DILEMAS DE SUEGRO
En sólo 24 horas B.B. anuncia nombramiento y renuncia de sus dos yernos. Un episodio de tono menor con polémicos editoriales
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Durante 24 horas, Camilo Helo y Luis Fernando Gaviria, los yernos del Presidente, ocuparon dos importantes posiciones en París y Miami, respectivamente. Un mini escándalo, con ribetes tropicales, culminó después de ese breve lapso, en una derogación del decreto por parte del Presidente y las renuncias irrevocables de sus familiares.
La Oficina de Prensa de Palacio expidió un comunicado anunciando los nombramientos de los doctores Gaviria Mejía y Helo Harfouche, el primero, como director de la Oficina Comercial de Proexpo en Miami, y el segundo como Asistente del Director delegado en la oficina de la Flota Mercante en París. Aunque se trataba de dos cargos standard en el exterior, llamó la atención, además de la modalidad de la divulgación de la noticia, la simultaneidad de los nombramientos, lo cual hacía aún más ostensible el hecho de que el Presidente había especificado durante su campaña presidencial que no nombraría a ninguno de sus familiares en cargos públicos.
Aparentemente, Betancur había cambiado de opinión y en privado manifestaba que consideraba prudente que su familia residiera en el exterior para que no tuviera ninguna ingerencia en los asuntos de gobierno. Agregaba que era conciente de que la medida sería objeto de críticas, pero que aun así era más conveniente eso a una vinculación con una multinacional o con alguna entidad que pudiera ser incompatible con la posición presidencial.
El razonamiento del Presidente era enteramente válido y las reacciones que produjo podían considerarse previsibles. En concreto, en la prensa se publicaron dos artículos: un editorial de El Espectador y la columna de Daniel Samper Pizano. El primero, titulado "Un mal paso", censuraba al Presidente por haber roto su promesa electoral y calificaba de "mal gusto" y de "sin utilidad social", los dos nombramientos. Sin embargo, la nota terminaba agregando que si bien constituía un error, se cometió de buena fe.
Menos tibia resultó la columna de Daniel Samper quien, aceptando la conveniencia de que los yernos del Presidente estén en el exterior abonaba solamente el haber hecho el nombramiento a la luz pública. De otra parte, el columnista calificaba como error "incomprensible" e "innecesario" que la estadía fuera por cuenta del erario público. En forma ingenua, Samper sugería que, aparte de un cargo oficial o en una empresa multinacional, debería haber diferentes opciones de sostener una familia en el extranjero y, concretamente, recomendaba organismos internacionales, becas y programas de intercambio.
A pesar de estas reacciones, el episodio parecía de tono menor y, paradójicamente, fue el mismo Presidente quien, con su decisión de revocar los nombramientos, revolvió el avispero.
En cartas enviadas a los directores de El Tiempo y El Espectador, invocando "el respeto por sus compatriotas" y "unción democrática", y señalando que "la firmeza no puede confundirse con la arrogancia", Betancur aclaraba que, aunque se trataba de "procedimientos tradicionales", el decreto sería derogado y que los funcionarios renunciarían a los cargos. Anticipaba el Presidente que esto podría interpretarse como un signo de excesiva complacencia.
No le faltaba razón. Aún cuando en muchos sectores la decisión fue elogiada como un acatamiento a la opinión pública y un acto de humildad presidencial, en otros fue intensamente criticada como falta de consistencia y un exceso de susceptibilidad ante las presiones de la opinión pública, particularmente de la prensa. Estos dos sentimientos se reflejaron en los editoriales del 24 de junio de los diarios El Espectador y El Tiempo respectivamente, llamando la atención el rigor con el cual el matutino de los Santos juzgó la determinación final del Presidente, en un editorial escrito por Hernando Santos. Allí se señalaba que la "popularidad del Presidente comienza a omnubilarlo "y se hacía alusión a que probablemente daba por hecho "la pasividad oposicionista de los medios de información". Terminaba el editorial registrando la preocupación de si es el Presidente quien guía a la opinión pública o si es ésta quien lo guía a él. Curiosamente, la mayor oposición de que ha sido objeto el Presidente hasta ahora por parte de la prensa, tuvo lugar alrededor de un episodio relativamente insignificante.
El balance de este tipo de episodio parece ser el que se está convirtiendo en habitual para los actos del Presidente: oposición y crítica por parte de la clase dirigente y aprobación por parte del grueso de la opinión. Los comentarios que circularon entre sectores de la primera fueron en el sentido de que si los nombramientos no eran necesarios no deberían haberse hecho y que si lo eran deberían haberse mantenido. En todo caso, independientemente de consideraciones políticas, su familia sufrió perjuicios personales pues, según informes, sus yernos ya se habían trasladado a París y Miami, donde sus familias se encontraban en proceso de instalación.
Ahora, a menos que se cristalicen algunas de las "opciones diferentes" que recomendaba Daniel Samper, es probable que tengan que regresar a Colombia.-