron del primer lugar en la preferencia de los electores a casi el último durante el proceso electoral anterior. Castañeda tiene como carta de presentación sus exitosas gestiones en la Empresa Municipal de Peajes y el Instituto de Seguridad Social. Lo acompañan Máximo San Román (ex primer vicepresidente durante el primer gobierno de Fujimori) y la doctora Mirtha Ortiz.

Un candidato que ha provocado cierta decepción es el de la alianza Somos Perú-Causa Democrática, el ex defensor del Pueblo Jorge Santistevan de Noriega, quien ante su imposibilidad de convocar a personajes más representativos ha terminado designando como sus candidatos vicepresidenciales a dos casi desconocidos: Vladimir Huaroc, su antiguo colaborador en la defensoría, y Marina Sequeiros, alcaldesa del distrito limeño de San Miguel.



Lo que queda del fujimorismo

Tras la actitud del depuesto presidente Fujimori de abandonar el cargo, huir a Japón y revelar que tenía, además de la peruana, la nacionalidad japonesa, es poco lo que queda de su otrora poderosa alianza Perú 2000, que integraron los grupos Nueva Mayoría, Cambio 90 y Vamos Vecino.

Este último, al que se ha sumado Fuerza Perú, ha formado la agrupación Solución Popular, que propugna como postulante presidencial al ex ministro de Economía Carlos Boloña Behr, considerado uno de los padres del liberalismo en esta nación andina. La fórmula la completan el historiador Pablo Macera y la empresaria María Mendoza del Solar. Los otros grupos fujimoristas, Nueva Mayoría y Cambio 90, se limitarán a presentar una lista parlamentaria.

El resto de candidatos, considerados "chicos" porque aparentemente tienen muy poca opción, son: Martina Portocarrero (Frente Popular Agrícola), Marco Antonio Arrunátegui (Proyecto País), Ciro Gálvez (Renacimiento Andino) y Ricardo Noriega (Todos por la Victoria).

No hay duda de que uno de los principales retos del próximo gobernante peruano que asumirá el cargo el 28 de julio entrante será hacer que los peruanos recuperen la fe en su futuro, pero también en la democracia, luego de que, cansados de la ineficiencia de los gobiernos democráticos de la década de los 80, brindaran durante casi 10 años su apoyo incondicional al depuesto ex presidente Fujimori, cuyo régimen no se caracterizó precisamente por guardar las formas democráticas.

Y es que, por lo visto durante los últimos 10 años, para muchos peruanos el fin justificó los medios. Un pequeño botón de muestra se dio en 1992 cuando el país se debatía en medio de una profunda crisis económica y sus ciudades se encontraban prácticamente sitiadas por el terrorismo. Entonces Fujimori cerró el Congreso e intervino el Poder Judicial, asumiendo poderes absolutos apoyado por la cúpula militar. Su decisión registró un nivel de aprobación superior al 82 por ciento.

Entonces el desafío es que esa, como decía un viejo bolero de Los Panchos, poquita fe que tienen los peruanos en la democracia no termine convertida en el Bolero falaz de los Aterciopelados.