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Descontaminación visual

21 de agosto de 2000

La resolución de la Alcaldía de Bogotá y la Registraduría Distrital que limita el uso de publicidad política a vallas y carteles es una buena noticia para los bogotanos.

Por fin la ciudad y sus habitantes parece que van a ser respetados durante un período electoral. Porque la ciudadanía ha tenido que soportar durante varias décadas la asfixiante contaminación visual y la olímpica invasión del espacio público con toda suerte de pasacalles y afiches que cuelgan de cualquier esquina o poste de la ciudad. En las principales capitales del mundo no sólo está restringido ese tipo de publicidad sino que los candidatos reconocen que pueden ser contraproducentes para sus fines electorales.

Esta medida se suma a la decisión del alcalde, Enrique Peñalosa, de ordenar el retiro de las vallas publicitarias que actualmente contaminan la ciudad. La decisión tiene una lógica tan simple como categórica: gran parte de las vallas que inundan la capital no venden sino agreden. Así, con un horizonte limpio, andenes más amplios y zonas verdes abiertas al público ganan todos, pues estos son los principales escenarios de interacción de una sociedad y su recuperación y mantenimiento permitirá cambiarle la cara no sólo a la ciudad sino, sobre todo, a sus habitantes. Este es un ejemplo que debe seguir.