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Militares ante la JEP
Militares ante la JEP | Foto: JEP

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Desgarradoras confesiones de exmilitares por falsos positivos en el Batallón La Popa de Valledupar

SEMANA sigue revelando los apartes más importantes de la audiencia que se llevó a cabo este lunes y martes.

20 de julio de 2022

“El batallón fue hecho para matar”, “nos daban viajes a Cartagena y fiestas con prostitutas”. Frías y desgarradoras, así fueron las más de 15 confesiones que dieron militares del Batallón La Popa, este lunes y martes ante la JEP, en audiencia ante los familiares de las víctimas de falsos positivos.

Algunos de los militares convocados son, según la información conocida por SEMANA: Juan Carlos Soto Sepúlveda, Manuel Valentín Padilla, Yeris Andrés Gómez Coronel, Eduart Gustavo Álvarez Mejía, Efraín Andrade Perea, Elkin Leonardo Burgos Suárez, Elkin Rojas, Guillermo Gutiérrez Riveros, Heber Hernán Gómez Naranjo, Alex José Mercado Sierra, Carlos Andrés Lora Cabrales y José de Jesús Rueda Quintero.

Al contrastar la información que hace parte del acervo probatorio, la JEP determinó que cada uno de los imputados “tuvo un rol esencial en la configuración de los patrones criminales y participó en conductas especialmente graves y representativas, sin las cuales no se hubiera desarrollado y perpetuado el plan criminal”, señaló la JEP.

Una caja de arroz chino y 100 mil pesos por falsos positivos

Según el crudo relato de Yeris Andrés Gómez Coronel, soldado de ese entonces que militaba en ese batallón, un guerrillero quedó herido en medio de un enfrentamiento contra el llamado Frente 6 de diciembre del ELN. Gómez contó que recibió la orden del mayor José Pastor Ruiz Mahecha de asesinarlo. “No le prestamos los primeros auxilios que se merece un excombatiente, violando el derecho a la vida y violando el derecho a la seguridad ciudadana”, dijo el ahora exsoldado.

Pero lo que más sorprendió en su testimonio fue el premio que recibió de sus superiores por haber cometido ese asesinato. “El comandante del batallón La Popa, en el rancho de tropa, me dio 100 mil pesos y también le compró un arroz chino a todo el grupo especial. No nos merecíamos eso porque violamos los derechos de las personas”, dijo arrepentido.

Gómez Coronel también sorprendió a los magistrados por otras duras declaraciones. “Los soles de los generales Mario Montoya Uribe, el general Justo Eliseo Peña, el general Juan Pablo Rodríguez Barragán, el general Raúl Antonio Rodríguez Arévalo y el coronel Monsalve Hernández están manchados de sangre, así como mis manos”.

Según Gómez, estos altos mandos eran quienes daban los premios y permisos por estas operaciones y agregó que “hasta el presidente de entonces, Uribe Vélez, pedía resultados. Tropa que no daba resultados no tenía permisos. Esa era la seguridad democrática, matar inocentes”.

¿Viajes a Cartagena?

Según Gómez, estos altos mandos eran quienes daban los premios y permisos por estas operaciones.

Al contrastar la información que forma parte del acervo probatorio, la JEP determinó que cada uno de los imputados, de los 15 militares, “tuvo un rol esencial en la configuración de los patrones criminales y participó en conductas especialmente graves y representativas, sin las cuales no se hubiera desarrollado y perpetuado el plan criminal”, señaló la JEP.

“Daban viajes para Cartagena, San Andrés; daban pistolas como premio, fiestas, y daban reuniones con trabajadoras sexuales”, contó.

Una competencia para lograr el mayor número de muertos

“El personal que integraba el Batallón La Popa, bajo el mando del coronel (r) (Publio Hernán) Mejía, sabía lo que estaba pasando. Traíamos personas incluso vivas que finalmente eran asesinadas como si fueran guerrilleros, pero eran inocentes”. Contundente, fría y dolorosa, así fue la declaración del sargento primero (r) Efraín Andrade Perea, quien reveló detalles escalofriantes de lo que ocurrió cerca del año 2002, en el Batallón La Popa.

