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Al finalizar la asamblea de la Conferencia Episcopal, la Iglesia presentó un importante documento sobre las elecciones, pero el mensaje se perdió por las declaraciones del cardenal Pedro Rubiano al pedir que no se votara por candidatos que apoyarán el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Fue la génesis de la polémica | Foto: Foto: Conferencia Episcopal

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Devotos a la política

La Iglesia hizo un llamado a votar por candidatos que defienden la vida, la paz y la justicia social. ¿Tiene la misma influencia de otros tiempos?

26 de febrero de 2006

Como en viejos tiempos que se consideraban superados, en plena campaña electoral se acaba de producir un enfrentamiento entre los liberales y la Iglesia. O al menos un conato. El ex presidente Alfonso López Michelsen advirtió que una invitación que el cardenal Pedro Rubiano hizo a los católicos para que no voten por candidatos que promuevan el aborto y el matrimonio gay, era inadmisible.

A su vez, la Iglesia, a través de Fabián Marulanda, secretario general de la Conferencia Episcopal, le envió una carta en la que advertía que las declaraciones aisladas de los prelados no podían ser consideradas como la posición oficial de la Iglesia, ya que ésta había sido entregada a la opinión pública el pasado 10 febrero.

Ese día, al finalizar la asamblea de la Conferencia Episcopal, entregaron un mensaje de 24 puntos en el que los obispos advierten que la paz negociada; el respeto a la vida; la lucha contra la pobreza; la inversión social en educación, trabajo y salud; la lucha frontal contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia, deben primar en la agenda, no sólo del nuevo Congreso, sino del próximo gobierno.

El documento pone en evidencia los problemas que considera los más graves del momento, pero no tuvo la suficiente difusión por culpa de la misma jerarquía católica. Al finalizar la asamblea de obispos se realizó una rueda de prensa para anunciar los temas que habían sido discutidos y entregar el mensaje: 'Con ocasión de las elecciones'.

Según Marulanda, "nunca buscamos ejercer una presión política ni mucho menos indicar por quién votar, ya que eso va contra la libertad de pensar y de elegir conciencia que tienen los católicos. Por fortuna los tiempos han cambiado y ahora ni bendiciones ni maldiciones ni señalamientos, sino una invitación a colocar el bien común por encima de los partidos y las personas".

El documento quedó eclipsado por una declaración del cardenal Pedro Rubiano quien, al preguntarle por los candidatos por los que se debía votar, dijo que no podían ser aquellos que apoyaban el aborto y el matrimonio gay, temas que preocupan a la Iglesia, pero que no son fundamentales en este momento.

Para la historiadora y experta en religión Ana María Bidegaín, este debate no es exclusivo del país, sino que se ha presentado en otros como España y Argentina. Y lo que queda claro es que mientras por un lado la Iglesia busca la transformación de la dura realidad social, por otro lado mantiene una posición conservadora sobre el manejo de la ética sexual de las personas.

Pero a la confesión de Rubiano se sumó la de monseñor Juan Vicente Córdoba, quien supuestamente pidió votar por Enrique Gómez Hurtado en una misa para conmemorar tres meses de la muerte del representante Roberto Camacho, lo que avivó la polémica en otros sectores políticos. "La posición de la Iglesia está en el mensaje final de la Conferencia. Si algún sacerdote llega a pedir un voto por algún candidato, no responde a eso", dijo a SEMANA Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal.

En el fondo, el documento advierte un importante jesuita, demuestra la clara preocupación de la Iglesia por la forma como se pueda conformar el nuevo Congreso, pues al ser testigos de lo que está ocurriendo en las regiones, temen que el narcotráfico, el paramilitarismo y la corrupción se tomen uno de los escenarios más importantes de la vida política colombiana.

En la medida en que la Iglesia siga asumiendo un mayor compromiso con la paz y la justicia social, especialmente de las comunidades más pobres, seguirá siendo un importante actor de la realidad nacional. Más aun frente a un Estado débil y en un país con necesidades tan grandes.

Son otros tiempos. La propia jerarquía quiere frenar la posibilidad de que algunos de sus miembros sigan, desde los púlpitos, señalando por quién votar. La historia ya mostró lo que puede pasar cuando se dan estos dedazos divinos, pero no sólo debe ser dura con los temas sociales, sino con los suyos propios.