Allí se ha demostrado cómo, por órdenes de superiores, los militares de esta guarnición se convirtieron en una máquina de asesinar civiles para presentarlos como bajas en combate, lo que se conoce como falsos positivos.

Andrade era la cabeza de inteligencia del batallón, uno de los más grandes del país. Allí, ante familiares de víctimas, reconoció su responsabilidad por participar en lo que denominó “toda una logística para encubrir muertes de inocentes, falsamente presentados como subversivos”.

“Acepto hoy frente a ustedes a título de coautor de homicidio, conductas que también constituyeron crímenes de lesa humanidad, de asesinato y desaparición forzada de personas”, dijo ante los magistrados de la JEP.

Audiencia JEP por Falsos Positivos
Audiencia JEP por Falsos Positivos | Foto: JEP

¿Toda una alianza criminal entre militares y paramilitares?

El magistrado Alejandro Ramelli tomó la palabra para señalar que el primer patrón de macrocriminalidad en el que justificaban asesinatos del que denominaban “enemigo”.

“Este patrón se dio tras cuatro modalidades, como el asesinato de 103 personas en 54 eventos. La primera modalidad se dio entre 2002 y 2003, época en la que existió alianza de paramilitares y militares para la entrega de víctimas. El acuerdo inicialmente fue desde la comandancia y luego se extendió. Durante el primer semestre, los paramilitares entregaron personas asesinadas por ellos”.

En julio del año pasado (2021), la Sala de Reconocimiento de la JEP les imputó crímenes de guerra y de lesa humanidad a 15 miembros del Ejército que hicieron parte del Batallón de Artillería No.2 La Popa (BAPOP) entre el 9 de enero de 2002 y el 9 de julio de 2005, dentro del subcaso costa Caribe, una de las seis zonas priorizadas del caso 03, denominado ‘Asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado’.

Audiencia de falsos positivos en la JEP
Audiencia de falsos positivos en la JEP | Foto: JEP

La voz de los familiares de las víctimas

Rocío Escorcia es hermana de Jader Escorcia, joven asesinado en Valledupar, a quien hicieron pasar como guerrillero, en un acto ejecutado por miembros del Batallón La Popa. Jader y su hermana se criaron en el campo, su hermana les relató a los magistrados cómo su hermano y sus amigos se ganaban la vida trabajando honestamente y en las tardes pasaban horas jugando fútbol.

“Mi hermano no pudo prestar servicio militar porque tenía una hernia testicular y eso se lo impidió. En esa época no había trabajo para los jóvenes que no tenían educación. Les ofrecieron trabajo, prometiéndoles que su vida mejoraría para responder por sus obligaciones. Mi hermano y cuatro muchachos más se fueron a recoger café a Santa Clara”, contó Rocío Escorcia.

En su narración explicó que los jóvenes se fueron, y a los 15 días, fueron vilmente asesinado por el Ejército: “Mi mamá no creyó lo que nos contaban. Cuando yo me di cuenta que mi hermano no aparecía, decido emprender la búsqueda sola. Denuncié, pero la Fiscalía no avanzó ni adelantó nada ni me dio luces de nada. Me metí a muchos lugares, andaba sola buscando a mi hermano hasta el 2007, eso fue en 2004. Incluso un periódico local, El Pilón, contó que habían matado a varios muchachos. Medicina Legal me da la ubicación de una bóveda en el cementerio Las Mercedes. Fui al cementerio y luego me cuentan que ya se los habían llevado. Me fui al Batallón La Popa”.

El relato de Rocío, entre lágrimas, es que su mayor sorpresa se dio cuando llegó al Batallón La Popa y le advirtieron que no fuera a la Fiscalía porque la podían catalogar “como guerrillera” también. La expresión le generó pánico.